Philip K. Dick

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jueves, noviembre 16, 2006

El futuro ya está aquí

Rescatamos esta reseña crítica aparecida en Teína de una recopilación de artículos que editó Tusquets en 2001 en relación con la película Blade Runner, cuyo éxito popularizó a Philip K Dick en los ochenta. El próximo año habrán pasado ya 25 años de su estreno, lo que es una oportunidad para reflexionar sobre el tema. Quizá pueda parecer un pequeño trecho de tiempo, pero la realidad de la tecnología ha superado algunos hitos en el camino de la construcción de replicantes; por un lado la biotecnología ha posibilitado la secuenciación del genoma humano, por otro se han realizado clonaciones de mamíferos de cierto tamaño; por otro la tecnología informática permite análisis de fotografías digitales de forma similar a lo que se ve en el film, permite también el reconocimiento de voz y los ordenadores actuales tienen una capacidad de cómputo miles de veces superior a los de entonces. Existen sin duda otras cuestiones que vienen cobrando actualidad, aunque quizá lo que permanece es el transfondo esencial del film, quienes somos en realidad y qué sentido tiene la muerte.


Fernando Pellitero

Blade Runner , AA.VV. Fábula Tusquets Editores, Barcelona 2001 138 páginas


Conversación mantenida con el dependiente veinteañero del videoclub de la esquina:
?¿Tenéis Blade Runner??Uh?Esa es vieja, ¿no??Bueno? Más o menos.?¿Es de Schwarzenegger???

Evidentemente, Blade Runner (Ridley Scott, 1982) ya no es lo que era. Al menos, ya no significa nada para las generaciones más jóvenes, las que mamaron desde la cuna esta época que a los tres, cuatro años como mucho, da todo producto por extinguido (curiosamente, el mismo tiempo de vida de los replicantes de la película). Sin embargo, Blade Runner se conserva en perfecto estado, como cualquier verdadero clásico. Incluso es más actual aún, ahora que el trecho es menor de aquí al 2019 en que transcurre, que hacia el 1982 de su realización.
Por este motivo es recomendable la lectura de esta compilación de artículos sobre Blade Runner, un libro publicado en 1988 (entonces la película estaba más fresca en la retina y todavía ocupaba un lugar destacado en los videoclubes) y reeditado en 2001. El volumen intenta acercase a la película desde frentes como la filosofía, la literatura, el diseño, la arquitectura, la moda, la antropología, la ciencia, la poesía o la crítica de cine. Para ello, destacadas personalidades de cada campo toman Blade Runner como referencia y escriben libremente lo que les parece... Unos entran de lleno a analizarla en el aspecto que dominan, en otros el acercamiento llega sólo a rozadura y excusa para el texto.
De los aspectos filosóficos que sugiere la película, se encargan Rafael Argullol, Fernando Savater y el antropólogo Alberto Cardín. Argullol tiende puentes con el trágico Esquilo y el cómico Sófocles, y relaciona a los dioses y hombres griegos con los de Blade Runner. Su conclusión es que en el 2019 los hombres han usurpado el papel de creadores; lo que les deja con todas las angustias y ningún consuelo. Por su parte, Savater arremete contra los críticos de cine. Primero se despacha a gusto contra ellos, luego reflexiona sobre el muy humano miedo a la muerte, un miedo que según él convierte a los replicantes en seres muy humanos. Por último, Alberto Cardín habla de los motivos sociales que convierten a Blade Runner en una película de culto y reincide en la idea de la humanidad de los replicantes.
A pesar de las críticas de Savater contra el gremio de los críticos en general, en este libro el punto más alto lo alcanza uno de ellos, José Luis Guarner. Éste en su artículo trata sobre las estas influencias directas y fundamentales de Blade Runner, es decir, Philip K. Dick, su novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968) y la película Metropolis (1927) de Fritz Lang. Y además lo hace con un texto estructurado, bien documentado y redactado con una escritura ágil, lo que termina convirtiéndolo en el mejor artículo de la compilación.
De la estética de la película se ocupan Juli Capella y Quim Larrea, arquitectos y habituales colaboradores en diarios como El País o Avui. Ambos se refieren a la importancia del diseño en Blade Runner ?con especial atención a la robótica? y reflexionan sobre la vida en objetos artificiales (resulta explicativo el título de su artículo: ¿Todo lo que se mueve está vivo?). A ellos dos se suma el diseñador Antonio Miró, quien en una más que posible entrevista a sí mismo (no figura quién la hizo) aprueba sin reservas el vestuario de la película, por creíble... Eso sí, la entrevista resulta redundante y podría haberse sintetizado en un par de preguntas. La última aportación estética viene de la mano del pintor y escultor Eduardo Úrculo, quien compara Los Ángeles 2019 con su pueblo natal asturiano. Según Úrculo ambos sólo se parecen en la lluvia constante y gris, y se diferencian en todo lo demás. No aportan nada ni su estilo ramplón ni el tema que elige (si no encontró paralelismos, ¿por qué escribió sobre ello?). Sin duda, estas dos últimas colaboraciones son las más flojas del libro, por su poca información y el escaso valor de las reflexiones de estos dos referentes en sus respectivos campos.
Distinta es la aportación de Jorge Wagensberg, doctor en Física, que incluye un relato filosófico-científico centrado en la clonación y que está protagonizado por la replicante Rachael y un hipotético nieto de Deckard/Harrison Ford. Aquí, éste mientras experimenta con su abuela replicante y realiza copias idénticas de los seres vivos ?lo que los lleva a poder prolongarse eternamente a modo de replicantes perfectos? enfrenta la duda de si éstos perderán el alma en el proceso. En el desarrollo futuro, las minorías serán seres humanos que se nieguen por motivos morales a copiarse, por lo que irán muriendo indefectiblemente; lo que resulta la vuelta a la tortilla respecto a la película. Esta irónica venganza replicante podría ser una excelente base para el guión de la segunda parte, y resulta junto al artículo de Guarner de lo mejor del libro.
Finalmente, desde la literatura vienen Guillermo Cabrera Infante y Vicente Molina Foix. El cubano juega con las palabras y los símbolos en un estilo cargado y a veces cargante. En este punto hay que hacer una advertencia: los dos primeros textos del libro son los de Rafael Argullol y Cabrera Infante, y resultan con diferencia los más densos de todos. Nada que objetar a la erudición y a los conceptos que maneja Argullol; sin embargo, su pequeño ensayo resulta poco accesible para los no iniciados en disquisiciones filosóficas. Por su parte, el cubano escribe de forma hiperbólica y barroca, sin que se sepa muy bien en ocasiones adónde va a parar. (Habrá sin duda quienes gusten de su estilo, pero avisados quedan los demás: quizá les convenga hojear el libro a partir del tercer ensayo.) Menos abigarrado resulta Molina Foix, quien vuelve a incidir en los paralelismos Blade Runner/Metropolis en un artículo fresco, ágil, agradable y donde demuestra ser un buen conocedor del tema. A modo de prólogo, el argentino Antonio Tello le dedica un poema lleno de lluvia aceitosa al antagonista y jefe de los replicantes Roy.
El volumen se completa con una entrevista de Olivier Boissiére y Dominique Lyon a Ridley Scott y con un texto del director, donde éste da la consabida explicación sobre el nacimiento de la película, cómo llegó la historia a sus manos, cuáles fueron algunas de las particularidades del rodaje, etc. Aunque sea correcto un apéndice así, la entrevista y el artículo resultan demasiado cortos, tanto que es difícil no pensar que están ahí sólo para cumplir con la edición.
En resumen, un conjunto dispar de puntos de vista componen una lectura agradable y llena de nuevas lecturas de la película. Todos coinciden en señalar que Blade Runner es algo más que cine negro futurista por ser la película de ciencia ficción más creíble filosófica, estética y científicamente que se haya rodado, y que ahí reside su grandeza (algo con lo que estoy totalmente de acuerdo). Lo mejor de esta lectura, de todos modos, son las ganas que da de volver a ver un clásico muy vigente. Eso sí, si alguien se anima, mejor que no intente ir al videoclub del barrio; puede ser descorazonador.

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