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domingo, enero 13, 2008

La cultura en el café

Un ensayo sobre el Café como el espacio donde se gestó la modernidad literaria europea.
Por Luis Fernando Afanador (semana.com)
Fecha: 01/12/2008 -1341
Antoni Martí Monterde

Poética del Café
Anagrama, 2007
491 páginas

"Cielito lindo, cielito de café", decía Julio Cortázar en Rayuela. Sin duda él perteneció a una generación que vivió el esplendor del Café como un escenario propicio para la lectura, la escritura y la discusión. "El café aguza la inteligencia y aviva la sociabilidad", pensaba el escritor catalán Josep Pla. El escritor vienés Joseph Roth, dijo: "Salir del café y ver la luz del sol era como despertarse en medio de un sueño. Dentro se paraba el tiempo". Para el profesor George Steiner, Europa está hecha de cafés: "Dibujad un mapa de los cafés y tendréis uno de los indicadores esenciales de la idea de Europa". Por eso, la decadencia del café implica la decadencia de una civilización entera.



Las coffeehouses inglesas y el café Procope de París, en el siglo XVIII, pueden ser considerados los primeros. Se inspiraron en los salones de las grandes damas aristocráticas de Francia como Madame de Staël y Madame de Sévigné. Toma su modelo de tertulia, de centro de las novedades culturales y políticas, pero sin un carácter excluyente y elitista. Son espacios abiertos, burgueses, con un único requisito: el pago del consumo que legitima la ocupación de una mesa. En el nuevo café no hay protocolos ni se reconocen jerarquías: el prestigio se gana y se pierde con el buen o el mal uso de la palabra. Aunque tampoco existe la obligación de lucirse: el derecho a permanecer callado, solitario, también hace parte de sus reglas no escritas. Un espacio democrático para el debate al que, sin embargo, sólo accederían las mujeres mucho tiempo después.

Al igual que la bebida, los cafés son adictivos. Se empieza con una visita esporádica que se va transformando en asiduidad y permanencia. ¿Cuál es el misterio de su fuerte atracción? ¿La cálida intimidad provocada por sus dimensiones reducidas? ¿La familiaridad encantadora que reina porque todo el mundo se conoce? Responde el periodista Sebastià Gasch: "No lo sé. Lo cierto es que se trata de un no sé qué tan seductor que el día que no vais lo añoras".

En el Café se interrumpe la continuidad de la vida, o se la ve desde una distancia irónica. Allí, como en ningún otro lugar, se cruza lo individual y lo colectivo, la soledad y la sociedad. "El Café es la vida interior de la ciudad como ciudad", sostenía Ramón Gómez de la Serna. Más que una historia de los Cafés, este libro de Antoni Martí Monterde, -finalista del último Premio de Ensayo Anagrama- busca seguirle la pista a esa hipótesis: cómo se ha gestado en los cafés la escritura de la ciudad y una noción de literatura. Artistas y muy buenas anécdotas desfilan por estas páginas. Que son una memoria de una forma de vida que se extingue, pero también un punto de reflexión hacia el futuro. "Pero Literatura y Café, en tiempos de pérdida, vuelven a proponerse, en silencio, para una generación -que nunca se afirmará como tal- de individuos desleídos en una nebulosa, donde leen incansablemente y se escriben".

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lunes, diciembre 31, 2007

El libro objeto en la obra de Cortázar

(26noticias.com.ar

Uno de los ensayos que integran la obra "Penúltimas lecturas", sobre el escritor argentino, aborda ese aspecto lúdico y aparentemente secundario del autor de "Rayuela", a partir de "La vuelta al día en ochenta mundos" y "Ultimo round".

Uno de los ensayos que integran el libro "Penúltimas lecturas", sobre Jorge Luis Borges y Julio Cortázar, aborda un aspecto lúdico y aparentemente secundario del autor de "Rayuela", a partir de las obras "La vuelta al día en ochenta mundos" y "Ultimo round".

"En la época en que fueron publicadas, lo sagrado de un libro era el texto y cuando tomás estas obras de Cortázar lo que te salta a la vista es que tenés un objeto y esa forma te dice algo desde el vamos, eso es lo que más me impresionó", dijo a Télam, Victoria Riobó, autora del ensayo, recién publicado por Edhasa.

En realidad, destacó la investigadora, "hay como un efecto pantalla, antes del texto está el libro como objeto, como mensajero. A partir de esa constatación yo fui para atrás para ver que le pasaba a Cortázar y por qué. Por supuesto que cuando el empieza esta búsqueda ya tiene un nombre en la literatura".

"Cortázar socava intencionalmente la ilusión que identifica, por asimilación, libro y texto, poniendo el acento en el libro como "artefacto", y por ello mismo, situándolo fuera de un terreno estrictamente lingüístico", escribe.

Riobó abona la tesis de que Cortázar "llegó demasiado pronto a la fórmula del buen cuento, a él le resultaba muy fácil. Y en vez de dejarse ir por ese lado, que era lo más exitoso, toma su riesgo cuando saca estas dos obras que continúan la exploración de las opciones de la forma como elementos significantes".

Cortázar se refiere a estas obras como libro-collage, libro almanaque, "especie de baúl", divertimento, libro-objeto, juguete, polilibro, artefacto, nomenclaturas, enumera Riobó, "que nos hablan de una mirada que engloba el conjunto de materiales que las componen y de su peculiar articulación".

Cuando estos libros se publican, mencionó la ensayista que es una de las autoras de "Penúltimas lecturas" junto a otros investigadores y profesores universitarios, "la crítica, más que el público, se queda desconcertada.

"?Y ahora qué hace Cortázar ...pavadas?. Pero él sigue en ese proceso de exploración que también está acotado. Dice que es un paso necesario pero tampoco se queda en esto", resaltó.

Resulta asombroso pensar hoy, reflexionó Riobó, "que estos dos libros hayan tirado cuando aparecieron 12.000 ejemplares. Aunque se trataba de obras de vanguardia era una cuestión de época, ahora es impensable, apenas con un gran escritor se alcanzan esas cifras".

La renovación del lenguaje en ese tiempo, apuntó la investigadora, "tenía que ver también con un signo de época, se pensaba entonces que todo se podía cambiar. Ahora la actitud general es de mayor escepticismo".

"Incluso algunas declaraciones de Cortazar leídas a distancia pueden sonar ingenuas -consideró Riobó- pero ellos realmente creían en la búsqueda y en la revolución".

Un elemento importante que la ensayista incorpora al análisis está relacionado con una afirmación de Cortázar: "una de sus mejores críticas es que no se hace literatura revolucionaria por escribir acerca del tema, sino que se trata de revolucionar la novela. Cuando lo plantea esta postura pudo haber sido irritante".

?Uno de los más agudos problemas latinoamericanos es que estamos necesitando más que nunca los Che Guevara del lenguaje, los revolucionarios de la literatura más que los literatos de la revolución", dice Cortázar, según transcribe el escritor y profesor de Literatura Mario Goloboff.

Para Riobó, "el espíritu lúdico en el escritor es muy fuerte y al concepto de literatura concebida para durar le contrapone esa otra forma de arte más espontáneo, efímero, que le permite ser menos solemne, irreverente".

"Un arte más de interpretación como es la música, en donde el presente entra mucho más, esto le permite no pensar en entrar en el canon, en la historia", definió.

El contrapunto entre estos dos libros y la literatura tradicional "es increíble" según la ensayista.

Por ejemplo, señala, en ?El ultimo round?, "juega en las tapas con el diario". A su vez, el tema de las misceláneas, la falta de jerarquías en el texto, mencionó la investigadora, "si uno las ve desde lo que hoy pasa en Internet, es fácil deducir que el escritor se adelanta a su tiempo.

Aunque usa soporte papel, en realidad lo hace como si estuviera manejando un soporte digital". "El contexto de autor, del boom, hicieron posible estos libros, ahora se puede ver que las editoriales a veces publican algún capricho pero los libros objetos están pensados al revés: no parten del autor, salen a propuesta del editor", concluyó. (Télam)

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miércoles, julio 25, 2007

Los libros de Julio Cortázar


La lectura es un espacio íntimo y muy personal que nos revelan también los rostros y las almas, desde la selección de los libros, autores, temáticas y géneros. Y eso se subraya, cuando el lector es, además, un gran escritor, referente de varias generaciones, como sucede con ese cronopio que tanto queremos en Cuba y en otras naciones iberoamericanas y que conocimos con el nombre de Julio Cortázar.

Al presentarse, en Barcelona, el VI volumen de las Obras completas de Julio, quedó inaugurada la exposición "Los libros de Cortázar", en el Centro Cultural Círculo de Lectores de la ciudad condal. Eso ha permitido a sus admiradores, sobre todo a los jóvenes que buscan sus libros e intentan comprender las claves de su poética, de su creación literaria, aproximarse a la biblioteca personal de Cortázar, en la que se develan sus relaciones personales, la amistad y correspondencia, el intercambio sostenido durante muchos años por el intelectual argentino con otros grandes de las letras, como el cubano José Lezama Lima, el mexicano Octavio Paz y el chileno Pablo Neruda, entre otros.

Allí, en cada cuaderno, está el apunte cortaziano, sus notas, dedicatorias, observaciones, ideas y reflexiones que revelan su huella, como el develamiento de su sensibilidad al encontrarnos con dedicatorias, papeles personales e, incluso, otros objetos escondidos entre sus páginas.

Julio Cortázar, siempre presente en Cuba, desde los años 60 hasta sus últimos días, en diálogo poblado de razones y emociones, es un fantasma amigo que nos acompaña, el mismo que alimenta y reta a otros cuentistas que, cada año aspiran a obtener el premio literario que, en Cuba se ofrece, como tributo y homenaje al Cronopio mayor de las letras latinoamericanas, el mismo que solía degustar de un café, entre las calles de la Habana Vieja, cuando enrumbaba hacia la casa de Trocadero donde le aguarda, entre las volutas de su Habano, el maestro de Paradiso , novela que por cierto, en su edición príncipe, fue prologada por el propio Cortázar.

Muchas anécdotas y leyendas se han tejido sobre esa amistad singular entre ambos autores, desde el diálogo que sostenían los dos, por esas calles habaneras, pobladas por sus imaginerías, en las que el argentino sobresalía desde su deslumbrante juventud, mientras el cubano contemplaba, con cierta dosis de ironía al gaucho, agradecido por el afecto y deudor de tanto apoyo, como el que en silencio se producía cuando desde París o desde cualquier ciudad del mundo, llegaba el Cronopio con nebulizadores para el asma de aquel hijo del trópico, y víctima propia del calor y de la humedad, imágenes que fueron captadas por el lente del fotógrafo cubano Chinolope.

Entonces se afirmaba que Julio no envejecía y que sólo se alargaba su inmensa humanidad. Sí, la huella del sufrir fue marcando con sus arrugas y centellas aquel rostro cordial y franco, ajeno a las edulcoraciones, en cuyos ojos también se iluminaba la ironía del buen sudamericano, mientras el tango se diluía en ron y aguardiente y se quebraba el bandoneón ante los cueros y los metales criollos.

En aquel prólogo al que hice referencia, afirmaba entonces Julio Cortázar: ?Si la dificultad instrumental es la primera razón de que se ignore tanto a Lezama, las circunstancias de nuestro subdesarrollo político e histórico son la segunda.?

El tiempo, como siempre, fue situando las aguas en su nivel, y en una encuesta de la revista inglesa Time, sobre los hechos, personalidades y obras más importantes del siglo XX, en la que fueron consultados 1245 intelectuales, así como 456 artículos y unas 841 bases de datos, en todo el planeta, se llegó a la conclusión que, entre los diez títulos más trascendentes de las letras universales, en la pasada centuria, estaba una novela cubana, la escrita por Lezama Lima y edita en 1966, con el prólogo de Cortázar, una década antes de la muerte del líder del grupo Orígenes.

Así, y en la relación de los libros claves del siglo XX nos encontramos polémicas a parte-, vemos cómo dentro de todo el volumen publicado dentro de la llamada cultura occidental, los cinco títulos votados como los más relevantes fueron:

1) Ulysses ( Ulises ) del irlandés James Joyce - 98 puntos
2) Old man and the sea ( El Viejo y el mar ) del estadounidense Ernest Hemingway - 95 puntos
3) Le Petite Prince ( El Principito ) del francés Antoine Saint Exupery - 88 puntos. Esta obra, debemos apuntarlo, al realizarse también una encuesta en el mundo de las letras y de la academia en Francia, resultó la más votada en la centuria, dentro de la literatura gala del siglo XX.
4) Il nomine della rosa ( El nombre de la rosa ) del italiano Umberto Eco - 87 puntos
5) Paradiso del cubano José Lezama Lima - 77 puntos

Debo hacer notar que en la relación sólo aparecen obras escritas en inglés, francés, italiano y español, idioma este último que logró su inclusión gracias a la novela de nuestro Lemaza Lima, por cierto, único autor que no procede de un país del llamado primer mundo, sino de un archipiélago caribeño, inserto en América Latina. Este dato no apareció en el catálogo barcelonés, pero no podemos soslayarnos, aunque me cabe una inquietud: ¿Sería esta una broma del Cronopio? Al menos, prefiero creer que donde quiera que estén, los dos, Lezama y Cortázar, asuman la noticia con humor y buena dosis de ironía, ¿verdad?
Fuente: CUBARTE

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sábado, junio 30, 2007

La Fundación March expone en Barcelona 4.000 documentos de la biblioteca de Julio Cortázar

(Lugar: i. d. | barcelona)
Libros de Pablo Neruda o García Márquez dedicados, poemarios con garabatos en español y en francés, o volúmenes que conservan sorpresas en su interior son algunos de los objetos que se muestran desde ayer en la exposición Los libros de Cortázar, en la Fundación Círculo de Lectores de Barcelona. Formada por más de cuatro mil documentos, fundamentalmente libros y revistas, la biblioteca de Cortázar fue donada en 1993 por su viuda a la Fundación March. En la exposición figuran dos curiosas separatas: una que contiene un breve poema visual, titulado 720 círculos, con las instrucciones para poder leerlo, y otra en la que se recoge el capítulo 126 de Rayuela, que su autor nunca incluyó en la novela.

fuente: La Voz de Galicia

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jueves, abril 19, 2007

Los libros y Cortázar

"Los libros no se agotan en el análisis: hay que vivirlos"
(Julio Cortázar)

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