Philip K. Dick

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domingo, julio 20, 2008

La novela más famosa de Philip K. Dick cumple 40 años

"¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?", sirvió de base para la película ?Blade Runner?, protagonizada por Harrison Ford.
Lunes 30 de Junio de 2008
12:25
Alberto Rojas M. (El Mercurio)

Hablar de Philip K. Dick es adentrarse en la mente de uno de los escritores de ciencia ficción más talentosos, creativos y atormentados del siglo XX. Autor de obras como ?El Hombre en el Castillo?, ?Ubik? y ?Lotería Solar?, Dick pasó gran parte de su vida de escritor inmerso en un mundo edificado sobre la base de la paranoia, el delirio de persecución y el desenfrenado consumo de anfetaminas.



Ya fuese por eso ?o incluso a pesar de eso?, su creatividad alcanzó a dejar en este mundo una de sus mejores obras, una novela corta llamada ?¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?? (1968) que se hizo mundialmente conocida por su adaptación cinematográfica ?bastante libre, por cierto? en manos de Ridley Scott en 1982.

A 40 años de su publicación, el sello Edhasa/Océano nos ofrece una nueva versión en castellano de ?¿Sueñan los androides??, en un castellano más neutro (con menos giros españoles que la anterior) y que permite a los lectores la posibilidad de conocer ?por decirlo de alguna manera? la verdadera historia tras ?Blade Runner?.

Por ejemplo, mientras la cinta está ambientada en la ciudad de Los Angeles en 2019, la novela se sitúa en un San Francisco futurista del año 1992, tras una devastadora guerra nuclear que acabó con gran parte del planeta.

Producto de esta conflagración a escala global, un peligroso polvo radioactivo contamina gran parte del mundo, por lo que la ONU promueve la emigración hacia colonias espaciales, pero sólo de aquellos que no hayan sido contaminados. En este mundo las personas usan dispositivos para regular sus emociones y estados de ánimo. Y los pocos animales vivos representan un símbolo de estatus social para sus dueños, mientras que el resto de la gente tiene animales artificiales (eléctricos, los llama el propio Dick).

En este contexto, existen también androides orgánicos que soportan durísimas condiciones de trabajo en las colonias. Un grupo de ellos decide escapar/regresar a la Tierra, y el ex policía Rick Deckard ?llamado ?cazador de bonificaciones? y no ?Blade Runner?? será el encargado de eliminarlos.

Los ejes en torno a los cuales se mueve ?¿Sueñan los androides?? representan en gran medida las propias inquietudes de Philip K. Dick: la creciente omnipresencia y dependencia de la tecnología, el difuso límite entre lo natural y lo artificial, la existencia (o no) de una ética como puente en la relación entre humanos y seres sintéticos, y la amenaza nuclear como destino inevitable de la humanidad.

Para los que sólo conocen la película, este libro será una sorpresa tan sorprendente como fascinante. Y para los que siguen la obra de Dick, será la posibilidad de volver a disfrutar una de las obras clásicas que dio vida al movimiento cyberpunk.

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jueves, enero 03, 2008

Iban Zaldua: "Las fronteras que ponemos entre el realismo y lo fantástico son más difusas de lo que pensaba"

Mirando al futuro, Iban Zaldua se encontró con el pasado. El escritor traduce en 'Porvenir' los relatos de 'Etorkizuna', que de 15 pasan hasta 17. Que cambian. Que crecen y menguan. El tiempo traspasa sus líneas. Que hablan del tiempo. De cómo el pasado deja su huella indeleble en el futuro

David Mangana ( http://www.noticiasdealava.com/ )

Dicen que 'Porvenir' es el libro más completo de Iban Zaldua, ¿lo certifica Iban Zaldua?

Porvenir, Iban Zaldua

Bueno, es el último y entonces siempre estás más de acuerdo con el libro que con los anteriores. ¿Completo? Yo diría que, más que completo, igual es el más coherente. Si completo es que toco muchos palos no es tanto el caso, porque quizás en otros he tocado palos más diferentes. Aquí el tono es más compacto, los cuentos van en una misma dirección. Eso sí, me gustaría pensar que los cuentos son mejores.

En 'Mentiras, mentiras, mentiras' el eje conceptual no estaba tomado a priori, ¿ahora sí?

Hay más de eso. Al principio no, siempre sigo el mismo procedimiento de ir acumulando y ver lo que va saliendo. Y luego empiezo a hacer la selección. Pero en este caso en las primeras versiones no veía muy claro el libro. Fui quitando algunos cuentos, fui añadiendo otros, haciendo algunos expresamente para el libro, y sobre todo ligando algunos de ellos, aunque no están seguidos. Se cruzan personajes, situaciones, se hacen referencias a otros cuentos anteriores... Aunque siguen siendo cuentos que se pueden leer independientemente, hay ecos de unos en otros. Esto es lo más parecido a un libro de cuentos que he hecho nunca. Los anteriores son claramente recopilaciones de relatos, colecciones. Esto es más un libro, de alguna manera mi libro de cuentos más novela.

Los cuentos sacrificados, ¿se quedan flotando o llegan a alguna orilla?

No suelen llegar. Caen para siempre en el olvido. Una vez que ocurre es difícil volverlos a repescar, porque para la siguiente estás en otra cosa.

Quizás alguna idea sí...

Las ideas a veces suelen volver a reflotar, son como cadáveres. Se les desprende la piedra que les han atado y suben a la superficie. Pero no suele ser. Si no ha funcionado ha sido por algo. De hecho al traducir el libro había puntos que ya no los veía tan claramente como cuando los escribí de primeras. He hecho cambios para estar más a gusto con ellos.

¿Qué tal el proceso de traducción sobre sus propios relatos?

Laborioso, pero bien. En el momento me cuesta, porque no es el mismo tono, pero una vez que la termino, que he hecho la corrección, me reconcilio. Si se lo dejo a otro voy a sufrir casi igual, y al final voy a tener que corregirlo igual. La ventaja de que te traduzca otro es que seguramente será más fiel que tú mismo al libro. Aquí he metido dos cuentos nuevos, he alterado algunos, a algunos incluso les he cambiado el final, cosas que un traductor normal nunca se permitiría, pero el autor sí. Aquí hablo más de versión que de traducción.

Ha permitido, entonces, que los cuentos sigan respirando y creciendo un poco más...

Cuando es uno mismo el que se traduce, el que adapta, creo que no queda más remedio. En todos los textos que ha escrito Atxaga y se ha traducido él mismo te das cuenta de que aplica esa regla de tres. O la tijera o añadir. Al llevar un libro de un idioma a otro hay cosas que se pierden por el camino. Y en poesía ya es la leche me imagino.

'Etorkizuna' se podía haber traducido por 'Futuro', pero ha elegido 'Porvenir'...

Creo que tiene más resonancias. Semánticamente no se diferencia mucho, pero tiene un matiz. En estos relatos se está jugando mucho con cambiar el pasado para poder cambiar el futuro. Literariamente tiene otro eco. Futuro suena un poco soso.

¿Cómo le modificó la vida el Premio Euskadi que le concedieron por el libro en euskera?

No es un premio que modifique demasiado la vida, yo creo. Los premios, además, son una cosa muy circunstancial, tienen que ver con la literatura muy de refilón. Ha tocado, de alguna manera. Ha sido un tribunal equis, si hubiera sido un tribunal i griega no me hubiera tocado a mí. Sí trae cosas, como más lectores. Tampoco a paladas, pero algunos más, una segunda edición del libro en euskera. Y creo que eso ya es bastante. Comentaba el otro día Jokin Muñoz -al que le dieron el premio en 2004 por otro libro de cuentos precisamente, y que ahora acaba de publicar novela- que hubiera ido a publicar esa novela mucho más tranquilo si no le hubieran dado el premio, porque de alguna manera tienes que cumplir con ciertas expectativas. Igual me llegará algo de eso, pero todavía no me lo he planteado porque no estoy en la tesitura de publicar otro libro.

En 'Porvenir' le señalan influencias que van desde la novela realista norteamericana hasta la ciencia-ficción de Philip K. Dick...

Soy muy influenciable. Sigo leyendo muchos cuentos y eso se tendría que notar, pero no soy el más indicado para decirlo. Todo el minimalismo americano, Tobias Wolff, Carver, Richard Ford, y luego gente como Katherine Mansfield, Chejov, en esa línea de un realismo muy minucioso, sucio, con cuentos en que parece que no pasa nada pero todo va subterráneamente... Esa intensidad es lo que más me ha interesado en los últimos años. Es un tipo de narrativa a la que de joven no le prestaba demasiada atención, lo leías un poco por obligación, por ser grandes de la literatura. Pero, como el mismo Richard Ford decía, es quizás un tipo de literatura que acabas entendiendo mejor cuando consigues una cierta madurez, que a veces la dan los años y a veces no. Y a mí igual me está llegando ese momento y ese tipo de intensidad en los cuentos me interesa, aunque no rechazo para nada, no le doy la espalda a la literatura fantástica. No tanto al mundo de la fantasía como a la literatura fantástica, que es ese sitio donde se cruza con la vida cotidiana. En el libro hay un poco de los dos campos.

¿Cómo se unen?

Al final estoy llegando a la conclusión de que esas fronteras que ponemos entre el realismo y lo fantástico son mucho más flexibles y más difusas de lo que pensaba. Lo mismo que se ve la literatura fantástica como una convención, como una cosa que no tiene mucho que ver con la realidad, el realismo en literatura es también bastante artificioso. Ando entre los dos campos, cruzándolos continuamente. Algunos cuentos tiran más hacia un extremo y otros hacia el otro. En esto me pasa como con el idioma, que soy un poco neurótico. No acabo de elegir. Ni lo estrictamente fantástico, ni lo estrictamente realista, ni el castellano ni el euskera.

En la vida también se mezcla la realidad con lo que uno fantasea. También existe parte de ficción...

La ciencia-ficción es un género muy subvalorado, aquí en España sobre todo, y a mí siempre me ha interesado mucho. En el libro hay una especie de homenaje, porque es el género con el que yo me eduque literariamente.

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lunes, marzo 12, 2007

Philip K. Dick, con los pies en la tierra

Bibliópolis edita varias novelas inéditas en español del autor de ciencia-ficción, en clave realista, y que muestran una faceta desconocida - Se cumplen, además, 25 años del estreno de «Blade Runner», basada en una de sus obras

J. Ors (La Razón)


MADRID- Ya no quedan replicantes que hayan visto arder naves más allá de Orión ni tampoco androides que sueñen con ovejas eléctricas. La ciencia-ficción de Philip K. Dick no es la protagonista en el 25 aniversario de su muerte. La editorial Bibliópolis ha rescatado a un autor inédito que nada tiene que ver con la estética publicitaria, oscura y barroca que Ridley Scott empleó para dilatar las pupilas de los espectadores y reinventar el futuro para el cine con un héroe como Harrison Ford y un Rutger Hauer que interpretó a un robot con motivos suficentes para matar a su creador: un ajedrecista que ciñó su vida a la simple cifra de un dígito.
El autor que persiguió la gloria literaria con un sinfín de títulos, hoy reconocidos por millones de lectores, no alcanzó en vida el reconocimiento que deseaba y que se merecía. Cuando estaba a punto de subir el último peldaño, sobrevino su fallecimiento. «Este tremendo fracaso forma parte de su leyenda. Aspiraba a despuntar como un gran talento literario, pero triunfó en la ciencia-ficción, un género que le permitió mantenerse y, al menos, vivir de lo que escribía. Cuando era inminente su consagración, con el estreno de ?Blade Runner?, murió», comenta Luis García Prado, traductor y editor de esta reveladora serie de novelas de Philip K. Dick que hasta ahora se mantenían inéditas en español y que redescubren a un novelista diferente, realista y que nada tiene que ver, ni envidiar, con el que ya se conoce.
Tratamiento industrial
Las narraciones fantáticas permitieron que Philip K. Dick continuara escribiendo. Cuantas más firmaba, más cobraba. «No revisó apenas sus obras de ciencia-ficción. Este tratamiento industrial de su literatura le perjudicó. Con una idea era capaz de hacer varias historias cortas. Eso se nota ahora que se han editado los cuentos completos». Sorprende que un novelista hoy ligado a un género tan específico, pero que le ha reportado la fama y leyenda, volcara su pasión en unas historias adheridas a la piel de la cotidianeidad como la tinta azul de los tatuajes.«Trabajó en estos títulos partiendo de pequeños desequilibrios emocionales. Son conflictos diminutos. No hay grandes aventuras o dramas. Pero genera una enorme tensión al llevar las historias al límite de una anécdota en apariencia insignificante», explica Prado. Estas obras recobradas, entre las que se encuentran «La burbuja rota», «Mary y el gigante» o «Confesiones de un artista de mierda», se publicaron después de su desaparición. Las editoriales desconfiaron, en su momento, de esos personajes atípicos, que caían mal y desafiaban los gustos editoriales de la época: «Sus protagonistas no encajan en la realidad que les rodea. Están fuera de ella, padecen grandes insatisfacciones y contemplan con distancia todo lo que miran».
«En busca de Milton Lumky» inicia la colección. Dick se introduce, con un pulso narrativo inesperado, en la América más profunda de los cincuenta y los sesenta. «Algunos de estos títulos pertenecen a lo mejor que ha escrito. Me sorprendió su calidad. Creía que su ausencia en las librerías se debía a que eran novelas de aprendizaje, pero es al revés. Con ellas quería consagrarse como escritor», afirma Prado.
Esta primera novela aborda el amor y la muerte. Escoge a un protagonista, Bruce Stevens, que trabaja como comprador para un almacén de saldos; y a Susan Faine, propietaria de una tienda de mecanografía en declive. Los dos se encuentran por casualidad. Ella era su maestra en el colegio y entre los dos no tarda en surgir una relación peligrosa.
«Las narraciones están ambientadas en San Francisco y sus alrededores. Es el sitio en que vivía entonces. Contienen matices biográficos, naturalistas, donde los personajes no llegan a cruzarse, pero conviven. Todos los libros forman un tapiz del microcosmos social de esa zona de EE UU. Las hay mejores y peores. Pero leídas en conjunto ganan porque dan una perspectiva completa de ese mundo». Qué hubiera sucedido si P. K. Dick hubiera publicado estos títulos es la pregunta que queda en el aire: «La crítica se lo ha preguntado. Está claro que habría tenido la posibilidad real de haber obtenido fama como escritor».

Publicado originalmente en: http://www.larazon.es/noticias/noti_cul28065.htm

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