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jueves, noviembre 23, 2006

El azar y la necesidad

Uno de los libros que han buceado más en el asunto del azar como elemento para modelar la concepción filosófica de la modernidad, fue realizado por el bioquímico francés Jacques Monod.

Ensayo controvertido y muy personal, pero que pone en relación ciertos elementos del mundo moderno. En cierto modo la concepción de Paul Auster es más trágica que metafísica, en el sentido de que el azar se imbrica en el destino.

El azar y la necesidad
Monod, Jacques
Tusquets Editores, (1989)
Col. Cuadernos ínfimos, 100
Trad. F. Ferrer Lerin208 p.
ISBN: 84-7223-600-5
Descripción del libro:«Todo lo que existe en el mundo es fruto del azar y de la necesidad». Con esta frase de Demócrito, colocada como lema al principio de su obra ?publicada en 1971? Monod asumía el reto de explicitar las claves de la vida desde los presupuestos del más puro cientifismo mecanicista. El libro contiene una parte netamente científica, y una serie de propuestas que asientan la propia identidad del ser humano.En primer lugar, Monod analiza la distinción entre objetos naturales y artificiales, pues quiere descubrir las propiedades macroscópicas que diferencian a los seres vivos del resto del universo. Identifica tres: la teleonomía, que reside en las proteínas, la morfogénesis autónoma, que es puramente mecánica, y la invarianza genética, radicada en los ácidos nucleicos. La teleonomía implica que los seres vivos son objetos dotados de un proyecto que a la vez lo representan en sus estructuras y cumplen con sus funciones. La estructura de un ser vivo posee morfogénesis autónoma, a diferencia de la de los artefactos, en la medida en que apenas debe nada a la acción de fuerzas exteriores, y casi todo a interacciones morfogenéticas internas, de ahí el carácter autónomo y libre de los seres vivos, y su determinismo interno. La invarianza genética es la cantidad de información que, transmitida de una generación a otra, asegura la conservación de la especie. Estas tres claves de la vida van íntimamente unidas, pues el proyecto primitivo único es la conservación de la especie mediante la transmisión de contenidos invariantes: la invarianza genética se expresa a través de la morfogénesis autónoma de la estructura que constituye el aparato teleonómico.El problema surge al intentar establecer la relación de prioridad entre invarianza y teleonomía. Mientras que la ciencia asegura que la invarianza precede necesariamente a la teleonomía, las teorías religiosas y buena parte de las filosóficas desatienden el postulado de objetividad al hacer de un principio teleonómico inicial el motor de la evolución. Para Monod, estos errores nacen de la «ilusión antropocentrista», espejismo eterno del hombre que ninguna teoría ha podido disipar.En la disputa entre organicistas ?holistas? y reduccionistas, Monod se alinea con los segundos, que consideran válida la actitud analítica de estudio de las «partes» para entender el «todo» que forman. Para él, el estudio de los sistemas microscópicos es lo único que puede llevarnos a comprender el ser vivo. De su análisis de la escala microscópica de la vida, deduce que nada hay en la naturaleza que haga necesaria la presencia de vida o la evolución de seres humanos pensantes. La vida en todas sus manifestaciones, incluyendo a los seres humanos, cumple con los principios de la naturaleza, pero no se puede deducir a partir de estos principios: «La biosfera no contiene una clase previsible de objetos o de fenómenos, sino que constituye un acontecimiento particular, compatible seguramente con los primeros principios, pero no deducible de ellos. Por lo tanto esencialmente imprevisible». Por ello, la biosfera es fruto del azar. Las implicaciones ético-filosóficas de esta aseveración son evidentes:«La antigua alianza ya está rota; el hombre sabe al fin que está solo en la inmensidad indiferente del Universo, de donde ha emergido por azar. Igual que su destino, su deber no está escrito en ninguna parte. Puede escoger entre el Reino y las Tinieblas.»Monod sostiene que el postulado de la objetividad es consubstancial a la ciencia y ha guiado su prodigioso desarrollo durante los tres últimos siglos. En base a este postulado, la ciencia demuestra que los mitos ?filosóficos o religiosos? que el hombre ha creado para justificar la obediencia a las leyes de la comunidad son incompatibles con el conocimiento objetivo. Sin embargo, el hombre no puede vivir sin valores. El propone como solución ?en la línea del positivismo mecanicista? la «ética del conocimiento». Establecido el axioma moral del valor del conocimiento objetivo, de él surgirá una nueva moral humanista, un socialismo liberado de la ideología marxista. Es preciso, eso sí, que nosotros mismos fijemos el objetivo, el sentido de nuestras vidas. El conocimiento científico nos permite asumir esta libertad y hacernos responsables de nuestra existencia.

Biografía del autor:Jacques Lucien Monod (París, 1910 ? Cannes, 1976) estudió Biología en la Universidad de La Sorbona y se especializó en biología molecular. Fue profesor de metabolismo bioquímico en la Universidad de París. En 1954 fundó el Servicio de Bioquímica Celular del Institut Pasteur de París, dirigiéndolo entre 1971 y 1976, año de su muerte. En 1965 obtuvo, juntamente con François Jacob y André Lwoff, el premio Nobel de Medicina y Fisiología, por sus trabajos sobre el mecanismo de biosíntesis de enzimas y la regulación del metabolismo celular. A partir de 1967 ocupó la cátedra de Biología Molecular en el Collège de France. Su obra El azar y la necesidad. Ensayo sobre la filosofía natural de la biología moderna (1970) obtuvo un resonante éxito mundial. Su disidencia respecto al marxismo dio pie a un importante debate con Louis Althusser que marcó la epistemología europea en la década de 1970.

En este poema de Blanca Varela circula la savia del otoño. Dedicado al cientifico Jacques Monod, premio nobel y autor de El Azar y la Necesidad y a la sazon miembro de una impresionante saga familiar entre la que se encuentra nada menos que Jean Luc Goddard
http://fr.wikipedia.org/wiki/Descendance_de_Jean_Monod_(1765-1836)

MONSIEUR MONOD NO SABE CANTAR

querido mío
te recuerdo como la mejor canción
esa apoteosis de gallos y estrellas que ya no eres
que ya no soy que ya no seremos
y sin embargo muy bien sabemos ambos
que hablo por la boca pintada del silencio
con agonía de mosca
al final del verano
y por todas las puertas mal cerradas
conjurando o llamando ese viento alevoso de la memoria
ese disco rayado antes de usarse
teñido según el humor del tiempo
y sus viejas enfermedades
o de rojo
o de negro
como un rey en desgracia frente al espejo
el día de la víspera
y mañana y pasado y siempre

noche que te precipitas
(así debe decir la canción)
cargada de presagios
perra insaciable ( un peu fort)
madre espléndida (plus doux)
paridora y descalza siempre
para no ser oída por el necio que en ti cree
para mejor aplastar el corazón
del desvelado
que se atreve a oír el arrastrado paso
de la vida
a la muerte
un cuesco de zancudo un torrente de plumas
una tempestad en un vaso de vino
un tango

el orden altera el producto
error del maquinista
podrida técnica seguir viviendo tu historia
al revés como en el cine
un sueño grueso
y misterioso que se adelgaza
the end is the beginning
una lucecita vacilante como la esperanza
color clara de huevo
con olor a pescado y mala leche
oscura boca de lobo que te lleva
de Cluny al Parque Salazar
tapiz rodante tan veloz y tan negro
que ya no sabes
si eres o te haces el vivo
o el muerto
y sí una flor de hierro
como un último bocado torcido y sucio y lento
para mejor devorarte

querido mío
adoro todo lo que no es mío
tú por ejemplo
con tu piel de asno sobre el alma
y esas alas de cera que te regalé
y que jamás te atreviste a usar
no sabes cómo me arrepiento de mis virtudes
ya no sé qué hacer con mi colección de ganzúas
y mentiras
con mi indecencia de niño que debe terminar este cuento
ahora ya es tarde
porque el recuerdo como las canciones
la peor la que quieras la única
no resiste otra página en blanco
y no tiene sentido que yo esté aquí
destruyendo
lo que no existe

querido mío
a pesar de eso
todo sigue igual
el cosquilleo filosófico después de la ducha
el café frío el cigarrillo amargo el Cieno Verde
en el Montecarlo
sigue apta para todos la vida perdurable
intacta la estupidez de las nubes
intacta la obscenidad de los geranios
intacta la vergüenza del ajo
los gorrioncitos cagándose divinamente en pleno cielo
de abril
Mandrake criando conejos en algún círculo
del infierno
y siempre la patita de cangrejo atrapada
en la trampa del ser
o del no ser
o de no quiero esto sino lo otro
tú sabes
esas cosas que nos suceden
y que deben olvidarse para que existan
verbigracia la mano con alas
y sin mano
la historia del canguro -aquella de la bolsa o la vida-
o la del capitán encerrado en la botella
para sIempre vacía
y el vientre vacío pero con alas
y sin vientre
tú sabes
la pasión la obsesión
la poesía la prosa
el sexo el éxito
o viceversa
el vacío congénito
el huevecillo moteado
entre millones y millones de huevecillos moteados
tú y yo
you and me
toi et moi
tea for two en la inmensidad del silencio
en el mar intemporal
en el horizonte de la historia
porque ácido ribonucleico somos
pero ácido ribonucleico enamorado siempre

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