La primera frase o párrafo de una historia es algo que puede llegar a atormentar al escritor. Es el primer paso del mundo cotidiano al literario, y de él va a depender que el lector se vea arrastrado a seguir leyéndonos. Para Gabriel García-Márquez, las tres primeras líneas de una historia eran tan importantes como las tres últimas, y se dice que a ellas les dedicaba un gran esfuerzo.
Pero aunque sean fundamentales, no tienen por qué obsesionarnos. Conviene tener en cuenta que rara vez una historia comienza en el mismo momento en el que el autor empieza a escribir. Lo más probable es que esa primera frase desaparezca, acabe ocupando otro lugar o sea reescrita varias veces hasta llegar a la versión final del texto.
Existen muchas maneras de arrancar una historia y a continuación vamos a ver algunos inicios que pueden servir de modelo o inspiración para establecer ese primer encuentro entre escritor y lector. Por supuesto, no son cajas estancas, por lo que es fácil encontrar principios que reúnan varias (o incluso todas) maneras de comenzar.
1. CON UNA DESCRIPCIÓN
El objetivo es poner en situación al lector. Se utiliza en los casos en los que el escenario en el que se desarrolla la acción es importante, cuando queremos destacar un rasgo de la personalidad del personaje o cuando buscamos generar una ambientación que dote de un tono particular al texto.
“Una niebla invernal, gris y espesa separaba al Valle de Salinas del cielo y del resto del mundo. Era una densa bruma que se apoyaba por sus bordes en las crestas de las montañas, convirtiendo el valle en una olla tapada. En el fondo, donde el suelo era llano, los arados abrían surcos profundos por los que asomaba la tierra rica y rojiza. En las laderas de los montes, al otro lado del río Salinas, los campos de espigas amarilleaban como si estuvieran bañados en una pálida luz solar, pero esta no llegaba hasta allí. Los álamos y sauces que crecían apretados al borde del río, parecían gigantescas antorchas cuyas llamas eran sus hojas amarillas o pardas”.
Los crisantemos (John Steinbeck)
2. PRESENTACIÓN DEL NARRADOR
Se trata de una tarjeta de visita y se utiliza en los casos en los que el narrador está implicado en la historia. En ellos es muy importante la primera característica que se nos muestra de ese narrador, pues la historia girará en torno a ella.
“Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera”.
La casa de Asterión (Jorge Luis Borges)
3. CON UNA REFLEXIÓN
En estos casos la distancia emocional del que cuenta la historia es escasa. Sucede cuando el narrador necesita aclarar a los demás, o a sí mismo, lo que tiene intención de contar, o establecer unas bases sobre el punto de vista desde el que debe leerse el relato. En algunas ocasiones, el narrador acaba contradiciendo lo que en un principio afirmó.
“En aquel entonces era difícil saberlo. Uno va al cine o al teatro y vive su noche sin pensar en los que ya han cumplido la misma ceremonia, eligiendo el lugar y la hora, vistiéndose y telefoneando y fila once o cinco, la sombra y la música, la tierra de nadie y de todos allí donde todos son nadie, el hombre o la mujer en su butaca, acaso una palabra para excusarse por llegar tarde, un comentario a media voz que alguien recoge o ignora, casi siempre el silencio, las miradas vertiéndose en la escena o la pantalla, huyendo de lo contiguo, de lo de este lado. Realmente era difícil saber, por encima de la publicidad, de las colas interminables, de los carteles y las críticas, que éramos tantos los que queríamos a Glenda”.
Queremos tanto a Glenda (Julio Cortázar)
4. DE MANERA BRUSCA
O, como también se denomina: ex abrupto. Se trata de comenzar como si el lector ya estuviera al tanto de todo. De este modo, limitamos su capacidad de reacción y le hacemos avanzar en la historia sin pensarlo demasiado.
“Al día siguiente, durante el desayuno, se sirvieron unos pasteles muy sabrosos, cangrejos y albóndigas de cordero; mientras comían, el cocinero Nicanor se presentó en el piso de arriba para preguntar qué deseaban los señores para el almuerzo”.
Del amor (Antón Chéjov)
5. ROMPIENDO LA LÓGICA
Se trata de descolocar al lector desde el primer momento, de introducirlo en un universo desconocido y perturbador que le motiva a seguir leyendo por la necesidad de entender lo que está ocurriendo.
“Pete Crocker, el sheriff del condado de Barnstable, que abarca todo Cabo Cod, entró en el Salón Federal de Suicidios Éticos de Hyannis una tarde de mayo y les explicó a las dos Azafatas de seis pies de altura allí presentes que no debían alarmarse, pero que creía que un cabezahueca de mala reputación llamado Billy el Poeta se dirigía al Cabo”.
Bienvenido a la jaula de los monos (Kurt Vonnegut)
6. EN MITAD DE UN DIÁLOGO
Aquí generamos en el lector la sensación de que se está colando en la historia, como si, en vez de abrirle la puerta, él se asomase por el ojo de la cerradura. Genera curiosidad por conocer quién habla y por qué cuenta lo que cuenta.
“─Lo maravilloso es que no duele ─dijo─. Así se sabe cuándo empieza.
─¿De veras?
─Absolutamente. Aunque siento mucho lo del olor. Supongo que debe molestarte.
─¡No! No digas eso, por favor.
─Míralos ─dijo él─. ¿Qué será lo que los atrae? ¿Vendrán por la vista o por el olfato?”
Las nieves del Kilimanjaro (Ernest Hemingway)
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