Philip K. Dick

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lunes, marzo 12, 2007

Philip K. Dick, con los pies en la tierra

Bibliópolis edita varias novelas inéditas en español del autor de ciencia-ficción, en clave realista, y que muestran una faceta desconocida - Se cumplen, además, 25 años del estreno de «Blade Runner», basada en una de sus obras

J. Ors (La Razón)


MADRID- Ya no quedan replicantes que hayan visto arder naves más allá de Orión ni tampoco androides que sueñen con ovejas eléctricas. La ciencia-ficción de Philip K. Dick no es la protagonista en el 25 aniversario de su muerte. La editorial Bibliópolis ha rescatado a un autor inédito que nada tiene que ver con la estética publicitaria, oscura y barroca que Ridley Scott empleó para dilatar las pupilas de los espectadores y reinventar el futuro para el cine con un héroe como Harrison Ford y un Rutger Hauer que interpretó a un robot con motivos suficentes para matar a su creador: un ajedrecista que ciñó su vida a la simple cifra de un dígito.
El autor que persiguió la gloria literaria con un sinfín de títulos, hoy reconocidos por millones de lectores, no alcanzó en vida el reconocimiento que deseaba y que se merecía. Cuando estaba a punto de subir el último peldaño, sobrevino su fallecimiento. «Este tremendo fracaso forma parte de su leyenda. Aspiraba a despuntar como un gran talento literario, pero triunfó en la ciencia-ficción, un género que le permitió mantenerse y, al menos, vivir de lo que escribía. Cuando era inminente su consagración, con el estreno de ?Blade Runner?, murió», comenta Luis García Prado, traductor y editor de esta reveladora serie de novelas de Philip K. Dick que hasta ahora se mantenían inéditas en español y que redescubren a un novelista diferente, realista y que nada tiene que ver, ni envidiar, con el que ya se conoce.
Tratamiento industrial
Las narraciones fantáticas permitieron que Philip K. Dick continuara escribiendo. Cuantas más firmaba, más cobraba. «No revisó apenas sus obras de ciencia-ficción. Este tratamiento industrial de su literatura le perjudicó. Con una idea era capaz de hacer varias historias cortas. Eso se nota ahora que se han editado los cuentos completos». Sorprende que un novelista hoy ligado a un género tan específico, pero que le ha reportado la fama y leyenda, volcara su pasión en unas historias adheridas a la piel de la cotidianeidad como la tinta azul de los tatuajes.«Trabajó en estos títulos partiendo de pequeños desequilibrios emocionales. Son conflictos diminutos. No hay grandes aventuras o dramas. Pero genera una enorme tensión al llevar las historias al límite de una anécdota en apariencia insignificante», explica Prado. Estas obras recobradas, entre las que se encuentran «La burbuja rota», «Mary y el gigante» o «Confesiones de un artista de mierda», se publicaron después de su desaparición. Las editoriales desconfiaron, en su momento, de esos personajes atípicos, que caían mal y desafiaban los gustos editoriales de la época: «Sus protagonistas no encajan en la realidad que les rodea. Están fuera de ella, padecen grandes insatisfacciones y contemplan con distancia todo lo que miran».
«En busca de Milton Lumky» inicia la colección. Dick se introduce, con un pulso narrativo inesperado, en la América más profunda de los cincuenta y los sesenta. «Algunos de estos títulos pertenecen a lo mejor que ha escrito. Me sorprendió su calidad. Creía que su ausencia en las librerías se debía a que eran novelas de aprendizaje, pero es al revés. Con ellas quería consagrarse como escritor», afirma Prado.
Esta primera novela aborda el amor y la muerte. Escoge a un protagonista, Bruce Stevens, que trabaja como comprador para un almacén de saldos; y a Susan Faine, propietaria de una tienda de mecanografía en declive. Los dos se encuentran por casualidad. Ella era su maestra en el colegio y entre los dos no tarda en surgir una relación peligrosa.
«Las narraciones están ambientadas en San Francisco y sus alrededores. Es el sitio en que vivía entonces. Contienen matices biográficos, naturalistas, donde los personajes no llegan a cruzarse, pero conviven. Todos los libros forman un tapiz del microcosmos social de esa zona de EE UU. Las hay mejores y peores. Pero leídas en conjunto ganan porque dan una perspectiva completa de ese mundo». Qué hubiera sucedido si P. K. Dick hubiera publicado estos títulos es la pregunta que queda en el aire: «La crítica se lo ha preguntado. Está claro que habría tenido la posibilidad real de haber obtenido fama como escritor».

Publicado originalmente en: http://www.larazon.es/noticias/noti_cul28065.htm

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