Hotel Kafka - Escuela de Ideas

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domingo, mayo 27, 2007

"La metamorfosis" musical

Interesante versión musical
La Nación, por Pablo Gorlero


La metamorfosis . Libro y letras: Mariano Taccagni. Música original, orquestaciones y dirección musical: Damián Mahler. Dirección general: Ricardo Bangueses. Elenco: Mariano Taccagni, Noelia Vanrell, Alejandro Vázquez, Magalí Sánchez Alleno y Stella Maris Faggiano. Coreografía: Laura Montini. Vestuario: Alejandro Vázquez. Luces: Sebastián Alonso. Diseño de imagen: Fernando Eiras. Sonido: Osvaldo Mahler. Producción ejecutiva: Isabel Majdalani y Angel Mahler. Producción general: I. Majdalani, Pepe Cibrián Campoy y A. Mahler. Teatro del Globo. 110 minutos.
Nuestra opinión: bueno

Hay que admitir que una propuesta criolla que convirtió a La metamorfosis , de Kafka, en un musical podría provocar desconfianza. Pero es sumamente placentero para el espectador desconfiado que tomó coraje para ir, toparse con su propio prejuicio y tosudez. Y en orden de reflexiones, es más interesante también saber que por fin un grupo de creativos se alejaron un poco de las tramas clásicas y de los personajes o situaciones históricas, tan apetecibles para quienes hacen musicales.

La cuestión es que esta adaptación de La metamorfosis que hicieron Mariano Taccagni y Damián Mahler es placentera, inteligente e interesante. Taccagni, que trabaja en forma digna desde hace tiempo para ganarse un lugar en el musical ( Jack, el destripador , La Callas ), demuestra en esta obra que encontró un lenguaje maduro y una forma de dramaturgia que puede seguir parámetros clásicos, pero que también puede correrse de lo obvio.

Aunque se metió de bruces en el universo kafkiano, no quiso embarrarse entre sus numerosas exégesis. Tomó la anécdota central y el concepto básico de la obra original y la decoró con elementos que la enriquecieron en su estructura dramático-musical. Es expresionista, pero también romántica y psicológica. El personaje de Milena no es más que la escritora que fue uno de los grandes amores de Kafka. Es que el escritor checo tiene mucho de ese Gregor Samsa, que ya no puede mantener a su familia porque se está convirtiendo en un insecto horrible e inútil.

La partitura de Damián Mahler es potente en lo incidental y tiene personalidad, aunque resulte evidente su influencia paterna (y eso no está mal). Juguetea con melodías que, en sí mismas, hasta parecen diametralmente opuestas, y no apuesta a lo sencillo. Tal vez el mayor problema de la obra es la falta de síntesis, sobre todo en las canciones.

Uno de los méritos es la precisa y minuciosa dirección actoral que hizo Ricardo Bangueses. Hay una poética muy rica que él supo captar bien para ponerla en el cuerpo de sus actores. Las actuaciones son todas correctas, pero merecen destacarse las de Taccagni, intenso y con un trabajo corporal importante como Gregor; Noelia Vanrell y Magalí Sánchez Alleno (sublima con su interpretación la canción que le toca en suerte).

La puesta de luces es eficaz, así como la escenografía y la concepción escénica.

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lunes, mayo 21, 2007

Regreso al Hogar - Franz Kafka

Por Franz Kafka, 1911

Al regresar, atravieso el zaguán y miro en derredor. Es el viejo cortijo de mi padre. El charco en el medio. Entremezclados objetos viejos e inservibles cierran el paso hacia la escalera del grane¬ro. El gato acecha desde la baranda. Un trapo desgarrado, atado alguna vez a una barra, mientras alguien jugaba, se agita al viento. He llega¬do. ¿Quién me recibirá? ¿Quién espera tras de la puerta de la cocina? La chimenea humea, están preparando el café para la cena. ¿Sientes la intimidad, te encuentras como en tu casa? No lo sé, no estoy seguro. Es, la casa de mi padre pero todos están uno junto al otro, fríamente, como si estuviesen ocupados en sus asuntos, que en parte he olvidado y en parte no he conocido jamás. ¿De qué puedo servirles, qué soy pa¬ra ellos, aun siendo el hijo de mi padre, el hijo del viejo propietario ru¬ral? Y no me atrevo a llamar a la puerta de la cocina, y sólo escucho desde lejos, sólo desde lejos tenso sobre mis pies, pero de manera tal que no me puedan sorprender escuchando. Y porque escucho desde le¬jos no oigo nada, salvo una leve campanada de reloj, que quizá sólo creo oír, llegándome desde los días de la infancia. Lo que además ocu¬rre en la cocina es un secreto que los que allí están sentados me¬ocultan. Cuanto más se titubea ante la puerta, más extraño se siente uno. ¿Qué tal si ahora alguien la abriese y me hiciese una pregunta? ¿Acaso yo mismo no estaría entonces, como alguien que quiere ocultar su secreto?

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jueves, mayo 17, 2007

"UNA MAÑANA ME LEVANTÉ Y ME VI CONVERTIDO EN RASKOLNIKOV"

"El día" de Argentina publica una reseña del libro de Sánchez Trujillo dedicado a la relación entre la literatura de Kafka y la de Dostoievsky. Pese al quizá inacertado título del artículo: "El día que Kafka plagió a Dostoievski" refleja en su texto bastante bien el contenido de este interesante libro.



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Intertextualidad, sobreinterpretación, relectura y hasta homenaje son algunos de los términos empleados para eludir la palabra plagio cuando aparecen las afinidades sospechosas entre una obra y otra. Las relaciones de analogía, contigüidad y semejanza están siempre latentes en casi todos los textos. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, los "préstamos" literarios parecen haberse multiplicado y llueven las denuncias . Lo sospechoso no es nuevo, por supuesto, y en un libro ya clásico, "Anatomía de El proceso", el Prof. Sánchez Trujillo demuestra, mediante una comparación rigurosa y en la que invirtió muchos años de estudio, la coincidencia exacta de las rescrituras realizadas por Kafka sobre la obra de Dostoievski. Así, por ejemplo, el inicio de "La metamorfosis" estaría contenido en el tercer capítulo de "Crimen y Castigo":

- "A la mañana siguiente se despertó tarde, tras un sueño agitado que no lo había descansado. Raskolnikov se había retirado deliberadamente.como una tortuga bajo su caparazón" (Crimen y Castigo)

- "Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto. Hallábase echado sobre el duro caparazón." (La metamorfosis)

Sin embargo, es en El proceso donde el juego de Kafka se nos revela en toda su amplitud. Detalle tras detalle, el profesor Sánchez Trujillo ha ido trazando un mapa de las coincidencias con Crimen y Castigo, hasta establecer que determinados personajes o localizaciones se corresponden en ambas novelas como en las dos caras de un mismo espejo. "Leí Crimen y Castigo varias veces, -explica el profesor- todas las veces que fueron necesarias para tener los detalles de la novela en la cabeza. Luego, empecé a leer la obra completa de Kafka en orden cronológico, con la novela de Dostoievski a un lado y así ir subrayando las posibles coincidencias entre las dos obras. El resultado no pudo ser más asombroso (.) Todo parecía indicar que Kafka se la había pasado rescribiendo la novela de Dostoievski".

El ensayo de Sánchez Trujillo, con toda su apariencia de disparatada teoría, cobra dimensiones verdaderamente inquietantes con la relectura de ambas novelas. El catedrático nos revela que "Kafka utiliza diálogos, lugares o situaciones salidas de Crimen y Castigo, trayendo a veces escenas completas con una literalidad increíble". La escena en la que Raskolnikov confiesa a Sonia su crimen, por ejemplo, es un calco de la escena en que Josef K. "confiesa" a la señorita Bürstner el interrogatorio al que ha sido sometido por unos desconocidos; la sede del tribunal donde se eterniza el protagonista de El proceso es en realidad la comisaría de Crimen y Castigo adonde acude Raskolnikov; la solitaria piedra sobre la que Josef K. es ejecutado, es la misma piedra bajo la que el asesino de Crimen y Castigo esconde los objetos robados a la vieja en el capítulo II.

Constantemente, los personajes de ambas novelas se comportan con un mimetismo estremecedor:

- "A través de la puerta entreabierta apareció la cabeza de la patrona. Raskolnikov se incorporó... La patrona, que observaba a través de la puerta, la cerró y desapareció" (Crimen y Castigo).

- "Cuando K. volvía a la habitación contigua, se abrió precisamente la puerta opuesta y la señora Grubach se dispuso a entrar. Sólo la vio un instante porque, apenas la reconoció K., ella se turbó visiblemente, pidió perdón y desapareció" (El proceso).

A menudo, el comportamiento de los personajes es como el de esta patrona indiscreta; los protagonistas de una novela se asoman en la otra, entran por puertas y ventanas como en una interminable escalera. A veces, como en dimensiones paralelas, los personajes de El proceso conocen el juego en el que está inmerso Josef K, y esperan que suceda lo que ya le sucedió a Raskolnikov en el mismo escenario. Así, por ejemplo, "los personajes del tribunal, que saben que K. está viviendo las aventuras kafkianas de Raskolnikov en la comisaría, están esperando que de un momento a otro K. pierda el sentido", como le sucedió a aquél.

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domingo, mayo 13, 2007

Kafka, distorsionado por el lápiz brutal de Robert Crumb

Encontramos en Madrid una biografía de Kafka ilustrada por Robert Crumb, la ficha técnica es la siguiente:

Kafka, Robert Crumb David Mairowitz, Paperback. Fantagraphics 2007-05-15. ISBN: 1560978066 / 1-56097-806-6. EAN: 9781560978060

En sólo 176 páginas se presenta una original aproximación a la vida y la obra de Franz Kafka, notablemente valorada por los autores, por encima del mito literario en que se ha convertido al autor checo.

Reproducimos a continuación un artículo que hace 8 años dedicó el diario El Mundo a una versión en castellano de esta biografía.
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Editada en España la biografía ilustrada del autor de «La metamorfosis», obra del padre del cómic «underground»


BORJA HERMOSO, El Mundo, Jueves, 10 de junio de 1999
MADRID.- La voraz ingestión de toda suerte de sustancias prohibidas -y muy en concreto de LSD- que Robert Crumb se pegó en los años 60 reaparece en muchas de las ilustraciones de Kafka para principiantes, terrible biografía ilustrada del autor de La metamorfosis.

Lo hace de manera salvaje, recomponiendo con nerviosos trazos la atribulada existencia del escritor, desde su infancia hasta que la tuberculosis le catapultó al lado de allá en junio de 1924. Hace exactamente 75 años.

Este pequeño volumen, editado originalmente hace tres años por la firma argentina Errepar, ha llegado, por fin, a las librerías españolas de cómics para satisfacción de las legiones de seguidores de Crumb, el padre del cómic underground y uno de los autores que mayor influencia ha ejercido en las generaciones posteriores de ilustradores.

El libro forma parte de la colección Para principiantes, cuyo pueril subtítulo es: Libros fáciles para ideas importantes. Sigmund Freud, Albert Einstein, Isaac Newton, Carlos Marx y Nicolás Maquiavelo son algunos de los protagonistas de esta galería, cuya principal característica es el entrelazado de ilustraciones y textos (en este caso, escritos por el británico David Zane) como vehículo de narración biográfica.

Pesadillas


Desde luego, éste es un libro sobre ideas importantes (no en vano Franz Kafka se disputa con Edgar Allan Poe, Lovecraft y con pocos más el título de inventor de la pesadilla moderna, y es uno de los autores que con más eficacia ha retratado el zarpazo brutal del estado público sobre el individuo privado) pero, evidentemente, no es un libro fácil.

El editor argentino debió de caer en algún exceso de candidez, o bien acudió a la ironía, a la hora de acuñar ese subtítulo. Lejos de la facilidad, Kafka para principiantes es una obra dura, nerviosa hasta la locura, implacable como un perro de presa.

En principio, suena raro que Crumb incluyera a alguien como Kafka en su nómina de personajes de historieta, junto con gente hilarante como Míster Natural, el Gato Fritz o Shuman the Human. Pero las páginas del libro establecen con toda claridad la inesperada sintonía entre los mundos del escritor de Praga y el del ilustrador de Filadelfia.

Volviendo a la mencionada época, LSDiana de Robert Crumb -y aún teniendo en cuenta que hoy el maestro vive retirado del mundanal ruido a caballo entre EEUU y el sur de Francia- está claro que aquellos años de psicodelia y desenfreno dejaron su huella, y ésa está presente en este Kafka.

Algunos episodios, como el que recrea la escritura del relato La condena, podrían calificarse de lisérgicos, sobre todo si se mira con detenimiento el alucinado personaje del padre del protagonista, Georg Bendemann. O la alucinógena visión del propio Kafka en su mesa, escribiendo Cartas a Milena en 1922.

Pero nada comparado con las páginas que recrean La metamorfosis, pobladas por el enorme y horroroso insecto en que se ha convertido el pobre Gregorio Samsa mientras dormía.

Vida y obra


Zane y Crumb avanzan por la biografía del escritor a través de su atormentada vida y de sus celebradas obras: además de las tres mencionadas, otros capítulos evocan libros como El castillo, El proceso o La madriguera.

Pero, sobre todo, el lector se zambulle en un urgente (170 páginas), aunque eficaz y profundo retrato del escritor checo. Las claustrofóbicas relaciones con su padre (luego recogidas en Carta al padre), sus tormentosas vivencias con el sexo, el telón de fondo del judaísmo en la Praga antisemita de principios de siglo, el fantasma de la guerra y el ostracismo de su obra a manos de los primeros regímenes comunistas desfilan a velocidad de vértigo por las páginas del libro, todo ello en un dibujo en blanco y negro propio de algún tenebrista profesional.

Como no podía ser de otra forma, este itinerario artístico-literario por la figura de Franz Kafka se cierra con una denuncia: la de la explosión de esa kafkamanía puesta en marcha en Praga por los profesionales de la explotación del llamado turismo cultural: «Almuerce usted con Kafka», dice un folleto turístico. Camisetas con la cara del escritor. Rutas de inmersión en el Barrio Judío bajo el lema: «Respire el aire que respiró Kafka». Y cerca, McDonald's en la calle Celetna. Si K. levantara la cabeza...

Afición al Pato Donald


Como bien reseñan Eric Frattini y Oscar palmer en su estupenda Guía básica de los cómics (ediciones Nuer), desde su más tierna infancia y espoleado por su hermano mayor, Robert Crumb se aficionó como un poseso a los tebeos de la Pequeña Lulú, el Pato Donald y Super Ratón. Desde luego, no puede decirse que ninguno de esos tres personajes clásicos dejara su impronta en el enfant terrible del cómic undeground a la hora de ilustrar este Kafka para principiantes. Pero quién sabe, los caminos del subconsciente son inescrutables.

Robert Crumb cumplirá 56 años este mes de agosto, y lo hará justo 32 años después de firmar la que muchos consideran partida de nacimiento oficial del undeground: el primer número de la revista de historietas Zap Comix.

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domingo, mayo 06, 2007

De la muerte aparente


Quien haya padecido alguna vez de muerte aparente, podrá contar cosas
espantosas; sin embargo, no podrá decir cómo es después de la
muerte. Es más, ni ha estado más cerca de ella que otros; en el fondo,
tan sólo ha "sentido" algo especial, y la vida común, no la extraordinaria,
se ha "convertido en algo más valioso con ello. A todo aquel que
haya experimentado algo peculiar le sucede una cosa similar. Con toda
seguridad Moisés, por ejemplo, experimentó sobre el Monte Sinaí algo
"especial"; pero, en lugar de abandonarse a ello, como tal vez lo haría
un muerto aparente, que no se anuncia y se queda en el ataúd, bajó
corriendo del Monte y, desde luego, tuvo cosas importantes que contar,
y amó a los hombres, de los cuales había huido, mucho más que antes,
dando entonces su vida por ellos, casi podría decirse por agradecimiento.
De ambos, sin embargo, del que vuelve de la muerte aparente, y de
Moisés que regresa, puede aprenderse mucho, pero no podemos conocer
lo decisivo, pues ellos mismos no lo han llegado a saber. Y si lo
hubieran llegado a saber, no hubieran regresado. Esto podría verificarse
si, por ejemplo, alguna vez quisiésemos vivir "con un salvoconducto"
para tener la certeza del retorno, la experiencia del muerto aparente o
de Moisés, o incluso que deseáramos la muerte, pero ni siquiera en
pensamiento querríamos permanecer en el Monte Sinaí o vivos en el
ataúd, sin posibilidad alguna de retorno...
(Esto, ciertamente, nada tiene que ver con el temor a la muerte...)

Franz Kafka, 1918, de "La muralla china y otros relatos"

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