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viernes, mayo 18, 2007

El Parlamento de las Religiones

artículo publicado en "laverdad.es"
Claudio Martínez Möckel/Alicante

Alicante celebró el pasado día 12 esa iniciativa loable que es el Parlamento de las Religiones. El evento es una iniciativa muy importante, sobre todo en este momento histórico en el que nos encontramos, donde la religión ha sido secuestrada en muchas ocasiones por integristas y fanáticos. Eventos como este ayudan a cultivar la armonía y el diálogo entre las distintas comunidades religiosas y espirituales del mundo, y demuestra que la mayoría de los practicantes de las distintas religiones son personas pacíficas que luchan por la paz, la justicia y el respeto de la Tierra como reflejo de la trascendencia.

El diálogo entre religiones es necesario y bueno, pero también es necesario el diálogo entre la razón y las creencias religiosas, que actualmente está en crisis. En el recientemente publicado libro de Antonio Monda ¿Crees en Dios?, el autor entrevista a un grupo de escritores e intelectuales neoyorquinos que, tras el shock del 11-S, se muestran muy a disgusto con la religión. Paul Auster manifiesta en la entrevista que «de la religión me espanta su tendencia fundamentalista, y veo en torno a mí un mundo cada vez mas lleno de fanáticos». Para ser miembro de una religión, hay que creer en una serie de dogmas fundamentales que, para Paul Auster, llevan al absolutismo de creerse en la verdad y a la negación del pensamiento crítico. Estoy de acuerdo con Auster en cierta manera. La religión sin espíritu crítico, la fe del carbonero, puede llegar a la destrucción de la Humanidad, tal y como demuestran los fanáticos de Bin Laden. Hay formas de religión degeneradas y morbosas, que no edifican al hombre, sino que lo alienan y destruyen, y es necesario ser crítico con todas y cada una de las religiones.

Pero también es cierto el argumento contrario, al que se ha referido muchas veces Jürgen Habermas, de que si no existen unos límites morales trascendentes y no negociables, unas líneas rojas que nadie pueda traspasar, el Estado secular está condenado a su disolución, porque no puede garantizar sus fundamentos. Y en esa crisis estamos, con el riesgo de que la presión terrorista del islamofascismo pueda influir de manera decisiva en la configuración de las mayorías necesarias para gobernar, unas mayorías electorales que no tienen un fundamento normativo sólido, porque no existe un consenso acerca de unos mínimos morales absolutos que trascienda el juego de las mayorías y minorías políticas, que son las que deciden lo que está bien, mal o lo que es neutro, en función de estrategias electorales cada vez mas coyunturales.

Todas las civilizaciones han buscado la trascendencia. La esencia de las religiones codificadas en normas culturales, en creencias, es que no sólo el hombre es capaz de abrirse a Dios o lo trascendente, sino que Dios o lo trascendente se ha comunicado y se comunica con el hombre a través de una revelación, que es lo que constituye el centro de las creencias de cada religión. El estudio comparado de las religiones demuestra que, para llegar a ese más allá, a la salvación, el hombre debe buscar la verdad, el bien, el amor, siguiendo unos ritos distintos en cada religión, pero la esencia de esos ritos es la búsqueda de la verdad, del bien, del amor, para llegar a la salvación. Es decir, la trascendencia está en relación con la conciencia moral del hombre.

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