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martes, febrero 05, 2008

Cuando los textos generan polémica o sorprenden

Ha sucedido muchas veces que, muerto el escritor, sus descendientes o albaceas publiquen manuscritos que el desaparecido no los dio a conocer en libro o revistas mientras vivía. En este texto, Carlos Sforza expone su punto de vista sobre esta cuestión a propósito de la edición de Caminos y cantos juveniles, de Julio Manuel Bielinis.

A raíz de un cuento inédito de Julio Cortázar publicado en la Revista Ñ (Nº 215), se desató una polémica por una nota que en su columna, en la misma revista, escribió Rosa Montero bajo el título Malditos sean los inéditos. En ella critica la publicación del cuento mencionado y dice que Cortázar ?sigue siendo inmenso como cuentista, y no merece que se publique este relato tedioso y obviamente innecesario?.
En el número siguiente de la misma revista, en la sección Cartas, dos lectores salen en defensa de Cortázar y atacan directamente a la escritora española.

Primavera, Sandro Botticelli

Es sabido que F. Kafka ordenó a su amigo y albacea que destruyera los manuscritos y éste no atendió esa orden cuando murió el autor de El Castillo, sino que gracias a esa desobediencia, salvó al publicarla, la obra de uno de los grandes narradores. La Montero afirma que el caso del autor de La Metamorfosis debe dejarse de lado ?(...) porque Kafka era una singularidad literaria, un formidable neurótico? (sic).
Pienso que resulta difícil, ante una obra como el cuento Ciao, Verona de Cortázar (que es el inédito que motivó la polémica), defender o atacar su publicación cuando el autor ha muerto y no lo ha publicado.
Es evidente que todos quienes somos escritores, de mayor o menor fuste o calidad, tenemos manuscritos inéditos. Y en mi caso particular, tengo una primera novela que no publiqué ni pienso publicar ni deseo que cuando desaparezca, se publique. Es un primer ensayo de novela, que recibió el visto bueno del amigo Martín del Pospós, definiéndola precisamente como un buen ensayo de novela. Lo que siempre le agradecí.
Hay escritores, por otra parte, que recuperan manuscritos de su juventud, a veces primeros trabajos que no se han publicado puesto que otros, posteriores, han requerido convertirse en libros porque la labor creadora se ha afirmado, se ha purificado el estilo, y rescatan esos manuscritos como una forma de que no se pierdan.

CANTOS JUVENILES. El escritor Julio Manuel Bielinis que nació en San Salvador (Entre Ríos) y desde niño reside en Villaguay, acaba de publicar Caminos y cantos juveniles (Ediciones Mis Escritos, Lanús ?Buenos Aires?, 2007, 104 págs.). Y todo el introito a esta nota se justifica porque estos poemas de Bielinis como lo expresa desde el título, son de su juventud. Anteriormente publicó La Palabra Unitiva (1994), Morada transitoria (2001), Intervalos de sombra (2004) y Matices de olvido (2006).
El autor en el prólogo de este nuevo libro da una explicación de por qué lo publica. Dice: ?Cuando edité mi primer libro ?La Palabra Unitiva? en 1994, expresé en esa oportunidad que había realizado una selección de mis trabajos, por diversos motivos, uno de ellos la brevedad y otro la preferencia de piezas, por entender que era lo más logrado de mi quehacer literario. Ahora, pasados ya varios años de aquel evento tan agradable para mí, y habiendo escrito otros libros cuya valoración dejo a criterio de los lectores, me puse a revisar una carpeta de hojas amarillentas, como si el otoño hubiera anclado en ellas, habiendo observado que muchísimas poesías correrían el riesgo de perderse, si yo no me animaba a publicarlas. Es por eso que este volumen viene a ser la continuación de mi primer libro, todas composiciones de mi época de juventud, de ahí el título del mismo (...)?.
Evidentemente el poeta, al recorrer esas primeras poesías, encontró muchos ecos que lo movieron a revisarlas y publicarlas. En el libro se nota en algunos versos, que son creaciones de una juventud que trata de expresarse a través del poema, con la impronta de los años que tenía al escribirlos, y donde se entrecruzan las poesías libres con los metros clásicos, especialmente con el soneto.
En los primeros es, creo, donde más se hace patente esa búsqueda de una forma, a través del verso libre que se expandió durante el siglo pasado. Bielinis en los sonetos demuestra un conocimiento de esta forma clásica, a la que le pone su sello a través de los temas, que no son sino emociones, sentimientos, creencias, apetencias.

RECUPERACIÓN. El poeta, con esta entrega ha querido recuperar esas poesías que como lo dice expresamente ?correrían el riesgo de perderse?. Y él no ha querido que ello suceda. Y edita el volumen como un tributo a su esposa Ofelia, que es en gran parte destinataria de estos versos de juventud.
En el final del libro, Bielinis realiza traducciones de Oda Maecenas Atravis y Oda XII del libro I del poeta latino Horacio. Y como cursó latín y griego en el Seminario Arquidiocesano de Paraná, y no perdió estos estudios, realiza una labor poética de traducción digna de aplauso. Porque no es fácil vertir al español las obras de los poetas latinos como lo hace Bielinis en su libro. Quizá fuera un ejercicio de su juventud tras las huellas de la esquiva poesía, pero que le ha servido para ceñir la forma, buscar la palabra fundante y encontrar la senda en su discurso poético que desde estos primeros poemas juveniles, ha ido ascendiendo en sus posteriores creaciones (aunque publicadas antes que este volumen).
Un gusto, un deseo del poeta que no ha esperado que sus descendientes lo publiquen o no. Él, en plena lucidez y actividad creadora, lo ha hecho.

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domingo, noviembre 11, 2007

"Amargos pedazos de mi vida", un inédito de Cortázar


Posiblemente, es el único cuento considerable de Julio Cortázar que aún permanecía inédito. Lo escribió en los años 70 y tiene rasgos autobiográficos, según su propia confesión. En realidad, continúa la historia de otro cuento, "Las caras de la medalla", publicado en "Alguien que anda por ahí", en 1977. Se desconoce por qué Cortázar no hizo publicar luego este texto. Parte del legado de Aurora Bernárdez, su primera mujer, a un proyecto de la agente catalana Carmen Balcells, "Ciao, Verona" se publica aquí, seguido del cuento édito que le antecede y de sendas opiniones del argentino Mario Goloboff y la española Rosa Montero.

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CARLES ALVAREZ GARRIGA ESPECIAL PARA Ñ. (Clarín)

En la primavera de 1977 Alfaguara publicó en la elegante colección de cubiertas de color violeta diseñada por Enric Satué el libro de relatos Alguien que anda por ahí, de Julio Cortázar, cuya edición íntegra había sido prohibida en Argentina. Por primera vez se publicaba en España un libro inédito de narrativa del autor, y si bien éste era ya conocido en el país y en dicha ocasión se resignó al circo de las presentaciones y de las conferencias -algo a lo que años atrás se negaba en redondo-, el volumen fue recibido con tibieza o desdén por aquellos que no le perdonaban repeticiones formales ("Cortázar, pero menos") o aquellos otros que no consentían que la política se entremezclara en sus textos ("¡Qué lástima, un escritor que había empezado con tan buena letra...!").

Al no saber muy bien qué decir sobre él, o no saber exactamente de qué trataba, qué ocultaba, todos pasaron de puntillas en especial sobre "Las caras de la medalla", enigmática crónica de la relación -o, mejor, de la falta de relaciones- entre una mujer soltera y un hombre casado que trabajan en el Consejo Europeo para la Investigación Nuclear (¡Cortázar hizo de traductor en el Organismo Internacional de Energía Atómica!); un texto de inquietante lectura donde el protagonista no es capaz de comprender el rechazo amoroso al que lo somete su compañera; un texto que parecía, como se lee en el último párrafo, una pesadilla de la que trató de despojarse me diante la escritura.


Dedicatoria enigmática

También era enigmática la dedicatoria ("A la que un día lo leerá, ya tarde como siempre"), a la que se sumó después otro misterio mayor, el contenido en esta frase de una carta que Cortázar escribió al año siguiente a su amigo Jaime Alazraki, uno de sus mejores críticos:



En "Alguien que anda por ahí" hay amargos pedazos de mi vida, por ejemplo "Las caras de la medalla" cuya historia siguió y terminó en otro cuento muy largo que escribí hace meses y que entrará en otro libro, si libro hay; se llama "Ciao, Verona", y fue tan duro de escribir como el otro.



Por razones que no es éste el lugar para debatir, "Ciao, Verona" no fue incluido por Cortázar en los dos únicos libros de relatos que editó con posterioridad (Queremos tanto a Glenda y Deshoras), así que permanecía inédito y la única copia de la que hasta la fecha se tenía noticia, conservada en la Universidad de Texas, estaba prácticamente olvidada; prueba de ello es el hecho de que no se incluyera en el volumen de los cuentos con que se inició recientemente la edición de las obras completas. El examen de los documentos del legado que Aurora Bernárdez, viuda y albacea del escritor, donó a Carmen Balcells en febrero de 2007 para que fueran integrados a la colección de manuscritos de Barcelona Latinitatis Patria, ha permitido el descubrimiento de otra versión original, mecanuscrita con correcciones manuscritas de inconfundible caligrafía cortazariana, de este "cuento muy largo" (diecisiete páginas), quizás el último acabado y de innegable importancia que pueda llegar a encontrarse entre los inéditos del autor.

En una de las clases que dio en 1980 en Berkeley, California, Cortázar completó aquella famosa comparación suya según la cual la novela es al cine lo que la fotografía es al cuento, diciendo que las fotografías más reveladoras no eran, para él, aquellas de perfecto encuadre sino aquellas en que por ejemplo hay dos personajes con un fondo de una casa y luego, quizá a la izquierda, donde termina la foto, hay la sombra de un pie, de una pierna. Esa sombra corresponde a alguien que no está en la foto y al mismo tiempo la foto está haciendo una indicación llena de sugestiones, apelando a la imaginación para decirnos qué había allí después. La atmósfera que se proyecta fuera de la fotografía, ese aura de misterio, guarda una especie de vibración que me parece indispensable para la realización del cuento memorable, que el lector transforma luego en la memoria y en admiración.

Con la lectura del por treinta años inédito "Ciao, Verona", el lector sabrá a qué correspondía la sombra de "Las caras de la medalla" y, al mismo tiempo, podrá imaginar otras atmósferas, otras sombras no menos inesperadas.




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jueves, enero 18, 2007

Cortázar visto por Martín Casariego

Hace ya más de diez años un jovencísimo Martín Casariego, que es actualmente nuestro profesor de guión de cine, dedicaba este breve artículo al autor.

DESDE EL JARDIN
Cortázar inédito
MARTIN CASARIEGO (El Mundo , 9 de marzo de 1996)

Yo soy uno de esos imbéciles que, no contentos con enamorarse de mujeres de carne y hueso, se enamoran también de mujeres de letra y papel (aunque con menos frecuencia). Una de las mujeres de las que yo estuve enamorado -como muchos otros imbéciles, me consta- es la Maga, y ella sin saberlo. Odiaba al cínico Horacio, por cómo la maltrataba, y gracias a la Maga aguantaba las pesadísimas parrafadas sobre jazz, esperando encontrármela si no en el Pont des Arts, sí en la siguiente página. Leí después cronopios y famas, Glendas y Lucas, atascos y perseguidores, y seguí admirando la prosa certera de Cortázar, su humor y su fantasía y su penetrante observación de la realidad. El caso es que cierta editorial, que muy meritoriamente -y encima con éxito de ventas, doble alegría- ha publicado sus cuentos completos y reeditado Rayuela, publica también Imagen de John Keats, un ensayo que el argentino quiso expresamente que permaneciera inédito. En todo caso, lo hubiera corregido antes de que viera la luz. Su primera mujer dice que entonces habría perdido espontaneidad. Cuando algo se corrige con acierto, lo que pierde son los defectos, más que la espontaneidad. Nadie es quién para juzgar a nadie, pero todos lo somos para dar nuestra opinión, y me parece bastante triste que no se respete el deseo de un autor sobre su propia obra. Alguien dirá: ¿y por qué no lo destruyó? Pues a lo mejor porque le dio pereza, o pena, o porque le daba cosa porque eso era como presagiar su muerte, o porque pensaba, efectivamente, corregirlo, o por lo que fuera. Tenemos miles de páginas de Cortázar. ¿Necesitamos las que él desechó? Por si llega el improbable día en que mis escritos sean tan codiciados como los suyos, esta misma tarde quemaré mi primera novela y mis primeros cuadernos. En cuanto a Cortázar, mi íntimo homenaje al creador de la Maga será seguir leyéndole. Pero también, no leer jamás Imagen de John Keats.


Martín Casariego (Madrid, 1964) Escritor y guionista. Es uno de los autores más versátiles del panorama literario actual, especializado en mayor medida en la creación de novelas y en la elaboración de guiones cinematográficos ha publicado también cuento infantil, ensayo, relato, y artículos de prensa. En esta última faceta, ha colaborado en medios como El Mundo y ABC Cultural entre otros. Su faceta de guionista ha ido paralela a la de novelista, así si en 1989 publicaba su novela Qué te voy a contar, en 1991 junto con David Trueba y Emilio Martínez-Lázaro escribía Amo tu cama rica. La novela Y decirte alguna estupidez, por ejemplo, te quiero supuso un gran éxito editorial, ya que superó los 150.000 ejemplares vendidos y fue traducida a varios idiomas.

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