Philip K. Dick

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sábado, octubre 25, 2008

Sitges.- Matthew Wilder se inspira en Philip K.Dick para crear el protagonista de 'Your name here'

El director y guionista norteamericano Matthew Wilder se inspira en el escritor Philip K.Dick para concebir el personaje que interpreta Bill Pullman en 'Your name here', un autor de ciencia ficción obsesionado con acabar la que considera su obra maestra. "Es una carta de amor" al escritor, señaló hoy en Sitges el realizador.

SITGES (BARCELONA), 4 (EUROPA PRESS)

Presentada como una de las películas "más transgresoras" del festival e iniciada con un impactante plano secuencia con el que el director quería emular 'Sed de mal' "a lo cutre", la película se sumerge en las obsesiones y paranoias del escritor de ciencia ficción, William J.Frick, trasunto de Philip K.Dick, autor del cuento que inspiró 'Blade Runner'.



En rueda de prensa, Wilder explicó que la idea original era hacer un biopic de Dick como si fuera una novela, pero no llegó el presupuesto, por lo que aprovechó el estudio que había realizado de la vida del escritor para hacer esta película.

Afirmó que el juego de Frick y Dick se produjo porque la familia del escritor no quería que se utilizara ese nombre. "Philip K.Dick es uno de los personajes más influyentes de Hollywood y lo tomamos en serio", señaló el director, que para evitar problemas cambió el nombre.

El motivo de esta negativa, dijo Wilder, puede ser que en la actualidad se está produciendo una película sobre la biografía del escritor de ciencia ficción, pero no de una forma paródica. Pese a ello, expresó que "ser una película tan pequeña --se rodó en dos semanas-- y tener esa publicidad está bien" y dijo que la película no es más que "una carta de amor" a Philip K. Dick.

Wilder tuvo clara desde un principio la idea de que Bill Pullman protagonizara la cinta, y a él le "gustó el guión", aseguró el director. Una película, en la que además de Pullman, interviene el "icono del porno" Tracy Lords, "un arma secreta" para la película.

PULLMAN POR PARTIDA DOBLE.

Bill Pullman está por partida doble en el Festival de Sitges, puesto que también protagoniza junto a Julia Ormond la inquietante 'Surveillance', película dirigida por Jennifer Lynch, hija de David Lynch, autor de culto con títulos como 'Dune', 'Carretera perdida' --también con Pullman en el reparto-- y 'El hombre elefante'.

En un perdido pueblo de la América profunda, dos encapuchados asesinan a una familia, punto de partida de una sucesión de crímenes. Dos agentes federales, encarnados por Pullman y Ormond, llegan al lugar para hacer la investigación, dividen a los pocos testigos existentes --una joven, un policía y una niña de ocho años-- y comienzan a interrogarlos a través de cámaras de video.

Jennifer Lynch justifica el título de 'Surveillance' (Vigilancia) en que la película "trata de personas que observan a través de cámaras de seguridad. Mientras, al otro lado, los observados son perfectamente conscientes de ello. Es una película sobre personas que transforman su identidad a partir de lo que ven y de cómo quieren ser vistos".

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domingo, octubre 12, 2008

Se reedita el guión de Philip K. Dick

Martín Alvés - Fantasymundo. 07/10/2008

En 1974, 5 años después de la publicación de la novela Ubik, un productor francés se puso en contacto con Philip K. Dick, proponiéndole realizar una adaptación cinematográfica de la citada obra. Dick aceptó muy ilusionado, y en 3 semanas escribió el guión. Sin embargo, el productor desapareció y el guión quedó olvidado. En 1985, tres diás después de la muerte de Dick, se publicó tal guión por una editorial pequeña. Se vendió la tirada en muy poco tiempo, y pronto fue un cotizado libro en el mercado de 2ª mano - se llegó a pagar hasta 100 dólares de aquellos años. Ahora se reedita el guión de Ubik, publicado por Subterranean Press. Tiene 182 páginas, aunque hay un extenso prólogo de Paul Williams.

Ubik guión cinematográfico de PK Dick

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jueves, septiembre 11, 2008

Nocturama, la humanidad del replicante

JESÚS MORILLO - abc sevilla
La literatura y después el cine han estado fascinadas, sobre todo, desde la revolución industrial con la figura del humanoide, es decir, con la relación entre los humanos y este ser creado por el hombre a su imagen y semejanza. Muchos escritores, como Villiers de L´Isle-Adam y su «Eva Futura», han abordado este tema, aunque pocos lo hicieron con la profundidad de Philip K. Dick en su «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?», que sirvió de inspiración a la clásica «Blade Runner».
En esa película, el replicante Roy terminaba revelándose como una figura tan humana como su perseguidor y desde luego mucho más compleja que un simple androide programado como esclavo. Esa complejidad del personaje es la que sirve de «leiv motiv» a «La balada del replicante», un espectáculo, con «spoken word» y canciones, creado por dos músicos reconocidos de la escena sevillana, Diego Fuentes, es decir, Dogo, y Charlie Cepeda, junto a la artista plástica Ro Sánchez y en colaboración con los también músicos José Luis Suero y Álvaro Gandul.
A Dogo, que fue líder de Los Mercenarios, uno de los grupos míticos de los 80 en Sevilla, le interesa, precisamente, el lado humano del replicante, alguien que, como el protagonista de «Blade Runner», «tiene que hacer un mogollón de kilómetros para terminar haciéndose las mismas preguntas que un humano».
Por ello, el espectáculo está dividido en tres partes, una suerte de ciclo vital integrado por «Viaje», «Amor» y «Muerte». En cada núcleo temático, los recitados van seguidos de nuevas composiciones y canciones clásicas del repertorio Mercenario, sobre todo medios tiempos y baladas, pero interpretadas con arreglos diferentes. «Hay más canciones que «spoken word», ya que al ser al aire libre y en veranito, pega más», afirma el cantante. La colaboración con Charlie Cepeda, guitarrista que ha colaborado con Kiko Veneno y John Cale, entre otros, ha sido fundamental, «somos colegas desde hace mucho tiempo», afirma, así como los arreglos creados con el resto de los músicos.
Las canciones y recitados estarán enmarcados por las retroproyecciones de Ro Sánchez, creadas, según Dogo, con elementos tan dispares como «tinta, arena, cuadraditos de cristal, vino... Ella hace su intervención en las partes que le parecen más intensas».
Con «La balada del replicante», el cantante se interna un paso más en el terreno del «spoken word», tras incursiones anteriores como «Amor bajo cero», dedicado a su amigo y músico ya fallecido El Ángel, para el Festival Palabra y Música del Lope de Vega, y el espectáculo que creó, también junto a Charlie Cepeda, para la inauguración de Proyecto Lunar.
«El formato del «spoken word» es muy flexible, ya que te puedes ceñir más al texto que a la música o montar un show que te cagas», concluye Dogo.

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viernes, marzo 07, 2008

pablo capanna y la ciencia ficcion

El futuro llegó hace rato

A mediados de los ?60, la ciencia ficción era todavía un género despreciado por el mundo literario académico. En la Argentina apenas existía. Fue entonces, en 1966, cuando el joven Pablo Capanna publicó El sentido de la ciencia ficción, un ensayo pionero en castellano, producto de una investigación solitaria. Más de cuarenta años después, el libro acaba de ser reeditado como Ciencia ficción: utopía y mercado en una versión actualizada; el autor agregó cantidad de material, incluido un apéndice sobre el género en el ámbito local, y además elabora una controvertida teoría según la cual la ciencia ficción de hoy, encerrada en su propio gueto y exitosa comercialmente, habría llegado a su fin.

Por Mariano Kairuz

?La ciencia ficción configuró el imaginario del siglo XX. Sin su presencia no se explicaría por qué se ha gastado más en explorar el espacio que en combatir la miseria, o que nos hayamos acostumbrado a creer de modo fatalista que todo lo que se inventa merece ser llevado a la práctica. Para bien o para mal, el mundo en que vivimos es la materialización de sus fantasías.? Esto dice Pablo Capanna en la introducción de Ciencia ficción: utopía y mercado (Cántaro Ensayos, 2007), reedición revisada y actualizada de su ensayo El sentido de la ciencia ficción, que en los años ?60 fue pionero de los estudios en castellano sobre este género al que por aquel entonces la academia miraba, como a casi todo producto consolidado dentro de la cultura popular, con indiferencia o desprecio.

Profesor de Filosofía recibido en la Universidad Tecnológica Nacional (donde además se desempeñó como docente), autor de ensayos sobre escritores y cineastas ligados más o menos directamente a la ciencia ficción (Cordwainer Smith, Ballard, Tarkovski, Philip K. Dick), Capanna tuvo la oportunidad de publicar su libro originalmente en una época en la que la desaparecida editorial Columba, hoy recordada por sus revistas de historietas, intentaba ampliar su espectro, y había creado una serie nueva de pequeños volúmenes temáticos. ?Ya habían sacado la colección Esquemas, estos libritos que tenían 60 páginas como máximo, cada uno con un tema: ?¿Qué es el átomo??, o ?¿Qué es el budismo??, por ejemplo. Cuando nos encontramos, sintonizamos perfectamente. Nuevos Esquemas era un poco más ambiciosa y el mío sería el primer libro, que tuvo incluso sus comentarios.? Fue en este espacio nada desdeñable (la colección publicó El pop-art, de Oscar Masotta, por ejemplo) pero acotado, ?menor? si se lo considera desde la amplitud del mercado editorial de aquellos años, que un libro sobre la ciencia ficción tuvo cabida. ?Hice toda la investigación solo, sin ningún soporte. No había nadie ocupándose de esto. Después me enteré de algunas cosas que habían salido en España, de la revista Nueva Dimensión, me hicieron llegar cosas?, recuerda Capanna. ?Pero en los ?60 era un género estigmatizado. Yo ya había tenido una mala experiencia en la facultad de filosofía. En la cátedra de Víctor Massuh hicimos un seminario sobre la experiencia religiosa. Recuerdo que algunos alumnos tomaron autores poco convencionales, como Saint-Exupéry, y a mí se me ocurrió escribir sobre Lovecraft. No había nada escrito sobre él, y Massuh me apoyó; pero en la mesa de examen me retaron: que cómo se ocupa de esas cosas, que no son más que historietas para chicos. Aprobé de lástima. Estaba muy mal visto; el único que le daba cierta bolilla era Borges, que había escrito una historia de la literatura norteamericana y le agregó un capítulo sobre el género. Y llegó a leer un manuscrito de mi libro de la primera edición. Se lo leyó la madre, y parece que dijo: es muy tipo monografía de facultad, pero es bastante completo. Que Borges dijera que era bastante completo era casi como que dijera que era bueno. Para mí fue un elogio.?

La oportunidad de terminar el libro tuvo que ver con un hecho no tan fortuito que también habla de su época: ?Yo estaba en un momento difícil; recién casado, con un hijo, mis padres a cargo y una hipoteca, y había conseguido un trabajo de muchas horas en la escuela privada de Ford. Enseñaba ocho materias distintas: Literatura, Instrucción Cívica, etcétera. Y también era bibliotecario ?porque pagaban bien, pero explotaban a gusto?, así que ahí leí y estudié muchísimo, y en los ratos libres preparaba el libro. El factor decisivo fue una toma de fábricas que hizo la CGT. Durante 15 días yo no sabía si me echaban o si me volvían a tomar, pero tuve unas vacaciones gratis en las que casi terminé el libro?.

Yendo del sentido al mercado

Ciencia ficción: utopía y mercado traza un recorrido didáctico, de perfecta claridad expositiva, y crítico a la vez, por la historia de la ciencia ficción. Empieza por Tocqueville y Poe y el contexto posterior a la revolución industrial, y el nacimiento de las democracias y en ellas el de una cultura de masas. Cuenta el surgimiento de las revistas pulp, al principio a cargo de ingenieros o aficionados ?tecnócratas?, como Hugo Gernsback, en cuyo honor sería bautizado más adelante el principal premio de la literatura del género. Y revisa, con nítidos ejemplos, muchos de esos casos en los que la ciencia ficción anticipó las ideas y los inventos que se hicieron realidad a lo largo del siglo XX. Sobre los últimos capítulos establece categorías filosóficas para el estudio de filiaciones y tópicos del género. Este arco le permite reivindicar lo que en su momento fue ninguneado, y a la vez hacer diferenciaciones dentro de una producción que escapó mucho tiempo al ojo de la crítica.

Una de las claves de esta reedición actualizada está en el cambio de título. ?El sentido de la ciencia ficción, que es como fue publicado en el ?66, parecía el título de un ensayo académico?, dice Capanna. ?Yo había salido poco antes de la facultad. En 1992, cuando lo reedita la gente de Letra Buena, lo retitulan El mundo de la ciencia ficción. Ahora le agregué muchas cosas, y el nuevo título deriva de la idea central de que a lo que ha llegado la ciencia ficción hoy tiene que ver con la utopía tradicional, pero a la vez es un gran negocio. No lo era cuando hice el libro original. En los ?60, en Estados Unidos, no acá, el género se empezó a descubrir, y los críticos académicos finalmente se ocuparon. Ahora es una cosa monstruosa, con infinidad de publicaciones, ensayos ?es impresionante la bibliografía que hay en las universidades norteamericanas sobre Philip K. Dick?, libros. Pero, a mi criterio, volvieron a encasillar a la ciencia ficción. La idea que uno tenía en aquella época era que esto era algo valioso, que había que presentárselo a la gente, que los críticos se tenían que ocupar; suponíamos que eso iba a ser absorbido por la literatura, y que a esta altura un narrador iba a poder incorporar recursos de la ciencia ficción en una novela de otro tipo y que a nadie le iba llamar la atención. Pero desde que la crítica lo descubre como un fenómeno masivo, comercial, lo convierte en un género acotado y ya no valoriza nada más que eso. Los que son un poco disidentes quedan al margen, o son ?perdonados?, diciendo que éste o aquel autor no es de ciencia ficción, que no es ?nada más? que ciencia ficción. A (J.G.) Ballard, por ejemplo, lo ?perdonaron?, y él incluso reniega del género. Al haberlo encerrado de vuelta en un gueto más grande, hubo un reconocimiento de la industria, pero no se reconoció aquello que antes tenía de estimulante.?

¿Está predicando la muerte del género? ?No quise decir que se había muerto, aunque algunos lo han leído de esa manera, sino que cumplió un ciclo?, dice Capanna. ?Hasta hubo gente que se me quejó, diciendo: yo soy un escritor joven, me está cortando el porvenir. Si se renueva, fantástico, pero creo que es una época para hacer un balance. Uno ve la curva del género, y está en descenso: la culminación fue en los años ?60, con una ciencia ficción humanista, progresista. Ahora hay tendencias bastante degenerativas, muchos temas racistas, autoritarios. Es alarmante. Antes era una herramienta para ver un futuro mejor. Ahora, La guerra de los mundos de (Steven) Spielberg es mucho más paranoica que el libro de H.G. Wells y que la película de los años ?50, hasta tiene un cierto racismo: los extraterrestres son todos malos, como los robots de la película Yo robot. Asimov tenía cierto optimismo, creía en el sueño americano. Ahora hay que destruirlo todo, lo que viene de afuera es malo, hay una especie de neomacartismo.?

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viernes, febrero 01, 2008

26 veces en el 2019

26 veces en el 2019 (Página 12)

Por Gonzalo Martínez

Tenía 15 años cuando en mi familia compraron la primera videocasetera. Crecían los videoclubes al ritmo de las canchas de paddle y con mi amigo Carlos dejamos los jueguitos de la Commodore 64 por un rato para instalarnos a ver películas en casa. Siempre eran dos o tres seguidas; largas horas con los ojos vidriosos viendo películas de acción. En particular nos gustaban las de ciencia ficción. Yo leía Bradbury, Asimov, Ursula K. Le Guin, Frank Herbert, Arthur C. Clarke y todos esos libros que les sacaba a mis hermanos y a mi viejo. Un día, al azar, vimos una película de la que no sabíamos nada, nos gustó la gráfica de la cajita en el videoclub y la llevamos junto a otras dos que ni recuerdo. Esa de la que no sabíamos nada era Blade Runner, de Ridley Scott. Y algo pasó cuando la vimos. Quedamos fascinados por completo, nos parecía diferente. No entendíamos del todo el argumento y eso nos daba ganas de verla otra vez. El primer día la vimos dos veces seguidas. Al día siguiente otra vez y otra vez y otra vez. En el transcurso de una semana la vimos 26 veces. Fue ese número exacto: las contamos. Nos parecía algo heroico y distinguido. Era justo lo que necesitábamos. Ver una película 26 veces en un puñado de días.

Creo que ahora puedo recordarla completa: luego de un largo texto que explicaba la situación en el año 2019, aparece la vista de esa ciudad del futuro, una toma como desde una terraza. Los edificios, las luces, unas torres piramidales que sobresalen de la masa urbana, los autos que vuelan en líneas rectas a distintas alturas y unas explosiones de chimeneas industriales. Todo contra un cielo oscuro y siempre lluvioso. Luego aparece el primer plano de un ojo. El ojo ve la ciudad; las explosiones de las chimeneas lo inundan de fuego. El ojo pestañea, y más adelante sabremos que es el ojo de un replicante, de un robot. El robot se ha escapado de la esclavitud y disfruta la vista de su ciudad del futuro. Y así seguían las imágenes hasta el final. Harrison Ford, el policía protagonista, huye con la chica robot que debía matar. Se enamoraron. Tienen el mismo problema: ninguno de los dos sabe quién es realmente. Entonces huyen juntos, se alejan volando en auto de la ciudad. Un frondoso y colorido bosque de pinos pasa a toda velocidad por debajo de ellos. Bosques en la montaña, de fondo el cielo, por primera vez, como una cortina celeste, y el auto escapa a toda velocidad mientras suena la adrenalínica música de Vangelis, que luego escucharía en tantas transmisiones televisivas de fútbol.

Creo que lo que más nos gustaba de la película era una especie de identificación con estos robots-replicantes: eran artificiales, diferentes y perfectos, eran inocentes y tenían que ser aniquilados. Sentíamos que hablaba de nosotros, los adolescentes, como una versión mejorada de los adultos y que éstos no pueden soportar.

Recuerdo que no queríamos que terminara, leíamos los títulos hasta el final tratando de memorizar los nombres. De ahí me quedó esa manía. Recuerdo que había una banda ¿de música? que se había puesto el nombre por un cartel que se veía en la marquesina de un teatro, en el fondo de una toma. Creo que eran Los Mimilocos o algo así. Con Carlos revisamos la película para ver el cartel.

?All these moments will be lost in time like tears in rain?. Era la última frase del robot interesante, antes de morir. Condensaba la visión apasionada de la vida: única e irrepetible, y merecía un final mejor, merecía por lo menos ser recordado, aunque el que recordara fuera un robot (o un adolescente). Aprendimos la frase de memoria ?recién empezábamos con el inglés en la secundaria? y la frase nos parecía perfecta. Concisa, profunda y accesible. La repetíamos imitando la cadencia de Rutger Hauer, en la escena con la fallida imagen de la palomita que sale volando de entre sus manos cuando ya no tiene fuerzas para retenerla.

Crecí viendo cómo la película se hacía de culto, y luego se transformaba en un clásico. A los 23 años, 8 años más tarde de esa primera impresión, fui al cine a ver la versión con el corte final del director. Estuvo bien pero no fue como cuando tenía 15 y la vi hasta quemarme los ojos. Ahora no puedo verla sin recordar toda esa historia de vanidad adolescente.



Blade Runner (1982, dirigida por Ridley Scott)

Blade Runner

Escrita por Hampton Fancher y David Peoples sobre la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, del escritor Philip K. Dick, y protagonizada por Harrison Ford, Sean Young, Rutger Hauer, Daryl Hannah y Edward James Olmos, esta ambiciosa distopía ambientada en Los Angeles en el 2019 fue un fracaso comercial en su estreno, pero con los años se transformaría en una de las películas más importantes de la ciencia ficción contemporánea.

Narrada con elementos que remiten al film noir, la película exploraba entre sus temas centrales ?además del de la sociedades autoritarias gobernadas por megacorporaciones? una obsesión propia del autor de la novela, la búsqueda de la identidad; con un ojo puesto en los avances de la por entonces incipiente ingeniería genética y el diseño de vida artificial. Paranoico, esquizofrénico, víctima de una obsesión persecutoria en los años ?70, Philip K. Dick murió en marzo de 1982, un par de meses antes del estreno de la película, que sería apenas la primera de una creciente cantidad de adaptaciones al cine de su obra. En las dos décadas y media transcurridas desde entonces, se estrenaron ocho películas basadas en sus relatos, incluyendo El vengador del futuro, Minority Report y la reciente El vidente. El año pasado Ridley Scott proyectó en festivales y lanzó en DVD el que, dice, es el verdadero ?corte del director?, con el título Blade Runner: Final Cut.

La última frase en inglés dice: ?Todos esos momentos se perderán como lágrimas en la lluvia?.

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jueves, enero 24, 2008

Bóvedas de acero, de Isaac Asimov

Joaquín Torán 16/01/2008 (Fantasymundo)

Asimov se sirvió de sus vastos conocimientos sobre el género policiaco para construir una novela en la que los elementos detectivescos se convierten en meras excusas para demostrar que la cinecia ficción puede emplearse en cualquier circunstancia.



Reseñar a Isaac Asimov, además de un honor, un privilegio y un placer, es invitar al lector a recuperar, principalmente, a un escritor magistral que supo, a lo largo de una obra extensa, convertir la ciencia en una herramienta para el entretenimiento. No obstante no sea precisa ninguna presentación previa sobre el artista, es de obligado cumplimiento, por lo menos, incidir en dos cruciales características estilísticas que servirán para explicar su literatura: su pesimismo patológico, traducido en una visión desesperanzadora del hombre y, por lo tanto, de su futuro (tan descorazonadora que le hizo tomar la decisión de no tener hijos con su segunda mujer), y su facilidad (o instinto) para la síntesis, ventaja categórica que le permitía exponer sus ideas con meridiana precisión y claridad, base de su innata capacidad para la divulgación de las complejas teorías que saturan sus obras. Porque, detrás de tanta acción, bajo capas y capas de aventuras sin freno o de historias de ritmo impecable, se ocultan difíciles teoremas y postulados, muchos de ellos claves para el entendimiento de la sociedad y el progreso actual, que sólo su habilidad como narrador logró hacer digeribles al lector medio y pagano.

Distintas teorías cuánticas, los problemas derivados de los viajes interestelares, malthusianismo, bioquímica o robótica (disciplina a la que contribuyó poderosamente), tienen, en sus páginas, respuesta satisfactoria y fiel reflejo. Asimov utilizaba la escritura, en él imperiosa necesidad creativa, como vehículo a través del cual experimentar y reflexionar sobre ciertas inquietudes - que también son dificultades- de su tiempo. Una condición muy remarcable de su estilo es su competencia para construir una ficción científica sólida y creíble soslayando o apuntando apenas, con una pasmosa coloquialidad, conceptos de índole muy específica. Las leyes de la robótica, pilar y epicentro de su producción ficticia, son el ejemplo más clamoroso, y para lo que nos atañe también más útil, de esta aseveración.

Posiblemente, y junto con la psicohistoria (resultado de una visión de la historia basada en el azar y la necesidad), el triple principio que rige las relaciones entre robots y humanos sea la mayor aportación efectuada por el prolífico autor estadounidense a la ciencia ficción. Una contribución prodigiosa e inabarcable, cuya revisión, fruto de una mente compartimentada y matemática, ha terminado por convertir una brillante hipótesis en sublime tesis, perfeccionada a fuerza de estirarla y de señalar contradicciones, inconvenientes y carencias. "Bóvedas de acero" (Bibliópolis), publicada como volumen en 1954 por la editorial Doubleday tras su estreno en la revista Galaxy Science Fiction un año antes, se beneficia poderosamente de este afán revisionista al presentar una curiosa novela negra que, utilizando los esquemas propios del género policiaco, acaba derivando en un completo desafío a los preceptos postulados por vez primera en "Yo, robot" (1951).

Es por esta razón por la que la investigación que rodea la muerte del doctor Sarton en el Enclave Espacial, reducto de los descendientes de los primeros colonos planetarios, adquiere cotas de disyuntiva ética, al plantear el dilema moral de si un robot puede vulnerar la Primera Ley, en la que se prohibe expresamente dañar a un humano, tanto por acción como por inacción, llegando, por ello, al asesinato. Las implicaciones de esta posibilidad confluyen en un debate sobre la humanidad o la humanización de los robots: ¿son simples máquinas?, ¿pueden sentir, odiar o amar como los humanos?, ¿pueden, en circuntancias extremas, imitar sus comportamientos demostrando una iniciativa que no se les supone?. Asimov es pionero a la hora de mostrar, en todas sus consecuencias y ramificaciones, uno de los ejes de la ciencia ficción, el del choque entre lo robótico y lo humano, que no es más que el secular interrogante filosófico del quiénes somos pero en clave futurista. Nos hallamos, en "Bóvedas de acero" con el germen de futuras obras canónicas del género, como "2001: una odisea en el espacio", de Arthur C. Clarke o "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?" (más conocida bajo el título de su adaptación cinematográfica, Blade Runner), de Philip K. Dick, novela esta última con la que, además de coyuntura, comparte ideas: en un momento dado, Elijah Baley (protagonista del libro que copará nuestra atención en los párrafos siguientes), obcecado en probar la culpabilidad de su compañero R. Daneel Oliwav, someterá a un duro interrogatorio al doctor Gerrigel, experto en robótica, quien, para desmentir categóricamente su razonamiento, utilizará una máquina que recordará al Voigt Kampff con el cual los cazadores de Replicantes de Dick medían los índices empáticos de sus sospechosos.

Elijah Baley y Daneel Olivaw, pareja imposible, humano y robot, constituyen, intencionadamente, la quintaesencia de la colisión cultural y social que Asimov edifica en su obra: es decir, la del sujeto que se imagina seriamente amenazado por la llegada de un Otro que, a largo plazo va a suplantarle. Intuir en esta dicotomía una crítica a los Estados Unidos de la década de los cincuenta, enfermos de desconfianza y ebrios de paranoia, es llegar al verdadero fin perseguido en "Bóvedas de acero". Pero también, la existencia de esta dupla admite una lectura profundamente literaria: Asimov era un fan recalcitrante de la novela policiaca tradicional (como pone de manifiesto su ingreso en la selecta sociedad "holmesiana" de "Los Irreductibles de Baker Street") debido a las connotaciones intelectuales y científicas que ésta consentía. En sus orígenes, el género surge por el anhelo de las clases burguesas de enfrentarse a un tipo de literatura que, además de entretenerles, les hiciera pensar. Muchos autores, percibiendo el filón, se lanzaron, con mayor y menor fortuna, a desarrollar sus propios enigmas, construyendo acertijos aparentemente irresolubles cuya solución podía estar al alcance del avispado lector que supiese encajar las pistas. Asimov sentía pasión por este "juego", pues no era más que una prolongación lúdica de sus intereses cientificistas.

Intentar averiguar qué condicionó la escritura de Bóvedas de Acero, si Elijah Baley y Daneel Oliwav, o las Leyes de la Robótica, posiblemente sea una pretensión estéril. Lo que sí parece claro es que Asimov se sirvió de sus vastos conocimientos sobre el género policiaco para construir una novela en la que los elementos detectivescos se convierten en meras excusas. Es verdad que nuestro autor sostuvo siempre con ahínco que la ciencia ficción era una categoría que podía emplearse en cualquier circunstancia y para escribir de todo tipo de temáticas; leyendo, sin embargo, "Bóvedas de acero", parecería como si esta afirmación se hiciese extensible, también, a la literatura de detectives. Hay que tener un buen dominio de los recursos de ese género para lograr lo que aspira a hacer Asimov: para empezar, porque Baley y Oliwav posiblemente constituyan el único caso de pareja investigadora que experimente una clara evolución personal y psicológica, esbozada aquí y ya consolidada en los otros dos libros que protagonizarán, "El sol desnudo"(1957) y "Los Robots del Atardeceder" (1983). Baley pasa de recelar y desconfiar por su limitada visión del mundo, a adoptar otra mucho más amplia y abierta, del mismo modo que en Daneel Oliwav, robot especializado en psicología humana, se percibe una ligera transformación fruto de la comprensión emanada de la experiencia. Ambos, representan las dos caras del científico (y del detective): el que descubre la verdad desde el oscurantismo de la ignorancia, trayendo la luz, y el que alcanza un conocimiento que tambalea sus convicciones desde la experimentación.

En segundo lugar, los factores que condicionan el género policiaco devienen en excusas, en simple marco, desde el instante mismo en que Asimov los maneja para seguir tirando del hilo que ya empezó a desenredar en "Fundación" (1951). Con casi toda seguridad, "Bóvedas de acero" nació, como tantas otras obras del escritor, de una carencia y de una laboriosa necesidad de precisión. Acostumbrado como estaba a darle vueltas a las cosas, pudo colegir que ciertos cabos sueltos que debía atar sólo podían soldarse como novela policiaca, suerte de McGuffin literario en el que el cómo y el quién no importaba respecto al dónde o el por qué; dicho de otra manera: Asimov dejó fluir el relato de sucesos mientras iba adornándolo de pequeños detalles que acabarían imponiéndose respecto al particular, creando para el lector un universo plausiblemente complementario al de "Fundación" (muchos de los personajes de "Bóvedas de Acero" tendrán resonancia en el venidero Imperio Galáctico y se considerarán antecedentes de muchas de las aventuras de Hari Seldon). El mayor creador de formas de la ciencia ficción era, además, un lógico acérrimo que sustentaba - como podrá comprobarse en sus deliciosos relatos de Los Viudos Negros, pequeñas veleidades policiacas altamente recomendables- buena parte de sus enmarañadas historias en la concisión más minuciosa. Obtener todo esto en apenas 250 páginas es una gesta que sólo pueden permitirse los más grandes.

Revisar a Asimov es casi tan imprescindible como reeditarlo. Por eso, es conveniente reconocer el inteligente e inmenso mérito que tiene la versión de "Bóvedas de Acero" de la editorial Bibliópolis (con traducción de su responsable, Luis G. Pardo), un sello que se empieza a hacer un hueco entre las grandes del sector, gracias a la inclusión, en su catálogo, de Titanes como el que nos ha ocupado durante estas breves líneas. Ahora que es más asequible que nunca, nadie podrá presumir de ser lector sin haberse acercado a Isaac Asimov.

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viernes, enero 04, 2008

Emperador - Stephen Baxter

Desde el terrible choque entre las tribus y las legiones hasta las bulliciosas calles de la misma Roma, Baxter relata una historia extraordinaria sobre nuestro pasado, cuando aún había un futuro que podía ser cambiado. Esta historia empieza con un nacimiento. En la fría frontera norte del Imperio romano, una madre moribunda que acaba de dar a luz declama unas palabras en latín. Un idioma que jamás había oído antes, mucho menos aprendido a hablar. Sólo después se descubre que dichas palabras no son otra cosa que una profecía. Una profecía que habla sobre la muerte de un emperador. Una profecía que, de cumplirse, podría cambiar el destino del Imperio, y todo el futuro hasta nuestro presente. ¿Hay alguien retejiendo la madeja del tapiz del tiempo y tratando de cambiar el destino de los hombres?

Emperador, Baxter

Cubriendo un lapso de 450 años, Emperador sigue a los descendientes de Nectovelin en su lucha por asegurarse de que los acontecimientos relatados en la profecía se cumplan, mientras el Imperio invade, construye muros, convierte a su pueblo al cristianismo, y finalmente desaparece de escena y deja a Britania sumida en la Edad Oscura que sigue al dominio de Roma.

?El trabajo de Stephen Baxter está lleno de una poderosa imaginación y una gran capacidad de sobrecoger.? the Times Literary Supplement

?Audaz y constantemente sorprendente, subvierte las normas del género y deja al lector sin respiración con una ironía de proporciones cósmicas.? LOCUS

Stephen Baxter nació en Liverpool, Inglaterra, en 1957. Se graduó en matemáticas por la Universidad de Cambridge e ingeniería por la de Southampton. Es un autor aclamado por la crítica y premiado en múltiples ocasiones (ha ganado el Philip K. Dick, el Memorial John W. Campbell y el British Science Fiction Association Award; además ha sido nominado al Arthur C. Clarke, el Hugo y el Locus). Entre sus novelas destacan The Times Ships, Moonseed, Voyage, Time, Evolution, Coalescent, Exultant y Trascendent. Desde 1995 se dedica exclusivamente a la ciencia ficción. Está casado y vive en Northumberland.

ISBN 978-84-450-7680-4 CÓDIGO 494310 14 x 22,5 cm / 480 pp. PVP 22,00 euros RÚSTICA CON SOLAPAS

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sábado, noviembre 17, 2007

'Blade Runner', el gran clásico del cine futurista, regresa a las carteleras

A.SERRANO. 17.11.2007 (Extracto de 20minutos.es)

La última oportunidad de ver en pantalla grande Blade Runner comienza este fin de semana.



Basado en un relato futurista de Philip K. Dick, Blade Runner supuso en su estreno, en 1982, el inicio de un culto. La película fue rechazada por algunos críticos debido a su falta de acción, pero otras opiniones hablaban de una complejidad temática y unos efectos especiales difícilmente superables. El paso del tiempo les dio la razón a los segundos.

Para conmemorar el 25 aniversario de su estreno, Ridley Scott retoma las polémicas novedades del montaje que estrenó en 1992 para presentar Blade Runner.The final cut, con escenas inéditas y corrección de algunos errores mediante la tecnología digital.

Rutger Hauer (Roy Batty), Harrison Ford (Deckard) y Daryl Hannah (Pris) protagonizan ese mítico filme que gira en torno a los "replicantes", seres cibernéticos mucho más humanos de lo que parecen.

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martes, junio 12, 2007

UBIK, Asociación Venezolana de Ciencia Ficción y Fantasía

Navegando por la red encontramos una curiosa asociación cuyo nombre es el de una de las mejores novelas de Philip K Dick. Se trata de UBIK, que edita un curioso boletín llamado "Necronomicón".

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viernes, junio 01, 2007

Regresa Terminator

"Terminator" constituye un hito de la cinematografía de ciencia-ficción por sus avanzados efectos especiales

fuente: eluniversal.com ( http://www.eluniversal.com/2007/05/20/qhay_art_regresa-terminator_289956.shtml )



"Ahora sé por qué lloran, pero es algo que yo nunca podré hacer"
Los Ángeles.- Fiel a la promesa que hizo famoso a este cyborg robótico de Hollywood, la saga de Terminator está de regreso a las pantallas pero sin el actor que dio carne a tanto metal, Arnold Schwarzenegger.

La compañía Halcyon confirmó en la prensa hollywoodense sus intenciones de revitalizar esta taquillera saga con tres filmes más, ahora que cuenta con los derechos de la franquicia.

El precio de estos derechos no ha sido divulgado, aunque la misma prensa habla de cientos de millones de dólares.

Lo que no ha podido conseguir esta suma millonaria es la presencia del protagonista de estas cintas, el ahora gobernador de California.

Schwarzenegger protagonizó las tres primeras entregas de una saga que desde su estreno en 1984 hasta la fecha ha recaudado más de mil millones de dólares. En la actualidad, este héroe del cine de acción está metido en la política y su mandato como gobernador no concluye sino hasta 2011.

Aunque legalmente el cargo no le impide dedicarse al cine, durante su primera campaña a gobernador de California Schwarzenegger subrayó su intención de prestarle toda su atención a su nuevo puesto.

Halcyon quiere estrenar su T-4, o la primera parte de la nueva trilogía, como prefiere señalar, en 2009.

Y la ausencia de Schwarzenegger no será tan notable, dado que pretende lanzar al mercado un nuevo universo de este cyborg que en el primer Terminator era un asesino para transformarse en el bueno de la pe- lícula en las dos siguientes entregas.

Del guión no se sabe nada, aunque las principales publicaciones de Hollywood apuntan a John Connor, el líder de la rebelión humana contra las máquinas, como el protagonista.

La nueva saga presentará a un Connor en la treintena, lo que permite un nuevo cambio de actor después de que el papel lo protagonizara Edward Furlong en la segunda entrega y Nick Stalh en la tercera.

En la primera, este héroe de la humanidad de ficción aún no había nacido.

Historia de un exterminador
La primera entrega de Terminator, estrenada en 1984, constituyó la transformación de la carrera actoral de Schwarzenegger, un ex fisiculturista de origen austríaco. Pero también significó la proyección internacional de su director James Cameron.

Terminator es un cyborg, parte humano y parte máquina, llegado del futuro. En la primera parte, el humanoide debe acabar con Sarah Connor, cuya vida va a tener un importante papel en el futuro: traerá al mundo al salvador del planeta.

La película rompe paradigmas en la cinematografía de ciencia-ficción no sólo por su efectos especiales, sino por su forma narrativa.

En Terminator 2. El juicio final, dos seres del futuro son enviados al presente: el cyborg T-1.000, con la misión de destruir todo a su paso, y un cyborg más rudimentario para proteger a Sarah Connor, que está internada en un psiquiátrico, y su hijo John, de cuya vida depende el destino del mundo.

Hace una década, John Connor ayudó a prevenir el Juicio Final salvando así a la humanidad de una destrucción masiva. En Terminator 3. La rebelión de las máquinas, John tiene 25 años y es un marginado social. Pero esta marginación es sólo para los humanos; desde las sombras del futuro, John es localizado por T-X, el cyborg asesino más sofisticado de Skynet, compleja red de máquinas que una vez trató de acabar con su vida y declarar la guerra al mundo. Esta máquina es tan implacable como bella, así que la única esperanza de supervivencia para John es Terminator.

Ahora, Variety, la "biblia" de la industria del entretenimiento, informó que los derechos para un nuevo film de Terminator fueron comprados a los creadores de la franquicia, Andrew Vajna y Mario Kassar, y la promesa es un Terminator que si bien no contará con Cameron ni Schwarzenegger, será un regalo para los fieles de este hito del cine de ciencia-ficción de todos los tiempos.

Schwarzenegger interpretó al legendario personaje en 1984, 1991 y 2003, el mismo año en que fue elegido gobernador de California por el Partido Republicano. Schwarzenegger, de 59 años, fue reelecto a fines de 2006.

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sábado, mayo 26, 2007

Reconoce EU calidad de Philip K. Dick a 25 años de su muerte


Pionero de la interrelación entre ciencia ficción y 'realidad enigmática, ocho de sus historias fueron adaptadas al cine, entre ellas ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? , que inspiró la cinta Blade Runner




EFE
El Universal
Nueva York, EU
Domingo 20 de mayo de 2007

09:45 Veinticinco años después de su muerte a los 53 años, el escritor de ciencia ficción estadounidense Philip K. Dick ha logrado finalmente reconocimiento en Estados Unidos, su tierra natal, como un literato de extraordinaria imaginación.

El 31 de este mes, The Library of America, una editorial sin fines de lucro que consagra al mejor talento de las letras de este país, reeditará cuatro de sus novelas de los años 60, un gesto que ha sido ampliamente apreciado por la crítica literaria mundial.


"Es difícil saber que habría pensado Dick al ver que este mes ha llegado, por fin, a la cúspide de la respetabilidad literaria" , escribió recientemente el crítico de literatura del New York Times, Charles McGrath.


La colección incluirá El hombre en el castillo (1962), Los tres estigmas de Palmer Eldritch (1965), ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968) y Ubik (1969), todas editadas en lujoso formato.


Aclamado en vida por contemporáneos como Robert A. Heinlein o Stanislaw Lem, Dick tuvo sin embargo poco reconocimiento del público antes de su muerte, pese a que siempre soñó con ser considerado un escritor "serio" , no un lunático o una figura de culto para los consumidores de revistas "pulp".


Un consumidor asiduo de anfetaminas -dicen algunas biografías que llegó a tomar hasta mil píldoras por semana-, Dick desarrolló una paranoia tal a principio de los años 70 que llegó a escribir una carta al FBI en la que denunciaba que los académicos y críticos literarios eran agentes infiltrados de la KGB que querían apoderarse del género de ciencia ficción de EU.


Pero, más allá de sus frecuentes alucinaciones -o quizás por ello-, Dick tiene el crédito de ser un pionero de la interrelación de los géneros de ciencia ficción y la "realidad enigmática" , algo que ha sido apreciado de manera mucho más quieta y sostenida en el tiempo en el mundo del cine.


Ocho de sus historias han sido adaptadas a la gran pantalla, la más reciente de éstas su relato corto El hombre dorado, convertido en el film paranormal Next por el guionista Gary Goldman, recién estrenado a fines del mes pasado.


Dirigida por Lee Tamahori, la cinta es protagonizada por Nicholas Cage en el papel de un mago que puede anticipar lo que pasará en los próximos dos minutos de su vida, y Julianne Moore, una agente del FBI que lo quiere reclutar para que le ayude a desarmar un plan terrorista.


El cuento de Dick La segunda variedad inspiró la película de 1996 Asesinos Cibernéticos, mientras que Impostor sirvió de base para Infiltrado, del 2002, La paga para el film homónimo del 2003, y El informe de la minoría para la cinta homónima del 2002.


"Podemos recordarlo por usted al por mayor" se convirtió en el film Hollywoodense Desafío total (1990) y Una mirada a la oscuridad se adaptó como una película de mismo nombre en el 2006.


Pero su historia más conocida a través del cine es precisamente una de las que se ha incluido en la colección literaria honorífica, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, que dio con el film de culto Blade Runner, de Ridley Scott.


Un clásico de ciencia ficción y antecedente de lo que se conoce como el subgénero "cyberpunk" , Blade Runner

Dick murió cuatro meses antes del estreno del film y al principio le había manifestado a Scott su descontento por la forma en que se estaba "novelando" su historia, pero finalmente aceptó la adaptación tras un cambio de guionista.


Muchos críticos de cine también apuntan que películas como The Truman Show y las series The Matrix, aunque no citan literalmente ninguno de los trabajos de Dick, sí tienen un aire de su noción de que la realidad es una "falsificación".




cvtp

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sábado, mayo 19, 2007

Philip K. Dick, la lucha constante entre humanos y androides

JAVIER MEMBA - El Mundo 18/11/2001

La fascinación que sus escenarios -siempre visiones futuristas y desoladas de Los Ángeles- y propuestas -con frecuencia humanos en lucha con androides o ficciones de su propia experiencia- ejercen sobre el lector, hacen que éste olvide la tremenda angustia que inspiró todas las páginas de Philip K. Dick. Eternamente en lucha con "los seres invisibles", fueron éstos los que llevaron a la tumba en 1982, cuando el cine descubría la hermosura guardada en las novelas y relatos de un autor que bien podemos considerar fundamental, puestos a hablar de la ciencia ficción de la segunda mitad del siglo XX.

Nacido en Chicago en 1928, Dick publicó su primera novela -Lotería Solar- en 1952. Ni que decir tiene que no era la primera que escribía, pero sí fue, por el contrario, su primera obra maestra. Ambientada en un mundo dominado por la estricta lógica de los números, donde la máxima autoridad -el presidente Leon Cartwright- es designada mediante el sistema de lotería al que alude el título, lo tratado en ella era la experiencia de un hombre -Ted Benteley- que, sin saberlo, ha sido contratado para asesinar a Cartwright. El complejo sistema telepático que protege al presidente, proporcionará a Dick la mejor coartada para dar rienda suelta a todas sus paranoias.

Desequilibrios psíquicos

En efecto, dominado siempre por sus falsos perseguidores, en su vasta bibliografía -46 libros escritos en apenas 30 años (1950-1980)-, sus desequilibrios psíquicos le inspiraron en la misma medida obras maestras y obras menores. Como bien apunta John Clute en su Enciclopedia de la Ciencia Ficción, no es oro todo lo que reluce en la producción de nuestro autor. Publicadas en gran medida con posterioridad a su muerte, mientras el cine le adaptaba en títulos como "Blade Runner" (1982) o "Desafío total" (1990), en las novelas de Dick incluso se suceden los argumentos realistas con las ficciones de la ciencia.

Gozando del favor de los editores merced al éxito de 'Lotería solar', en los años siguientes nuestro autor publica con el mismo frenesí que escribe. Cuando en 1962 obtiene el Premio Hugo, uno de los más prestigiosos en lo que a ciencia ficción se refiere, su bibliografía está integrada por nueve títulos. Diríase que el maestro -pues, no obstante esas obras menores, Dick lo era- busca la redención a su locura en la literatura. "Nada nuevo", estimará el lector versado en autores malditos, heterodoxos y alucinados. La novedad de Dick, a diferencia del resto de los escritores de los que hemos tenido oportunidad de dar cuenta en esta misma serie de artículos, radica en el género al que adscribe sus visiones. Así, concibe máquinas homicidas como la araña policial de "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?" (1968), título que con el correr del tiempo inspiraría a Ridley Scott la ya citada Blade Runner.

La experiencia onírica

Con anterioridad (1965), el novelista ha publicado otra de sus obras maestras: "Los tres enigmas de Palmer Eldritch", una historia que versa sobre un empresario que comercializa un producto que sustituye la realidad por terribles pesadillas. La clara influencia de las drogas psicotrópicas que se registra en el texto nos lleva a pensar que Dick, como tantos desequilibrados que a la sazón intentan recuperar el equilibrio en base a las terapias propuestas por la psiquiatría alternativa, experimenta con alucinógenos. Fuera como fuese, el tema de la experiencia onírica convertida en un terrible trasunto de la realidad será una constante en la producción de nuestro novelista.

Entre delirios, divorcios y cambios de domicilio, es decir: lo normal en alguien que se cree perseguido por sus propios fantasmas, en 1974 se le concede el Premio J. W. Campbell por "Fluyan mis lágrimas, dijo el policía". Pero la gloria literaria no consigue redimirle: Philip K. Dick muere en 1982 dejando tras de sí un buen número de novelas inéditas. Los editores se pelearán por ellas. Será entonces, entre sus publicaciones póstumas, cuando los lectores descubran títulos como "Gather Yourselves Together", "The Broken Bubble" o "Humpty Dumpty in Oakland". Escritos todos ellos en los años 50, vienen a demostrarnos que la primera vocación de su autor fue realista. Sí señor, como apunta Clute, Philip K. Dick quiso ser un autor de análisis desquiciados de la vida moderna. Fue el poco interés que despertaron sus ficciones realistas entre los editores lo que llevó al futuro para retratar algunas de las grandes miserias de nuestros días. Evocando las últimas palabras de Batty, el más famoso de los androides que Dick imaginara, podemos decir que todo ello fueron lágrimas en medio de la lluvia.

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jueves, abril 12, 2007

Murió el escritor Kurt Vonnegut, un cínico que llegó a las masas

Nueva York.- Como si hubiese sabido que el tiempo se acababa, Kurt Vonnegut aprovechó el año pasado para expresar todos sus pensamientos. En su libro "Un hombre sin patria", este escritor de culto estadounidense atacó todo lo que consideraba criticable, como si quisiera que sus palabras no se olvidaran: la Casa Blanca, la guerra de Irak y la contaminación del planeta.

Ahora ha llegado la hora de Vonnegut. El escritor, de origen alemán, murió en la noche del miércoles en Nueva York a la edad de 84 años como consecuencia de lesiones cerebrales sufridas durante una caída reciente, según informó el "New York Times" en base a las informaciones de un buen amigo del artista, resñadas por DPA.

"Lo último que hubiese deseado es estar vivo cuando las tres personas más poderosas del planeta se llamaran Bush, Dick y Colin", afirmó el escritor en su último libro en alusión al presidente, vicepresidente y el ex secretario de Estado norteamericanos.

Con su bestseller "Matadero 5: La cruzada de los niños", Vonnegut ya abordó en los años 60 uno de los capítulos más oscuros de la historia de Estados Unidos, en una obra que se convirtió en la Biblia de todos los opositores a la guerra de Vietnam.

Ningún otro libro -salvo por "El guardián entre el centeno" de Salinger, y "En el camino", de Kerouac- fascinó de tal manera a amplios sectores de la juventud estadounidense. "Cuando leí 'Slaughterhouse-Five' de Vonnegut -recuerda la crítica literaria Valerie Sayers del 'New York Times'- me pareció que desaparecía el suelo bajo mis pies".

Muchos manifestantes contra la guerra de Vietnam llevaban la edición de bolsillo a las protestas, y algunos de los objetores de conciencia, que por aquel entonces eran duramente castigados, se sabían párrafos enteros de memoria.

"Matadero 5" no trata en absoluto de Vietnam, pero sí de otra guerra. Vonnegut, que a fines de 1944 cayó prisionero de los alemanes en las Ardenas siendo infanterista del Ejército estadounidense, elaboró en el libro el bombardeo por parte de su país y de Gran Bretaña de la población civil de Dresde.

Como prisionero de guerra en el país de sus ancestros, se le ordenó ayudar en la recuperación de cadáveres de las casas destruidas. Lo que escribe en su obra de 1969 fue entendido como un mensaje contra toda guerra y sobre todo contra la que en ese momento se libraba en Vietnam.

Sin embargo, ello no explica el éxito de Vonnegut sobre todo entre estudiantes y adolescentes. Lo que encantó a la juventud fue, más allá de la propuesta pacifista, su estilo original, que recordaba al arte pop. Esta particularidad se encuentra en todas sus 14 novelas, desde "Sirenas de Titán" (1959) a "Desayuno de campeones" (1973) o "Timequake" (1997).

Vonnegut siempre mezcló citas con frases sin terminar, elementos narrativos con documentales, textos de canciones, chistes inocentes y de mal gusto, así como muchas escenas de sexo, todo ello condimentado con un cinismo que dejaba al lector sin aliento.

Gracias al libro sobre Dresde, dijo cierta vez, él pertenecía al grupo que se había enriquecido con el bombardeo. Si se parte de un cálculo de 135.000 muertos, serían unos "cinco a diez dólares por cabeza", aseguró perfeccionando su método de crear situaciones chocantes para llamar la atención sobre la locura cotidiana. Con su estilo particular se convirtió en un caso excepcional de la literatura.

Los críticos académicos elogiaron los experimentos de Vonnegut como rompedores, pero pese a esta experimentación logró llegar al gran público, sobre todo los jóvenes. Quizás por ello sus obras -a diferencia de las reglas comunes de mercado- salían a la venta primero en edición de bolsillo y sólo después en las de mayor calidad, algo con lo que el escritor también provocó a muchos.

Su obra tampoco entusiasmó a las feministas, con frases como: "Ninguna mujer hermosa puede acreditar más allá de cierto tiempo las expectativas que se ponen sobre ella por su apariencia".

Pero realmente odiado fue Vonnegut por los representantes del gobierno de Nixon, contra cuya guerra el escritor contribuyó a agitar a los estudiantes con encendidos discursos.

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jueves, marzo 22, 2007

Minotauro conmemora el 25 aniversario de la muerte de Philip K. Dick con la recuperación de obras fundamentales

La editorial Minotauro conmemora el 25 aniversario de la muerte del escritor Philip K. Dick, uno de los referentes de la novela de ciencia ficción y autor del clásico 'Blade Runner', con la recuperación de una decena de sus obras fundamentales.



Minotauro reedita 'El hombre en el castillo', 'Los clanes de la luna Alfana', 'Los tres estigmas de Palmer Eldritch', 'Lotería solar', 'Nuestros amigos de Frolik 8', 'Simulacra', 'Una mirada a la oscuridad', 'Valis' y 'Cuentos completos I y II', y publica por primera vez los 'Cuentos Completos III', según informaron a Europa Press fuentes de la editorial.

El sello recupera 'El hombre en el castillo', considerada una de sus mejores obras, la futurista 'Simulacra', ambientada a mediados del siglo XXI con unos Estados Unidos presididos por un androide, o 'Una mirada a la oscuridad', recientemente llevada al cine recuperando el uso del rotoscopio.

Minotauro también completa con esta celebración la tercera parte de los 'Cuentos completos', que muestran a Dick como prolífico autor. El propio autor compiló sus relatos en cinco volúmenes, de los que la editorial ha editado los tres primeros revisados.

La relación de Dick con el cine y la televisión ha sido muy importante, aunque el escritor tan sólo pudiera ver la adaptación de uno de sus relatos a televisión y algunas escenas de 'Blade Runner', que se estrenó cuatro meses después de su muerte.

La película 'Blade Runner' se basa en la novela '¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?', 'Desafío total', con Arnold Schwarzenneger en el cuento 'Podemos recordarlo todo por usted' ('Cuentos completos IV'), y 'Minority report', de Steven Spielberg, en el relato 'El informe de la minoría' ('Cuentos completos V').

Philip K. Dick (1928-1982) fue un escritor precoz, que empezó a dedicarse profesionalmente a la literatura en 1952. En los años 60, la duda existencial que marcó su vida y su obra le llevó a la drogadicción, convirtiéndose en un apóstol del LSD y gurú de la contracultura.

Dick llegó a publicar un total de 36 novelas y cinco colecciones de relatos. En 1962 ganó el Premio Hugo con la novela 'El hombre en el castillo' y en 1975 el Premio John W. Campbell por 'Fluyan mis lágrimas, dijo el policía'.

fuente: Europa Press

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domingo, marzo 18, 2007

"Fluyan mis lágrimas", novedad en AJEC

fuente: dreamers.com (http://dreamers.com/indices/foros.cgi?indice=news/839&mostrarforo )

Se acaba de poner a la venta el libro ?FLUYAN MIS LÁGRIMAS? del autor mexicano Gabriel Benítez, dentro del número 11 de la colección Albemuth Bolsillo



Fluyan mis Lágrimas, es un título que hace referencia a una de las últimas novelas de Philip K. Dick (Fluyan mis lágrimas, dijo el policía); en este volumen Gabriel Benítez consigue acceder al mundo peculiar y único del gran genio de California, convirtiéndolo en un personaje familiar y consiguiendo un sentido homenaje. Para ello, explora las obsesiones, filias y fobias del escritor, jugando con sus interpretaciones y sus grandes temas, salpicando su novela de guiños sutiles al lector dickiano en una novela transrealista.
Al hacer que Dick penetre en una realidad alternativa a la suya, dónde se encuentra con su hermana gemela, Jane (que en la realidad murió al nacer, y que fue siempre una de las grandes obsesiones de Dick), podemos imaginar más de la vida de este genial escritor, al que las obsesiones acompañaron toda su vida.
Las obras de Gabriel Benítez tienen algo peculiar. Están escritas de la manera más sencilla, con una prosa desenfadada y sin grandes artificios, haciendo que avancen por sí solas. Pero, a la vez, están llenas de sugerencias apenas esbozadas y sus personajes son sólidos, cotidianos y llenos de contradicciones. Completan el volumen dos relatos: ?Charles Bukowski se encuentra vivo y bien y en la Luna? y ?Metamorfosis?.

Gabriel Benítez (Guadalaja, México, 1970), es uno de los escritores mexicanos de ciencia ficción más activos en los últimos años, y de los que más ha movido su producción en España. Gran aficionado a la figura del norteamericano Philip K. Dick, ha escrito numerosos relatos acerca del mundo particular de Dick, entre los que se incluye la novela corta de este volumen. También ha escrito numerosos relatos, incluidos en diversas antologías (De vuelta a Verne), y también gran cantidad de artículos de diversa temática (Vacaciones en Klendhatu).
También ha dirigido una revista virtual de gran calado, Realidad Cero, que tuvo una gran repercusión hace algunos años.
Hay más información en la página de la editorial: www.grupoajec.com

La novela se pone a la venta en librerías, tanto generales como especializadas, y grandes superficies. También se pueden solicitar ejemplares contrarrembolso sin gastos de envío a: grupo_ajec@msn.com

Ficha Ténica:

Título: Fluyan mis Lágrimas
Autor: Gabriel Benítez
Portada: Agustín Garriga
Precio: 7.50 euros
Páginas: 142
ISBN: 978-84-96013-19-7

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sábado, febrero 17, 2007

Un libro desvela los secretos mejor guardados de ?Blade Runner?

Recuperamos la reseña de un libro sobre el proyecto con el que se llevó a cabo la película Blade Runner

INFORMATIVOSTELECINCO.COM / EFE
29 de marzo de 2005

A Harrison Ford nunca le gustó Blade Runner. Sólo aceptó el papel para evitar que le encasillasen como superhéroe al uso. Durante el rodaje el actor se llevaba a matar con el director, Ridley Scout, y con su atractiva compañera de reparto, Sean Young.
Un libro sobre la mítica película aborda curiosidades y aspectos poco conocidos en España sobre el filme. El periodista Miguel Ángel Prieto recoge en su obra la génesis del proyecto y el complicado rodaje.

A pesar de que Blade Runner es una película de culto en medio mundo y de que Internet ha supuesto un buen caldo de cultivo para que los fanáticos de los replicantes filosofen sobre los sentidos esotéricos del filme y compartan curiosidades varias, poco se ha escrito en España sobre el proceso del rodaje de la película.

Blade Runner se considera en la actualidad la mejor película de ciencia ficción de la historia del cine; pero, al principio, no fue nada fácil. El filme fue ignorado por crítica y público, de ahí que Ridley Scott dijese que "pasó de fiasco a clásico sin haber sido nunca un éxito".

"Fue muy difícil poner económicamente en pie el proyecto, y tampoco fue fácil encontrar director y protagonista, que en un principio iba a ser Dustin Hoffman", explicó el periodista experto en cine Miguel Ángel Prieto en una entrevista.


17 capítulos de curiosidades

Blade Runner (Colección Making Of de la editorial T&B) aborda a lo largo de sus 17 capítulos y tres apéndices temas como la difícil elección del reparto, las pésimas relaciones personales entre el elenco, la mala aceptación que tuvo en un principio la película, la influencia estética en otras obras de ciencia ficción como Matrix o Minority Report, curiosidades de todo tipo y un análisis sobre si Deckard, el protagonista, es un replicante o no.

Al hilo de esa polémica, dos de las seis versiones de Blade Runner son tratadas también en profundidad por este libro. La primera, estrenada en 1982, en un principio contaba con un final sombrío en el que los protagonistas se metían en un ascensor y aparecía la famosa escena del unicornio, que insinuaba claramente que el personaje de Harrison Ford sí era un replicante, algo que Scott admitió definitivamente en 2000 y que el actor ha negado.

Sin embargo, nadie pareció entender el filme en los primeros pases de prueba, así que, "presionado y lleno de dudas", Ridley Scott decidió cambiar el final antes de estrenarla, imprimiéndole un toque más feliz y vital, en el que los actores se adentraban en un bosque.

La segunda gran versión, estrenada en 1992 y conocida como El montaje del director, retoma, según Prieto, "ese desenlace pesimista del unicornio que va más en consonancia con la estética de todo el filme y que deja menos cabos sueltos".

Con este libro, saldrán a la luz los entresijos de la mítica película. Blade Runner vuelve a estar de actualidad.

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viernes, febrero 02, 2007

Candidatos a los Premios Philip K. Dick 2007

Los candidatos de este año para el Premio Philip K. Dick, que se entrega anualmente para novelas de ciencia ficción publicadas directamente en formato bolsillo en los Estados Unidos, acaban de ser anunciados. El ganador se dará a conocer el viernes, 6 de abril de 2007 en el congreso Norwescon 29 que se celebrará en el Hotel Doubletree SeaTac de SeaTac, Washington (EE.UU.)

Listado de candidatos por orden alfabético

Carnival, Elizabeth Bear
Catalyst, Nina Kiriki Hoffman
Idolon, Mark Budz
Living Next Door to the God of Love, Justina Robson
Mindscape, Andrea Hairston
Recursion, Tony Ballantyne
Spin Control, Chris Moriarity

El Premio Philip K.Dick esta patrocinado por la Philadelphia Science Fiction Society de la ciudad de Filadelfia (EE UU), y la ceremonia del premio esta patrocinada por la NorthWest Science Fiction Society. El ganador del año anterior fue War Surf, de M.M. Buckner, con una especial mención para Natural History, de Justina Robson.

Los jueces en la edición de este año son: Geary Gravel, Anne Harris, Christine Mains, Kristine Smith y Mark Tiedemann.

Fuente:
Locus

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sábado, enero 27, 2007

Castillo alto

EMILI PIERA - El Mercantil Valenciano

La primera vez que me interesé por Stanislaw Lem fue por una referencia oblicua. Lem opinaba sobre la ciencia-ficción americana y decía, más o menos: «Está Philip K. Dick y están los demás, que no valen nada». Por está sátira, fue expulsado de alguna asociación americana de cazadores de hombrecitos verdes de la que era miembro honorario. A lo peor dijo lo que dijo para no tener que asistir a sus reuniones o porque no le pagaban el güisqui. Finalmente, mi estreno con Lem ha sido con la prosa memorialista, teñida de picor metafísico y más opiniones de lo que, a mi juicio, le convienen a una narración, de El castillo alto. El castillo alto también me ha servido para descubrir un sello -Editorial Funambulista - que trabaja muy bien. Es un libro hermoso por fuera y por dentro. Y muy bien escrito. Algunos párrafos basta ponerlos en renglón corto y el resultado es un poema: «Cuando era niño no murió nadie. Oí hablar de estas cosas como quien oye hablar de los meteoritos. Todos sabemos que caen pero ¿qué tienen que ver con nosotros?».

El castillo de este cuento sobre un niño que fue y la memoria del viejo que lo evoca (y las mentiras de uno y otro) es tanto un lugar físico de su pueblo como una Jerusalén resplandeciente que emite documentos de salvación si estás marcado con el sello de los elegidos o sabes como construir, sin pronunciarlo, el verdadero nombre del Altísimo, el niño judío jugaba a la cábala, pero no logra engancharme. Los aficionados a la ciencia ficción somos como los seguidores del Rayo Vallecano: estamos acostumbrados a sufrir. Una mala peliculilla sólo reclama dos horas, pero hay que invertir más tiempo en una novela. Y después de todo, Lem exageraba. Crónicas marcianas (Ray Bradbury) sigue siendo una de las mejores elegías del siglo XX. Y lo mismo que diría de su (nuestro) amado Philip. K. Dick puede decirse, también, de Arthur Clarke: a menudo escriben como dentistas, pero siempre imaginan como Dios.

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martes, enero 23, 2007

Robert Sheckley: la ironía silenciada

por Luis Pestarini

"Sheckley está a la par de Philip K. Dick y Kurt Vonnegut como un investigador irónico de todo lo relacionado con la identidad y la naturaleza de la realidad." David Hartwell

A ese colectivo que se conoce como ciencia ficción, más variado y polimórfico de lo que suele creer la crítica académica, se le pueden imputar muchos defectos, pero no el de carecer de sentido del humor. En el género tienen cabida escritores que practican el humor con frecuencia, a veces como su veta principal, como Connie Willis, Douglas Adams o John Sladek, y todos ellos tienen un antepasado común: Robert Sheckley. El humor satírico, el absurdo, el de comedias o el grotesco, Sheckley no dejó ninguna de estas categorías invicta a lo largo de una obra que se extendió por más de medio siglo. En este artículo vamos repasar la obra sheckleriana para atraer la atención de los lectores que no han tomado contacto con ella, a la espera de un trabajo más profundo y detallado. Actualmente sus libros en español están descatalogados, pero es posible que pronto una editorial española dedicada al fantástico ponga a disposición de los lectores sus principales títulos.

El primer lustro de la década del '50 fue dominado por un fenómeno que no se repitió: la existencia de decenas de revistas de ciencia ficción, desde las prestigiosas como The Magazine of Fantasy and Science Fiction o Galaxy, hasta las dedicadas a la aventura espacial sin pretensiones, como Planet Stories o Super Science Stories. No nos interesa aquí dilucidar cuál fue el conjunto de factores que determinó este fenómeno que duró hasta poco antes del fin de la década, pero nos importa una de sus consecuencias: la aparición de una generación de escritores de ciencia ficción que podían arreglárselas para vivir vendiendo exclusivamente cuentos. Si este fenómeno no se hubiese producido, muchos de ellos hubieran terminado derivando hacia otros campos, como de hecho sucedió cuando menguó el halo protector de las revistas de ciencia ficción, pero otros quedaron definitivamente apropiados. A muchos de ellos la drástica disminución de las revistas a fines de los '50 los obligó a escribir novelas o juveniles para no pasar hambre. A esta generación dorada de escritores que comenzaron como fecundos cuentistas pertenecen Philip K. Dick, Philip José Farmer y Robert Sheckley. Este último, que falleció hace poco más de un mes, es quién ahora atrae nuestra atención.
El primer cuento de Sheckley, "Final Examination", apareció en el número de mayo de 1952 de Imagination, una revista de segunda línea. Nacido en Nueva York el 16 de julio de 1928, su padre era polaco [Shekowsky] y su madre lituana, ambos judíos. Estuvo en Corea como voluntario durante el período de ocupación, antes de la guerra, y a su regreso probó suerte como guitarrista en bandas de la zona de San Francisco. En 1951 regresó a Nueva York donde pasó brevemente por la universidad antes de dedicarse por completo a la escritura, oficio que no abandonó.
Tenía 23 años cuando publicó su primer relato y antes de que terminara 1952 ya había publicado media docena, varios en Galaxy, la revista que fue su casa durante los primeros años. Dirigida por H. L. Gold, Galaxy se diferenciaba de sus colegas porque daba cabida a una ciencia ficción orientada más hacia la crítica social y la sátira, y se despreocupaba por la rigurosidad científica, un lugar ideal para Sheckley. Frederik Pohl era entonces su escritor insignia. El núcleo más cercano a Galaxy se reunía habitualmente en la casa de Gold a discutir sobre ciencia ficción y a jugar al póker. Gold, Sheckley, Budrys y Jerome Bixby eran asistentes habituales.
Al primer año en Galaxy pertenece un relato emblemático de Sheckley que anticipa el tono de la primera etapa de su obra: "El costo de la vida" [Cost of living], una sátira del consumismo en la cual el protagonista endeuda a sus nietos todavía sin nacer para adquirir lo último en artefactos electrónicos. John Clute1 divide la obra de Sheckley en tres períodos: la década del '50, la del '60, y del '70 hasta el presente. Esta división tiene algo de arbitrario, como todo ordenamiento cronológico, pero resulta bastante apropiada en este caso, aunque más adelante vamos a presentar alguna objeción.
El primer período en la obra sheckleriana se caracteriza por la abundancia de cuentos (sólo en 1953 escribió 28), casi siempre de tono humorístico, directos, cortos y sencillos, y estructurados sobre los diálogos. Esta literatura toma la iconografía de la ciencia ficción (planetas alejados, razas alienígenas, naves espaciales) pero sólo como herramientas para el desarrollo de la fábula. En ninguna de sus obras Sheckley pretende realizar una operación de verosimilitud basada en lo científico; es más, sus errores y arbitrariedades en este campo son frecuentes pero irrelevantes para la narración. Este desinterés en la verosimilitud científico-tecnológica le ha permitido sobrevivir a escritores cuyas pretensiones en este terreno fueron las opuestas. La ficción de Sheckley muy raramente pretendió acercarse al realismo, más bien lo contrario, puede considerarse dentro del amplio ámbito de la fábula, cuyas normas de verosimilitud son distintas.
Habitualmente se piensa que este primer período en la obra de Sheckley es el que ha proporcionado sus mejores trabajos. Uno de sus relatos más ácidos es "Un pasaje para Tranai" [A Ticket to Tranai, 1955]. En él, el protagonista huye de la Tierra cansado de la hipocresía y el materialismo, partiendo hacia un planeta distante, Tranai, donde ?ha escuchado? se cultiva una forma de utopía. Ya en Tranai, descubre que es así: no se pagan impuestos, los políticos son honestos (y nadie quiere ejercer cargos ejecutivos) y los matrimonios son felices. Avanzado la historia, descubrimos que sólo en apariencia se trata de la sociedad utópica: al protagonista lo asaltan y le sacan todo su dinero, pero el robo lo lleva a cabo un empleado del gobierno porque es la única forma de recaudar impuestos (también hay asaltantes comunes, que no responden al estado). El crimen no existe porque los delitos como el robo o el asesinato no están tipificados como tales. Nadie quiere ejercer cargos políticos porque los ciudadanos pueden ?literalmente? hacerle volar la cabeza por el aire si se toma alguna medida que les disguste. Y lo más escandaloso: las mujeres viven en animación suspendida salvo cuando hay algún evento o el esposo desea despertarlas porque requiere su compañía. Contra lo que supone el terrestre, este status quo es bien avenido por las mujeres y su reciente esposa lo engaña porque entiende que él no la quiere, pues la deja envejecer a su par. Al fin y al cabo ¿qué puede desear más un hombre que tener una mujer mucho más joven a su lado? Y ¿qué puede desear más una mujer que permanecer eternamente joven? Como prácticamente la totalidad de sus relatos del período, la estructura del relato es muy sencilla y está armada sobre escenas breves a base de diálogos. La historia fluye con naturalidad desde el primer párrafo, sin digresiones ni explicaciones innecesarias.
En este período, Sheckley emplea con frecuencia la estrategia que podríamos denominar las apariencias engañan. En "Los monstruos" [The monsters, 1953], uno de los primeros cuentos sobre relativismo cultural de la ciencia ficción, se narra un conflicto entre una raza extraterrestre y la humana: los monstruos son estos últimos. La ironía de la inversión de apariencias se vuelve amarga en algunos casos, como sucede en "El almacén de los mundos" [The Store of the Worlds, 1959], donde a Wayne le ofrecen cumplir con su mayor deseo. Éste resulta ser vivir una vida familiar burguesa porque ?descubrimos al final? está en un mundo postholocausto devastado.
Cierta ligereza en el tratamiento de los temas puede ser atribuida a la frecuente brevedad de los relatos. En sus historias más filosóficas se acerca peligrosamente a lo pueril, donde el mensaje de conocimiento parece anticipar a los 'pensadores' de la new age. "Haz una pregunta estúpida" [Ask a Foolish Question, 1953] es una fábula didáctica en torno a un artificio que puede responder sobre todas las cuestiones fundamentales del universo, pero ninguna raza logra sacarle una buena respuesta porque para eso deben conocer por anticipado una parte de la misma.
La cantidad de cuentos que publica Sheckley en los '50 es inusual: más de cien. La mayoría de ellos se encuentra en sus colecciones de ese período: La séptima víctima [Untouched by human hands, 1954], Ciudadano del espacio [Citizen in space, 1955], Peregrinación a la Tierra [Pilgrimage to Earth, 1958] y Paraíso II [Notions: unlimited, 1960]. Hay dos relatos que sobresalen por su ácida crítica sobre el comportamiento social en relación con la violencia. El primero de ellos es "El precio del peligro" [The Price of Peril, 1958], que en alguna medida anticipa a los reality televisivos contemporáneos. En un juego popular, varios participantes deben perseguir y matar a otro que, superada la marca de tiempo y sobreviviente, será el ganador, todo a la vista de millones de personas a través de una cadena de televisión. El cuento fue llevado al cine en Francia por Yves Boisset en 1983 bajo el título Le prix du danger.
El otro relato de nota en este tema marca, también, el comienzo de una relación más bien ingrata de Sheckley con el cine: "La séptima víctima" [Seventh Victim, 1953]. No es uno de sus cuentos más logrados: su tono didáctico y el final previsible sólo son sobrellevados por la potencia de la idea. En el futuro, para canalizar la violencia humana, se establece un deporte mortal ?reglamentado por el Ministerio de Control Emocional? al cual se pueden inscribir los interesados. Alternativamente, cada participante será asesino o víctima: en el primer caso debe eliminar a otro competidor de quién tendrá los datos elementales, en el segundo, la víctima debe defenderse sin saber quién es su potencial asesino, todo en medio del desarrollo de las rutinas cotidianas. La historia está realizada con trazos muy gruesos, pero atrajo la atención de Elio Petri, que la convirtió en una película en 1965. La decima vittima fue interpretada por una pareja top de entonces: Marcello Mastroianni y Ursula Andress. La película tuvo éxito en Italia y Francia y atrajo la atención del público europeo sobre Sheckley, que novelizó el guión de la película como La décima víctima [The 10th Victim, 1965].
Su relación con el cine tuvo otros ejemplos: el más conocido es Freejack (1992), un fallido film que contó con un elenco importante: Mick Jagger, Emilio Estévez, René Russo y Anthony Hopkins, bajo el mando de Geoff Murphy. La película está basada en la primera novela de Sheckley, Immortality Inc. (1958).
La historia en la novela comienza cuando Thomas Blaine sufre un accidente automovilístico y despierta en un hospital en el año 2110, descubriendo que su mente está en un nuevo cuerpo. Una poderosa compañía montó una campaña publicitaria en torno a él, pues demuestra que logró viajar al pasado para salvar una vida. Por otro lado, Blaine se entera de que en este futuro se ha logrado certificar la existencia de vida después de la muerte y que para llegar allí hay que pagar una fortuna a las corporaciones. Episódica como todas las novelas de Sheckley, Immortality, Inc. es más oscura en su ironía. La historia lleva a Blaine a cambiar de cuerpo, cruzar al más allá y tratar de escapar de la puja que se estableció entre la compañía que lo trajo del pasado y el gobierno. Como el mismo Sheckley reconoció, no era bueno delineando argumentos, y la novela se lee como una sucesión de situaciones sin mucha progresión narrativa. A la vez, la sátira hacia el consumismo y las corporaciones no parece acomodarse bien con elementos sobrenaturales como el más allá y los fantasmas.

En los '60 variaron las reglas en el mercado editorial de la ciencia ficción. Como señalamos, las revistas disminuyeron drásticamente en número. Además, H. L. Gold, el editor favorito de Sheckley, abandonó la dirección de Galaxy en 1961 tras un accidente automovilístico que agravó su agorafobia: ya ni salía de su casa. Durante el primer lustro de la década, Sheckley casi no escribió cuentos, dedicándose a la novela, formato que no le resultaba cómodo. Escribió nueve libros en un plazo breve, cinco de ellas de espionaje: Dead run [1961], Calibre .50 [1961], The Man in the Water [1961, Hombre al agua. Noguer, 1971], White Death [1963] y The Game of X [1965, Agente X en acción, Molino, 196?]. Además de la novelización de La décima víctima, sus otros libros de ciencia ficción de este período son Trueque mental (Mindswap, 1960), Mañana será así (The Status Civilization, 1960) y Los viajes de Joenes (Journey beyond Tomorrow, 1962).
En Mañana será así, Will Barrent es enviado al planeta prisión Omega para cumplir la condena por un crimen que no recuerda, pues le han borrado la memoria. En Omega se ha establecido una sociedad con estructura de clases en torno al crimen. Al llegar, como todos los recién arribados, es lanzado a una caza deportiva como presa, como en "El precio del peligro". Supera la prueba, lo que le permite posicionarse bien en la sociedad,. La noción de crimen en la novela es ingenua: los pobladores de Omega están obligados a drogarse y es un delito grave la promoción del aborto. No está presente el humor habitual de Sheckley y sólo la ironía del comentario sobre la mejora social a través del delito muestra algo de su mordacidad. Hay una diferencia sustancial con otros de sus trabajos largos: el protagonista, Barrent, no es el habitual hombre común atrapado en circunstancias desesperantes, sino que se convierte en un héroe que regresa a la Tierra para cambiar el sistema.
Aunque no es su mejor novela, Los viajes de Joenes es al menos la más divertida, la que mejor logra trasladar el humor absurdo de sus cuentos a un formato largo. También es su novela más episódica, una serie de situaciones que tienen como personaje común al Joenes del título, un inocente habitante de una isla del Pacífico en el siglo XXI que un día decide visitar Estados Unidos. Allí es encarcelado por comunista, liberado, arrojado en ciudades que no conoce, luego visita una comunidad utópica que preanuncia a los hippies, deviene en espía estadounidense en Moscú y termina desencadenando la III Guerra Mundial con la destrucción de la gran nación del norte, antes de regresar tranquilamente a su isla. La mirada de Joenes sobre la sociedad es similar a la de Mr. Chance , el protagonista de Desde el jardín, pero sus aventuras son bien distintas. Su candidez es característica de los protagonistas de Sheckley, pero aquí se encuentra en su estado más puro. Los viajes de Joenes es una divertida crítica a la sociedad de consumo y al sistema político en los Estados Unidos.
Trueque mental es, para parte de la crítica, la mejor novela de Sheckley. El tema del intercambio de cuerpos es el recurso disparador de la historia: Marvin Flynn cambia de cuerpo con un extraterrestre y, cuando parece que todo va bien, descubre que es un estafador que huye con su bien más preciado. A lo largo de la novela, Marvin recorrerá distintas culturas y cuerpos en busca de recuperar el propio, lo que permite al autor encadenar una serie de situaciones de comedia de ciencia ficción con éxito desparejo. Como en la mayoría de los casos, el protagonista de Sheckley es un hombre común y corriente sumergido en una serie de circunstancias extraordinarias. El recurso del intercambio de cuerpos no es explorado en ninguna vertiente (metafísica, social, científica) y el tono general es bastante liviano.
La última novela de este período, Dimensión de milagros [Dimension of miracles, 1968], aparece cuando Sheckley se traslada a vivir a la isla de Ibiza, en el Mediterráneo, al comienzo de un extenso período de bloqueo creativo. Pero la novela no refleja esto, no al menos en el sentido de que no se ubica por debajo del nivel mostrado en sus anteriores trabajos largos. Otra vez estamos ante una novela episódica: Thomas Carmody ganó el primer premio de una lotería intergaláctica, una máquina que habla y cambia de forma, pero sin ninguna función aparente. El premio lo retira en el centro de la galaxia pero, una vez hecho esto, se encuentra con el problema de que nadie sabe cómo regresar a la Tierra. Entonces Carmody se sumerge en un viaje de búsqueda, donde encontrará personajes bizarros, incluyendo a un constructor que trabaja para Dios haciendo planetas. Dimensión de milagros puede ser leída como precursora de Guía del autoestopista galáctico de Douglas Adams, una comedia espacial con toques metafísicos.


El tercer período en la obra de Sheckley comienza con su mudanza a Ibiza, a fines de los '60, donde residirá por algo más de un lustro antes de volver a trasladarse, esta vez a Londres. Sobre la experiencia del bloqueo creativo y la necesidad de expatriarse, Sheckley comentó en una entrevista2:
"No sé qué nos hace pensar siempre en estas cosas. Sólo sentí que ¡oh! las historias ya no parecen mágicas, o se retrasan, ya no las producía de la misma forma. También yo estaba cambiando: tenía problemas matrimoniales que, ciertamente, tuvieron un efecto enorme sobre mí... Hubo un montón de razones por las cuales finalmente abandoné los Estados Unidos; pero no sentí como si tuviera una en especial. Simplemente no me sentía conectado con nada aquí, como si no hubiera ningún motivo por el que debiera quedarme".
Y continuó:
"Me convertí en un expatriado y, durante algunos años, realmente sentí que aquella era mi gente. Éramos los restos de la generación hippie. Escuchábamos los discos de Neil Young, mirábamos esa luna enorme, alta en el cielo, y tratábamos de amarnos entre nosotros y de vivir una vida limpia y decente, lejos de tierra firme. Pelo largo, faldas largas y comida naturalista. Esto continuó hasta los primeros años de la década del '70."
De pronto, Ibiza se convirtió en uno de los lugares top de Europa y vender algunos cuentos esporádicamente, más algunos derechos que cobraba de tanto en tanto, ya no fueron suficientes para sobrevivir. Decidido a terminar con su bloqueo comenzó a escribir una novela que mezclaba ciencia ficción y surrealismo, su obra más extraña: Options (1975).
La novela comienza cuando Tom Mishkin debe descender con su nave espacial en el planeta Harmonia. Tiene que atravesar todo el planeta para buscar los repuestos que necesita, y para resguardarlo de los numerosos peligros, le asignan un robot programado para evitarlos. Pronto descubre que el robot está programado, en verdad, para los peligros de otro planeta, no de Harmonia. Hasta aquí, un planteo característico de Sheckley, pero entonces se suceden alucinaciones que vuelven incomprensible lo que acontece, donde a lo largo de 77 capítulos no sabemos si lo que se narra es producto de la mente perturbada de Mishkin. "Es mi libro loco, mezcla de ciencia ficción y tópicos surrealistas y absurdos" 3, declaró el autor. Defenestrada por unos y amada por otros, la novela no tiene punto medio en la receptividad del lector.
Justo en la mitad de una carrera literaria que se extendió entre 1953 y 2005, Sheckley publicó su última novela de interés: The Alchemical Marriage of Alastair Crompton (1978). Esta novela, originalmente publicada como Crompton divided, narra la historia de Crompton, cuya mente fue separada en tres partes al ser atacado por un virus que produce esquizofrenia. Dos de esas secciones, potencialmente peligrosas, fueron instaladas en cuerpos artificiales en distintos lugares de la galaxia. Crompton busca integrar su mente y para conseguir recursos para semejante fin se dedica a robar y vender valiosos productos de la fábrica donde está empleado. Basada en una novela corta publicada veinte años antes ("The Humours" ), la historia ofrece el menú habitual de su autor: lugares comunes de la ciencia ficción subvertidos, un relato que avanza con facilidad aunque muchas veces sin dirección, situaciones de comedia que finalmente no condensan por completo.
Sheckley regresó a Nueva York y comenzó a desempeñar una tarea que nunca había realizado: la de director literario de una revista de gran tirada. Omni fue una publicación de lujo pero popular ?llegó a vender más de 1.000.000 de ejemplares?, dedicada a los avances tecnológicos y científicos que incluía uno o dos cuentos de ciencia ficción por número. Fundada por Bob Guccione, el dueño de Penthouse, iba dirigida a un público que tomaba creciente conciencia de que el progreso tecnológico estaba afectando su vida de manera directa y que, además, podía consumirse. Sheckley se desempeñó seleccionando los relatos entre enero de 1980 y septiembre de 1981, período en el que casi no escribió.
Su siguiente novela fue Dramocles [Dramocles, 1983], una mezcla de space opera y soap opera (telenovela), que parte de una situación disparatada: el rey Dramocles sigue unas instrucciones que dictó él mismo y se mantenían ocultas en su cerebro, sin ningún sentido aparente. La acumulación de situaciones absurdas no funciona como en otros de sus libros, aunque tiene chispazos de ironía del viejo Sheckley (por ejemplo, hay un planeta llamado Hoover que se dedica a la producción de artículos de limpieza). La historia suena cansada más que chispeante, y naufraga mucho antes del final.
Los libros que sucedieron a Dramocles fueron escritos por encargo. Victim Prime (1987) y Hunter/Victim (1988) funcionan sobre la idea que desarrolló en La décima víctima, pero el objetivo ya es distinto, pues no se trata de una crítica a la violencia social sino un thriller tecnológico. En la sociedad descrita en Victim Prime, el asesinato en la calle ya no está bien visto, de manera que se ha montado un escenario en la isla de Esmeralda, una circo para presas y cazadores. Sheckley se detiene en describir la tecnología futurista y narra casi sin humor, arribando a un final apresurado y poco satisfactorio. La acción de Hunter/Victim se sitúa antes que las otras dos novelas. Comienza con un lugar común en este género: el asesinato de la mujer del protagonista por parte de un grupo terrorista, y la decisión de vengarse. Sin brillo, termina derivando hacia escenas surrealistas.
Las siguientes cuatro novelas de Sheckley fueron colaboraciones en las cuales él redactaba el texto sobre un resumen muy breve provisto por otro autor. Con más de sesenta años, trabajó casi como negro4 (la única diferencia es que su nombre aparecía pequeño como coautor), sólo respondió a la necesidad de mejorar su situación económica. En las últimas dos décadas de vida, muy pocos de sus libros fueron reeditados en inglés, aunque es un autor muy popular en gran parte de Europa, especialmente en varios países del Este (Rusia, Ucrania, Bulgaria y Polonia). Lamentablemente para él, en estos países sus libros se vendieron especialmente bien cuando conformaban el bloque comunista y no reconocían regalías para los autores.
La primera de las colaboraciones que escribió fue Bill, héroe galáctico en el planeta de los cerebros embotellados [Bill, the Galactic Hero on the Planet of Bottled Brains, 1990], un volumen de la serie de libros que el estudio de emprendimientos creativos Byron Preiss Visual Publications lanzó a partir de la novela original de Harry Harrison publicada en 1965. En una entrevista5 Sheckley da una idea de lo que fue este trabajo en colaboración:
"La historia que hice con Harry Harrison tuvo su origen como un pequeño párrafo de cincuenta palabras de largo. No tuve ningún contacto con Harrison en ese momento. Recibí esto de uno de sus editores. Dado que realmente no sabía nada sobre la situación, tomé ese párrafo de apertura como el problema entero y sin ninguna otra información. Sólo escribí muy rápidamente lo que me venía a la mente. Fue mi versión de una pintura impresionista" . El resultado es una novela descuidada y de a ratos incoherente, que navega entre el humor grueso y la parodia del cine de ciencia ficción; sólo en contadas páginas resuena el eco de Sheckley.
La siguiente colaboración fue una trilogía de novelas fantásticas escritas con Roger Zelazny. En los últimos años de su vida, la mayoría de las novelas de Zelazny (1937-1995) fueron escritas a cuatro manos. La serie de 'Azzie Elbub', realizada con Sheckley, es iniciada con Bring Me the Head of Prince Charming [1991], y seguida por If at Faust You don't Succeed [1993] y A Farce to be Reckoned With [1995]. Se trata de una parodia fantástica sobre la lucha entre el Bien y el Mal. Aunque Sheckley redactó la totalidad de los libros, la colaboración fue más intensa que en el caso anterior: "Fue diferente con Roger Zelazny. Nos encontramos una vez para hablar sobre un posible proyecto en colaboración. Nos pusimos de acuerdo sobre una idea, que era suya, y fue muy rápidamente. Nos llevamos muy bien y nos comprendimos. Me entristeció mucho su desaparición. Lo que hicimos entonces fue cocinar todo el argumento del libro. Durante algo más de un mes me envió esbozos argumentales y yo le hacía preguntas para que las cosas me quedaran claras. Cuando dices esto, ¿qué quieres decir? Y cuando llegó el momento de escribir, cuando sentí que comprendía todas las implicaciones de la historia, escribí el libro entero. Lo pulí un poco y se lo pasé a Roger, que arregló algunos problemas que aparecieron. Eliminó algunas discrepancias."6 El resultado fue el mejor libro de Sheckley en años, aún sin alcanzar los niveles de sus novelas más importantes. Es una fantasía medieval humorística en torno a una competencia entre el Cielo y el Infierno, que se da una vez cada mil años y cuyo premio es el reinado sobre los hombres. Aunque muchas veces es derivativa y sufre de falta de foco narrativo, se lee sin dificultades. En los libros siguientes se vuelve más evidente la inconsistencia habitual de Sheckley en sus trabajos largos, al presentar personajes para una situación y luego olvidarlos, eslabonando las secuencias tibiamente. Si bien las colaboraciones entre escritores no suelen dar como resultado la suma de sus talentos, estos libros muestran a dos escritores atrapados en sus propios clichés, alejados de sus mejores momentos, fatigados.
Luego de escribir un par de novelizaciones de series televisivas de ciencia ficción, comienza una saga de tres novelas de misterio protagonizadas por Hob Draconian, un ex hippie ya viejo y venido a menos, que decide poner una agencia en Ibiza, un evidente alter ego de Sheckley. Sus títulos son The Alternative Detective (1993), Draconian New York (1996) y Soma Blues (1997).
Su última novela publicada en inglés es Godshome (1999), otra fantasía humorística. Como en la mayoría de sus libros, el protagonista es un hombre corriente en una situación extraordinaria: Arthur Fenn que descubre por casualidad un ingenio fantástico que le permite comunicarse con los dioses y, circunstancialmente, lograr que hagan algo para él. Entonces se sucede un largo desfile de dioses (algunos mitológicos, otros invenciones del autor), que desemboca en situaciones absurdas.
Tras publicar más de cuarenta libros, el mundo editorial de Estados Unidos le cerró las puertas. Sus últimas dos novelas no fueron editados en inglés: The Grand Guignol of the Surrealists [2000] apareció en Italia, Rusia y Polonia mientras que Dimension of Miracles Revisited [2001] fue publicada comercialmente al menos en Italia, pero en inglés sólo circuló una edición limitada, casera, de hojas fotocopiadas encuadernadas en espiral.

Hemos seguido hasta aquí la clasificación cronológica de la obra de Sheckley según John Clute, pero las características de declinación que presenta en su tercer período, desde los '70 en adelante, parece apropiada exclusivamente para las novelas, pues en el caso de los relatos breves todavía se pueden encontrar muestras de gran talento hasta en sus últimas producciones, con altibajos y, si se quiere, un nivel medio inferior a las etapas anteriores, pero muy lejos del descuido de sus últimas obras largas.
Por otro lado, hay una decisión de abordar nuevos géneros, aproximaciones y temáticas que no se corresponde con otros momentos. Un claro ejemplo de esto es "En una tierra de colores claros" ["In a Land of Clear Colors, 1976], una extensa exploración de una cultura extraña desde el punto de vista de un terrestre que intenta incorporarse a ella. La sensación de soledad y abandono que transmite esta crónica es inusual en Sheckley. Hay que señalar, además, que en 1979 los músicos Pete Sinfield y Brian Eno compusieron música de acompañamiento para el relato, que fue publicado en un volumen ilustrado junto con un disco larga duración, con una tirada de un millar de ejemplares convertidos ahora en piezas de colección.
El viejo humor sheckeriano se renueva en relatos. "¿Qué es la vida?" ["What is Life?", 1976] es una brevísima pero demoledora parodia de la sabiduría oriental filtrada por Occidente. En "El día que llegaron los extraterrestres" ["The Day the Aliens Came", 1995] se reconoce la mano de Sheckley en su sucesión de absurdos que involucran a múltiples razas de alienígenas sobre la Tierra. Pero también muestra en ocasiones una ironía sin gracia, como en "Kenny" [1999], relato publicado en el número conmemorativo de los cincuenta años de The Magazine of Fantasy & Science Fiction, donde juega con clichés del género como la colonización de otros mundos y el origen de las civilizaciones.
Uno de sus últimos cuentos publicados fue el delicioso "Reborn Again" [2005], que aborda otra vez el tema del intercambio de cuerpos. Un hombre despierta tras un trasplante de cuerpo para descubrir que algo salió mal: comparte la anatomía con el propietario anterior, un judío vegetariano que intentó suicidarse mediante la operación de traspaso porque no podía discernir si Dios existía o no. El buen Sheckley aparece en los diálogos entre los dos inquilinos del mismo cuerpo y en la visita a un bar donde el camarero es un agente literario.
En este período el tono reflexivo está más instalado que en otras épocas. Sus relatos de los '80 en adelante recorren una gama amplia, poco explorada en su ficción previa. Va desde la fábula pastoral de "The Forest in the Asteroid" [2004] hasta diversas incursiones el terror, como las que publicara a comienzos de los '80 en The Twilight Zone Magazine, como "La ciénaga" ["The Swamp", 1981] o "Tres cuentos aleccionadores" ["Three Cautionary Tales", 1981], no completamente logradas, o el cuento más reciente e interesante "The New Horla" [2000]. En los últimos años, además de publicar regularmente en The Magazine of Fantasy & Science Fiction, también llevó adelante una serie de relatos y artículos en BIGnews, publicación que distribuyen y venden los homeless en la zona de Nueva York, al estilo de la porteña Hecho en Buenos Aires. En casi todos los números hay un cuento breve o un artículo de Sheckley, y se pueden encontrar, por ejemplo, una comedia de ciencia ficción (incluso autorreferencial al género) como "Conversation on Mars" [2004]. Parte de sus cuentos más recientes están reunidos en las compilaciones The Robot Who Looked Like Me [1982], Is That What People Do? [1984] y Uncanny Tales [2003]. En 1991 la editorial semiprofesional Pulphouse publicó The Collected Short Fiction of Robert Sheckley, una obra en cinco volúmenes que reúne, a lo largo de 1700 páginas, una selección considerablemente amplia de sus cuentos.

Extrañamente, a pesar de que la carrera de Sheckley se extendió a lo largo de más de medio siglo y centenares de obras, no recibió ningún premio por su ficción en los Estados Unidos. Tal vez esta falta de reconocimiento se deba a la aparente sencillez de sus cuentos y a sus novelas irregulares, cuando no directamente deslucidas. En 2000 la Science Fiction Writers of America quiso enmendar esta injusticia otorgándole el premio al Autor Emérito, pero el efecto fue contrario al deseado. Esta distinción es, en realidad, un reconocimiento menor, un 'Gran Maestro' (el premio mayor de la SFWA) de segundo nivel, que ha sido otorgado a escritores como Katherine MacLean o Charles Harness. Además, el emérito implica una suerte de retiro, y Sheckley en 2000 se encontraba en plena producción. Hubo numerosas voces que se alzaron contra el premio, reclamando que se le concediera el Gran Maestro, requerimiento que tomó fuerza en 2005 cuando algunos aficionados comenzaron a juntar firmas.
Mejor trato recibió Sheckley en los países de Europa del Este, donde desde hace décadas es reconocido como un autor mayor. Invitado frecuentemente a convenciones, estaba en Kiev a mediados de abril de 2005 cuando sufrió graves problemas respiratorios y debió ser internado; Sheckley era un fumador irreductible. La situación se agravó porque, además de los trastornos de salud que lo mantuvieron internado varias semanas, su situación económica no le permitía afrontar los elevados gastos de atención médica. Entonces comenzó una colecta internacional para reunir fondos que incluyó la venta de un cuadernillo con un cuento suyo durante la Semana Negra de Gijón, en España. Por fin, los gastos del tratamiento y del vuelo de regreso los pagó un admirador: el millonario Viktor Pinchuk, yerno del entonces presidente de Ucrania, Leonid Kuchma. Tras pasar por una lenta recuperación, el 20 de noviembre Sheckley fue sometido a una operación de urgencia para eliminar un aneurisma cerebral; veinte días más tarde, el 9 de diciembre, sin haber recuperado la conciencia, murió en el Vassar Brothers Medical Center Poughkeepsie de Nueva York, a los 77 años.

En las últimas tres décadas, la obra de Sheckley se ha ido deslizando hacia una zona de sombras que escapa a la mirada del gran público de la ciencia ficción y que ha terminado por arrastrar allí también a sus mejores obras. Este proceso de eclipse está relacionado tanto con la decaída calidad de sus obras largas como con un cambio en las reglas del mercado: dejó de regir el cuento para tomar la posta la novela. Y, como hemos visto, Sheckley no se destacaba en este campo.

Vale la pena reiterar aquí algunas de las características de los cuentos y de las mejores novelas de Sheckley: son magistrales ejemplos de manejo del ritmo en los cuales el lector ingresa rápidamente en el mundo ficcional. El humor y la ironía tienen cierto tinte ingenuo que ha permitido que parte de la crítica los tildara de superficiales, de ser incapaz de un desmenuzamiento más incisivo de las conductas sociales. Pero en verdad Sheckley suele ser devastador en sus comentarios, pero estos son anunciados ligeramente, sin estridencias.
La categoría de fábula que puede ser aplicada a sus mejores cuentos y novelas está respaldada también por su actitud de eludir la verosimilitud científico/tecnológica que tanto ha lastrado a la ciencia ficción de los '50 y posteriores. Los relatos que detenían su mirada en el funcionamiento de las cosas hoy parecen caricaturescas visiones del futuro mientras que la ficción de autores como Dick, Bester o Sheckley mantiene su vigencia. Pero aunque la mayor parte de su obra es ciencia ficción, no pensaba en sí mismo como un escritor de género: "Ni siquiera puedo alardear de conocer ciencia ficción. Desde luego me doy cuenta de que la escribo. Pero no me propongo escribirla. No me siento y digo: ahora pensaré una idea de ciencia ficción, veamos cuál usaré esta vez, ¿monstruos del espacio o fin del mundo?" 7
Las críticas a los sistemas políticos, a los medios de comunicación, a las corporaciones económicas, son temas recurrentes en su obra, pero también tiene un lado metafísico, una indagación permanente sobre la sustancia de lo que nos rodea, de su razón de ser, expresada a través de cuestionamientos a la consistencia de la realidad, que puede apreciarse en la repetición de la figura del intercambio de cuerpos así como también en el recurso de invertir las apariencias.
La ciencia ficción es un género con una memoria caprichosa, que relega a algunas de sus mejores voces sólo por no cumplir con las reglas de un mercado parasitario, que sólo toma lo que ofrece una ganancia rápida. No es justo que una obra como la de Sheckley, donde se entremezclan la fábula, la ironía y una mirada penetrante sobre la sociedad, está alejada de las marquesinas más luminosas que tiene la ciencia ficción.

Notas:
1 En The Enciclopedia of Science Fiction. Dirigida por John Clute y Peter Nicholls. New York: St. Martin?s Press, 1993. p. 1097.
2 ?Robert Sheckley?, por Charles Platt. En: Cuásar
4 (primavera 1984) pág. 115.3 Idem, pág. 115.4 Autor que escribe libros firmados por otro.
5 Entrevista abierta realizada durante la 1st International Week of Science & SF en Timisoara, Rumania, en 1999. En: http://www.concatenation.org/interviews/sheckley.html
6 En la misma entrevista.
7 ?La busca de lo maravilloso?. En: El Péndulo 2 (segunda época, julio 1981), pág. 55.

Tomado de Axxón 159 - febrero de 2006

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