Hotel Kafka - Escuela de Ideas

Tfno.
917 025 016

Estás en Home » Blogs » Franz Kafka: Vida, Obra, Metaliteratura.

domingo, febrero 24, 2008

Franz Kafka x Gustav Janouch

Página 12 Web / 21 de Febrero de 2008

Por Gustav Janouch

Ya no me acuerdo de las veces que estuve con Franz Kafka en la oficina. Sin embargo, hay algo que sí recuerdo muy bien: su postura cuando, media hora o una hora antes de terminar su jornada de trabajo, yo abría la puerta de su despacho en el segundo piso del edificio del Instituto de Seguros contra Accidentes de Trabajo.



Lo hallaba sentado tras el escritorio, la cabeza echada hacia atrás, las piernas extendidas y las manos inertes sobre el tablero. El cuadro de Filia El lector de Dostoievski puede dar cierta idea de la postura que adoptaba. Hay una gran semejanza entre el cuadro de Filia y la pose de Franz Kafka, pero es una semejanza puramente externa. Tras el parecido formal se oculta una gran diferencia interior.

El lector que muestra el cuadro de Filia está sobrecogido por algo, mientras que la pose de Kafka expresaba una entrega deliberada y, por tanto, victoriosa. Sus finos labios lucían una leve sonrisa, que era más el conmovedor reflejo lejano de una alegría distante y extraña que una expresión de bienestar. Kafka siempre miraba a las personas un poco desde abajo. Su postura era muy extraña, como si quisiera pedir disculpas por su estatura. Todo su cuerpo parecía querer decir: ?Por favor, pero si soy completamente irrelevante... Me dará usted una gran alegría si no se fija en mí?.

Hablaba con una voz de barítono vibrante y velada, admirablemente melodiosa, aunque nunca abandonara una modesta escala intermedia en cuanto a volumen y tono. Su voz, sus gestos, su mirada, todo en él irradiaba una calma surgida de la bondad y de la comprensión.

Hablaba checo y alemán, aunque más este último. Aun así, su alemán tenía un acento duro, parecido al que caracteriza el alemán de los checos, aunque esto no es más que una aproximación lejana, imprecisa. En realidad no era así en absoluto.

El acento checo en el que estoy pensando es estridente. Hace que el alemán suene como desmenuzado. En cambio, el habla de Kafka nunca daba esta impresión. Sonaba tan articulada por ser el producto de su tensión interior: cada palabra era una piedra. La dureza de su habla la provocaba su afán de comedimiento y exactitud, es decir, la motivaban cualidades personales activas y no características colectivas de índole pasiva.

Su modo de hablar se parecía a sus manos.

Tenía manos grandes y fuertes, de palmas anchas, dedos finos y delicados con uñas planas en forma de pala y articulaciones y nudillos prominentes, pero muy frágiles.

Cuando recuerdo la voz, la sonrisa y las manos de Kafka siempre pienso en una observación de mi padre.

Decía: ?Fuerza combinada con una temerosa delicadeza; una fuerza para la que precisamente lo pequeño es lo más difícil?.

El despacho en el que Franz Kafka ejercía su cargo era una habitación de tamaño medio que resultaba opresiva a pesar de tener un techo bastante alto y cuya apariencia sugería la digna elegancia propia de la oficina del jefe de un bufete de abogados de cierto renombre. El mobiliario también respondía a esta imagen. Había dos puertas laqueadas en negro, de doble batiente. Una de ellas conducía al despacho de Kafka desde el oscuro pasillo sobrecargado de enormes archivadores y que siempre olía a humo de cigarrillos consumidos y a polvo. La segunda puerta, situada en medio de la pared de la derecha, conducía a los demás despachos oficiales que se alineaban a lo largo de la fachada principal del Instituto de Seguros contra Accidentes de Trabajo. Por lo que yo recuerdo, esta puerta no llegó a abrirse casi nunca. Normalmente, tanto los visitantes como los demás funcionarios empleaban sólo la puerta del pasillo. Cuando llamaban, Franz Kafka respondía con un breve y quedo ?¡por favor!?, mientras que sus colegas de oficina solían espetar un ?¡entre!? malhumorado y autoritario.

Etiquetas: , , , ,

jueves, mayo 17, 2007

"UNA MAÑANA ME LEVANTÉ Y ME VI CONVERTIDO EN RASKOLNIKOV"

"El día" de Argentina publica una reseña del libro de Sánchez Trujillo dedicado a la relación entre la literatura de Kafka y la de Dostoievsky. Pese al quizá inacertado título del artículo: "El día que Kafka plagió a Dostoievski" refleja en su texto bastante bien el contenido de este interesante libro.



-------------------------------------------------------------------------

Intertextualidad, sobreinterpretación, relectura y hasta homenaje son algunos de los términos empleados para eludir la palabra plagio cuando aparecen las afinidades sospechosas entre una obra y otra. Las relaciones de analogía, contigüidad y semejanza están siempre latentes en casi todos los textos. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, los "préstamos" literarios parecen haberse multiplicado y llueven las denuncias . Lo sospechoso no es nuevo, por supuesto, y en un libro ya clásico, "Anatomía de El proceso", el Prof. Sánchez Trujillo demuestra, mediante una comparación rigurosa y en la que invirtió muchos años de estudio, la coincidencia exacta de las rescrituras realizadas por Kafka sobre la obra de Dostoievski. Así, por ejemplo, el inicio de "La metamorfosis" estaría contenido en el tercer capítulo de "Crimen y Castigo":

- "A la mañana siguiente se despertó tarde, tras un sueño agitado que no lo había descansado. Raskolnikov se había retirado deliberadamente.como una tortuga bajo su caparazón" (Crimen y Castigo)

- "Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto. Hallábase echado sobre el duro caparazón." (La metamorfosis)

Sin embargo, es en El proceso donde el juego de Kafka se nos revela en toda su amplitud. Detalle tras detalle, el profesor Sánchez Trujillo ha ido trazando un mapa de las coincidencias con Crimen y Castigo, hasta establecer que determinados personajes o localizaciones se corresponden en ambas novelas como en las dos caras de un mismo espejo. "Leí Crimen y Castigo varias veces, -explica el profesor- todas las veces que fueron necesarias para tener los detalles de la novela en la cabeza. Luego, empecé a leer la obra completa de Kafka en orden cronológico, con la novela de Dostoievski a un lado y así ir subrayando las posibles coincidencias entre las dos obras. El resultado no pudo ser más asombroso (.) Todo parecía indicar que Kafka se la había pasado rescribiendo la novela de Dostoievski".

El ensayo de Sánchez Trujillo, con toda su apariencia de disparatada teoría, cobra dimensiones verdaderamente inquietantes con la relectura de ambas novelas. El catedrático nos revela que "Kafka utiliza diálogos, lugares o situaciones salidas de Crimen y Castigo, trayendo a veces escenas completas con una literalidad increíble". La escena en la que Raskolnikov confiesa a Sonia su crimen, por ejemplo, es un calco de la escena en que Josef K. "confiesa" a la señorita Bürstner el interrogatorio al que ha sido sometido por unos desconocidos; la sede del tribunal donde se eterniza el protagonista de El proceso es en realidad la comisaría de Crimen y Castigo adonde acude Raskolnikov; la solitaria piedra sobre la que Josef K. es ejecutado, es la misma piedra bajo la que el asesino de Crimen y Castigo esconde los objetos robados a la vieja en el capítulo II.

Constantemente, los personajes de ambas novelas se comportan con un mimetismo estremecedor:

- "A través de la puerta entreabierta apareció la cabeza de la patrona. Raskolnikov se incorporó... La patrona, que observaba a través de la puerta, la cerró y desapareció" (Crimen y Castigo).

- "Cuando K. volvía a la habitación contigua, se abrió precisamente la puerta opuesta y la señora Grubach se dispuso a entrar. Sólo la vio un instante porque, apenas la reconoció K., ella se turbó visiblemente, pidió perdón y desapareció" (El proceso).

A menudo, el comportamiento de los personajes es como el de esta patrona indiscreta; los protagonistas de una novela se asoman en la otra, entran por puertas y ventanas como en una interminable escalera. A veces, como en dimensiones paralelas, los personajes de El proceso conocen el juego en el que está inmerso Josef K, y esperan que suceda lo que ya le sucedió a Raskolnikov en el mismo escenario. Así, por ejemplo, "los personajes del tribunal, que saben que K. está viviendo las aventuras kafkianas de Raskolnikov en la comisaría, están esperando que de un momento a otro K. pierda el sentido", como le sucedió a aquél.

Etiquetas: , , , , , , ,

© 2006 Hotel Kafka. C. Hortaleza 104, MadridTfno. 917 025 016Sala de PrensaMapa del SiteAviso Legalinfo@hotelkafka.com