La literatura nos ha dado muchos asesinos célebres, algunos una completa invención de su autor y otros basados en personas reales. Invocarlos sería imposible, debido a su condición de inmaterialidad, pero sin embargo, la historia de la escritura nos ha proporcionado también, fuera de los límites de la ficción, figuras que destacaron tanto por su amor por las letras como por su afición al asesinato. Aquí tienes tres nombres con los que sería incómodo toparse si organizaras una oiuja literaria en la próxima Noche de los Muertos.

Fray Vicens. En principio, un nada sospechoso fraile catalán que era librero, hasta que se descubrió que había matado a más de una docena de sus clientes. En su oscuro agujero se acumulaban volúmenes, mapas y libros muy valiosos que los bibliófilos adquirían cuando visitaban su negocio. Sin embargo, nuestro fraile se arrepentía al poco tiempo de haberlos vendido, por lo que asesinaba a los compradores para poder recuperar los ejemplares. Por amor a los libros, dijo él, e incapaz de deshacerse de ellos.

Thomas Griffiths Wainnewright. Era pintor, crítico de arte y poeta. Y también un joven de muy buen ver. Tras la muerte de su cuñada, a la que él mismo había asegurado la vida, se empezó a sospechar que sus trabajos estéticos incluían también el asesinato. En su casa encontraron estricnina, con la que se presumió, aunque nunca se pudo probar, que también había envenenado a su tío, a su suegra y a un amigo de Norfolk. Respecto a su cuñada solo dijo en la cárcel que tenía los tobillos muy gordos.

Johann Jack Unterweger. Condenado por asesinar cruelmente a 12 prostitutas, este austriaco aprovechó su estancia en la cárcel para concebir una colección de cuentos, poemas y obras de teatro, además de su autobiografía. En una campaña a la que se sumaron todo tipo de intelectuales y políticos, entre los que se encontraba Elfriede Jelinek, se solicitó su libertad por el poder rehabilitador de la escritura. Unterweger salió de la cárcel, mató al menos a tres prostitutas más y regresó a una celda, donde acabó ahorcándose.