Corría el año 30 del siglo pasado cuando Mijaíl Bulgákov compartió con algunos amigos el manuscrito en el que estaba trabajando. Originario de Kiev, se había mudado a Moscú con su primera esposa hacía una década, después de abandonar su oficio de médico para dedicarse por entero a la escritura. Para entonces ya iba por su segundo matrimonio, había publicado varias novelas y obras de teatro, y el gobierno soviético había censurado y prohibido la publicación y puesta en escena de todas ellas. Con su carrera de escritor prácticamente dinamitada, Mijaíl comenzó a escribir una sátira en la que el diablo, acompañado de un asistente y un gato, pasean por Moscú esparciendo la muerte y el desconcierto.

Sus amigos sintieron pavor al leer el manuscrito, ya que en aquel diablo llamado Vóland reconocieron a Stalin, y temieron por la vida del escritor si la obra salía a la luz. Era la época del Gran Terror y todo ciudadano sospechoso de ser enemigo de la entonces Unión Soviética salía acompañado de su casa para nunca volver. Pero parecía que Mijaíl se estaba librando.

Cuentan que Stalin era un gran admirador de La guardia blanca. Vio su adaptación al teatro, titulada por la censura Los días de los Turbín, más de una decena de veces. Además le ofreció trabajo a Bulgákov, primero en el Teatro de la Juventud Obrera de Moscú, y más tarde en su Teatro de Arte. Sin embargo, un buen día cambió de parecer y decidió censurar todas las obras del ucraniano y echarle del trabajo. Para cuando el escritor ya estaba desesperado por no poder ejercer su oficio y escribió una carta a Stalin rogándole que por lo menos le dejase salir de la Unión Soviética, el temido Secretario General le llamó por teléfono y le devolvió el trabajo.

Puede parecer demasiado osado que después de que el aliento de Stalin le despeinara el flequillo, Bulgákov escribiera, como muchos ya habréis adivinado, El maestro y Margarita, una obra en la que el diablo pasea por Moscú, echando de menos la Rusia zarista y haciendo desaparecer a la gente. Un texto que insinuaba de manera brillante lo que entonces significaba vivir en la Unión Soviética. Pero persistió y siguió trabajando en ella hasta concluirla. Para después morir. De insuficiencia renal.

El maestro y Margarita se publicó por primera vez en la URSS en el año 1967, después de ser sometida a una dura censura (mientras en París se publicaba en su totalidad). No fue hasta 1973 cuando los soviéticos pudieron acceder a la versión no censurada de una de las obras cumbres de su literatura. Desde entonces, ha sido respetada, incluso aplaudida y homenajeada.

Para cualquier amante de la literatura es inevitable recordar esta historia ante la situación actual, pues parece que el Vóland del escritor ucraniano y su séquito pasean ahora por los alrededores de Kiév.

El escritor solo tiene la palabra y no debe dudar en emplearla. De hecho, no puede evitar emplearla. Toda nuestra fuerza a todos aquellos que cuentan y leen historias para distraerse del miedo. A los que relatan en sus cuadernos y diarios todo lo que están viviendo. A los que cada día se están jugando la vida para contar al mundo lo que está ocurriendo. Fuerza a todos sus familiares, amigos y vecinos. Fuerza a todos los que persisten en el poder de la palabra, pues también es un acto de defensa.

Mucha fuerza.

 

«¿Quién te ha dicho que no hay verdad, lealtad, amor eterno en este mundo? ¡Que la lengua vil del mentiroso sea cortada!»