El proceso de escritura a veces puede complicarse y hacer que sufras un poquito más de lo necesario. En la mayoría de las ocasiones la solución está en compartir con alguien lo que estás escribiendo. Un punto de vista externo siempre da una mayor objetividad y también soluciones. Pero otras veces el bloqueo está en tu cabeza. Puede que te estés haciendo sabotaje sin darte cuenta. Estos son algunos comportamientos que tal vez reconozcas y la manera de combatirlos.

Te comparas con otros autores.

«Mi tamaño no varía si no tengo otros con que compararlo», que decía Ray Loriga. El mundo está lleno de escritores y es inevitable caer en comparaciones. La comparación no es mala en sí misma. Lo que no es aconsejable es que la emplees para medir si eres mejor o peor escritor que otros. Es lógico, normal y además está bien que admires a otros autores, pero usa la medida para sacar claves que puedas aplicar a tu escritura y también como inspiración. Si no te lo han dicho, nadie puede ser Faulkner. Incluso puede que Faulkner no fuera tan Faulkner. Sé tú mismo y utiliza lo bueno que encuentres en los demás como parte de tu aprendizaje para mejorar tus narraciones.

No cumples tus propios objetivos.

Hay que escribir todos los días. Debes escribir una página al día. Tienes que escribir una novela en un año. ¡Tanto imperativo! Sin conocer el tuyo concreto, podemos afirmar que no cumples los objetivos que te impones por la sencilla razón de que son inasumibles. Las circunstancias de cada autor son diferentes y sus objetivos deben ser acordes a ellas. Obsérvate: calcula el tiempo del que dispones para escribir sin interrupciones o el que empleas para escribir una única página, y diseña con ello tu propio plan de trabajo. Hemingway afirmó que le costaba mucho escribir más de trescientas palabras al día. Tal vez tú tengas el tiempo y la disciplina para superarlas o todo lo contrario.

Crees que no puedes con ello.

Los pensamientos negativos no suelen ayudar en ninguna parcela de la vida, tampoco a la hora de sentarse a escribir. Dudar es humano y natural, lo perjudicial es ceder ante ello. Es el camino más directo para que acabes asumiendo que no puedes hacerlo. Y creer que no puedes es prepararte para no poder con ello. ¡Es la esencia del sabotaje! Hay millones de libros, ¿por qué no vas a ser capaz de escribir el tuyo? Y si tu confianza tiembla, recuerda las palabras del psicólogo social Fritz Strack: «Fake it till you make it».