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domingo, octubre 14, 2007

La guarida de Edgar Allan Poe

POR FEDERICO MARÍN BELLÓN. MADRID. (publicado originalmente en abc.es)

Falta poco más de un año para que se cumplan dos siglos de su nacimiento y la «Poemanía» no ha hecho sino comenzar. El fantasma de Edgar Allan Poe (1809-1849) se ha paseado durante el mes de septiembre por el Teatro Español, con Alfonso Sastre como ilustre médium gracias a su obra «¿Dónde estás, Ulalume, dónde estás?», que evocaba el universo atormentado del bostoniano. Homenajeado en discos tan notorios como «The raven» («El cuervo»), de Lou Reed, e incluso en alguna ópera, asiduo a las pantallas de cine gracias sobre todo al incansable Roger Corman, «Edgardo, aquel fumador de amapolas», como cantaba Silvio Rodríguez, desparrama ahora su talento por las viñetas que edita Panini Cómics, publicadas en los Estados Unidos por la mítica factoría Marvel.
El dibujante Richard Corben y el guionista Rich Margopoulos han recopilado diez adaptaciones de sus poemas y relatos en el volumen «La guarida del horror», que incluye, para regocijo de sus admiradores, los textos originales del maestro, con lo que el noble y nada odioso oficio de comparar se torna más fácil que nunca. Los cuentos «El corazón acusador» y «Berenice» acompañan a la recreación de los poemas «El cuervo» -uno de los más celebrados de la literatura en inglés-, «La durmiente», «El gusano conquistador»; «El espíritu de los muertos», «Eulalia», «El lago», «Izrafel» y «El día más feliz».
Apuntes biográficos
Hijo de un matrimonio de actores por lo general secundarios, a Poe lo abandonó su padre a los nueve meses, mientras que su madre murió cuando el futuro escritor tan sólo tenía tres años. Tras una juventud difícil y viajera, el joven Edgar desempeñó oficios tan poco diversos como el de periodista, editor, crítico y, siempre, escritor. Maestro del relato, precursor de la ciencia ficción y padre del primer detective de la historia de la literatura, Arsenio Lupin, Poe tuvo frecuentes ataques depresivos, era adicto al láudano y al alcohol, y en su vida amorosa abundaron los episodios complejos y desequilibrados. Una enfermedad tan literaria como la tuberculosis se llevó por delante a su madre y a su mujer. Él llegaría a fijar fecha para una nueva boda, pero nadie sabe cómo se las arregló para no acudir nunca al altar en el que se lo esperaba.
Edgar Allan Poe murió a los cuarenta años, días después de ser encontrado en un estado lamentable, entre las alucinaciones y los desvaríos propios del delirium tremens. Las causas exactas de su muerte (a buen seguro eran varias) no están claras, aunque se habla de diabetes e incluso de rabia. Puede que en un último instante de lucidez dijera antes de expirar: «¡Que Dios se apiade de mi pobre alma!». También es posible que la leyenda le haya tomado el gusto a la exageración.
«La guarida del horror» multiplica la dificultad del reto al escoger nada menos que ocho poemas del autor de «El pozo y el péndulo». Su fantástica prosa nos ha llegado en unas condiciones envidiables gracias a las soberbias traducciones de Julio Cortázar, quien se detuvo ante el abismo de su poesía, prácticamente inatacable, por lo que el escritor nunca alcanzó en español el reconocimiento que le profesan los críticos anglosajones, ni siquiera en el caso de «El cuervo», cuyo ritmo original apenas se queda en un remedo en la lengua de Cervantes. El cómic que ahora nos llega no sólo publica ocho de esos poemas, sino sus interpretaciones, casi cinematográficas y en muchos casos libérrimas hasta el atrevimiento. Un buen ejemplo es la oda «El gusano conquistador», convertido por Corben, en colaboración con Rick Dahl, en una tenebrosa historia de ciencia ficción.
Corben y Margopoulos
Los resultados, claro, son a veces discutibles, aunque los dibujos poseen siempre la fuerza necesaria para llamar la atención del lector menos interesado. Colaborador habitual de la revista «Heavy Metal», Richard Corben ha ilustrado cómics para Marvel, DC Comics, Dark Horse, Kitchen Sink, IDW y otras editoriales, además de su sello personal, Fangoria. También ha trabajado en el cine, en animación y como ilustrador de carteles. Entre sus portadas de libros y discos destaca el clásico de Meat Loaf «Bat Out of Hell». Creador «underground» que alcanzó notoriedad con títulos como «Creepy» y «Vampirella», aquí sabe variar su estilo en función de las necesidades de cada narración, desde el terror gótico al realismo sucio, combinados con actualizaciones muy cercanas a la novela negra.
Rich Margopoulos, por su parte, inició su carrera de guionista de historietas en la década de los setenta en revistas de terror como «Vampirella», «Eerie» y «Creepy». Entre sus primeras obras se encuentran algunas adaptaciones de Poe al cómic y varias colaboraciones con Corben. También ha trabajado con otros sellos, como Archie, DC, Fantagor y Marvel, y se ha ocupado de varios personajes, incluidos superhéroes como el Capitán América, Hulk y el entrañable Lobezno.
«La guarida del horror» es también el símbolo de una tendencia imparable. Los más talluditos recordarán la vieja propaganda institucional que nos auguraba un libro allá donde hoy apareciera un tebeo. El tiempo ha acabado subvirtiendo también esta frase y ahora son los cómics los que empiezan a sustituir a los clásicos literarios. La agencia Efe recuerda la osadía de Peter Kuper al meterle mano a «La metamorfosis» de Kafka o la iniciativa de la editorial Graphic para cuartear nada menos que «Macbeth», de Shakespeare, y «Jane Eyre», de Charlotte Brontë.
Incluso un autor tan difícil como Marcel Proust puede presumir de algún antecedente esperanzador. La primera entrega de «En busca del tiempo perdido», a cargo de Stéphane Heuet (publicada en España por Sexto Piso), ha vendido en Francia 75.000 ejemplares. Quizá mañana vuelva el libro. De momento, miren y lean y, como en el caso de Poe, teman.

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