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jueves, marzo 29, 2007

Cortázar en el anuncio publicitario II

Nos llama la atención uno de nuestros lectores sobre la circunstancia de que el mensaje anterior sea meramente expositivo y no hayamos hecho un comentario crítico (pues se muestra tan sólo el anuncio que está publicitando una empresa de automóviles con la voz de Cortázar y el texto original del relato).

Lamentablemente el editor de este blog junto con otros muchos colaboradores disponemos de premura que en ocasiones puede llevar a mostrar mensajes tal y como se producen en la realidad sin establecer en ese momento un comentario.

Ciertamente se plantea que en este caso es bastante ilegítimo usar el trabajo artístico de una persona que de hecho se habría opuesto a este uso, en esta línea se han publicado algunos artículos de opinión en la prensa, elogiosos para con los cronopios y famas de Julio y críticos respecto del uso utilitarista y trivializador en un anuncio de un simple auto.

Como bien dice Carlos Hugo, el lector que nos remite el mensaje, "tales manipulaciones no forman parte de la historia del arte". Ciertamente, una cuestión es el ejercicio de la cita, legítimo en cualquier acción de comunicación, especialmente si es artística y otra muy distinta el uso a las llanas del discurso completo y de la voz del artista. Tomando el ejemplo del lector sería lo mismo que poner el texto de uno de estos relatos en una caja de condones, algo en definitiva sórdido y más bien irrespetuoso al utilizar algo de un artista que entre sus muchas cualidades destacó, a diferencia de otros autores por su independencia y honestidad. Hemos incluido aquí en alguna que otra ocasión escritos acerca del compromiso social de Cortázar, obviamente muy distante de esta cuestión.

Tómese el lector la publicación del pasado mensaje como una ventana que muestra la perspectiva que en ocasiones se adopta en la sociedad sobre los escritores y no tanto como una mera "transmisión" del mensaje publicitario, que obviamente no merece en absoluto.

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martes, marzo 27, 2007

Instrucciones para dar cuerda al reloj

Un anuncio de autos ha "resucitado" la voz de Cortázar, que aparece como voz en off, leyendo sus "instrucciones para dar cuerda al reloj".

A continuación mostramos el anuncio y el texto que es leído:



Instrucciones para dar cuerda al reloj (Julio Cortázar)

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj

Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

Instrucciones para dar cuerda al reloj

Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.

¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.

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