Philip K. Dick

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martes, marzo 18, 2008

Cuentos Completos III, de Philip K. Dick

Fantasymundo / Natalia Calvo 16/03/2008

Reunión de 23 magistrales relatos de uno de los autores más olvidados en vida y reconocidos post mortem de la ciencia ficción americana.

?Darme una idea nueva es como dar a alguien un arma cargada, pero te lo agradezco de todos modos, ¡bang! ¡bang!?Philip K. Dick.



Philip K. Dick estaba loco. No era una persona cuerda lo miremos por donde lo miremos. Incluso el prologuista del libro, el autor John Brunner reconoce que, cuando conoció a Dick, sus locuras ya le habían convertido en un genio. Nació en Chicago, Illinois, cuna de los indios Potawatomis, Harrison Ford y del luchador CM Punk (Phil Brooks, de la ECW). Empezó a escribir cosas interesantes a la tierna y confusa edad de trece años y poco después estaba manifestándose en contra de la guerra de Vietnam. Quizás su obra más conocida sea ?¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?? por haber sido llevada al cine bajo la interpretación del actor de Chicago que nombraba en la primera línea de este párrafo, bajo el título de Blade Runner y bajo la mirada pesimista y genial de Ridley Scott, director también de Alien, película cumbre de la Ciencia Ficción (antes que decidiera dedicarse a hacer cosas como "El reino de los cielos", por supuesto).

Cuando Dick empezó a ver cosas raras ya era un novelista firme. Se dice que fue a través de su exposición al pentotal sódico cuando perdió el juicio por la muela del mismo nombre que le estaban extrayendo. Desde ahí, las visiones y las voces se sucedieron en su vida no en vano, puesto que, creerse poseedor de los misterios del universo y de una visión del futuro de la humanidad, aunque no le hayan hecho mucho bien a su cerebelo, a los lectores de Ciencia Ficción nos han hecho un gran favor. Dick o Tomás, porque el bueno de Philip creyó ser un cristiano perseguido por los romanos durante mucho tiempo. El consumir drogas no tenía nada que ver, según él en todo esto y yo me remito al éxito de Amy Winehouse: 'They tried to make me go to rehab, and I said, no, no, no'?

Aún así, llegó a firmar títulos , antes de su muerte, en 1982 como ?El hombre en el castillo?, ?Exégesis?, ?Fluyan mis lágrimas, dijo el policía? y muchos relatos cortos llevados al cine como ?Podemos recordarlo a usted al por mayor? que inspiró Desafío Total y ?Tiempo desarticulado? que llevaría a la laureada El show de Truman.

Pero vayamos a lo realmente importante: ?Cuentos Completos III?. La edición es de Minotauro, en tapa blanda y bastante cuidada, con un diseño de portada admirable para una obra de estas características, con un color naranja chillón en el que se destaca el nombre de P. K. Dick. En cuanto a la visión técnica, sólo decir que es impecable, sin faltas de ortografía ?lo que se encuentra puede ser calificado como erratas y son unas dos o tres en casi quinientas páginas-, una correcta traducción y una letra de tamaño adecuado. Además, como colofón, las páginas finales contienen los títulos originales, fechas de edición e incluso algunos comentarios del autor a sus propios relatos de una extensión aproximada de un párrafo.

Se trata de veintitrés historias breves cuya sinopsis es la siguiente:


Coto de caza

Un profesor de universidad es perseguido por un ojo gigante que se le aparece en la ventana y que le hace convencerse de que los extraterrestres desean obtener sus conocimientos científicos.

El ahorcado

Un ahorcado en la plaza del pueblo pasa desapercibido a todo el mundo excepto al protagonista, quien intenta hacer ver a los demás la situación.

Peculiaridades de los ojos

Confusiones graves a la hora de leer un libro llevan a un hombre a pensar que los extraterrestres han invadido la tierra sin que nadie se dé cuenta.

El hombre dorado

Un chico de color dorado es perseguido por los agentes anti-mutantes.

Y gira la rueda

En un mundo férreamente controlado, aparecen sectas que no quieren cumplir con el plan cósmico y Sung-Wu debe evitarlo para expiar un pecado muy grave.

El último experto

La Liga Anarquista tiene el poder de la Tierra tras la gran revuelta de hace dos siglos. Pero queda una ciudad rodeada de montañas que todavía está gobernada por los robots.

El padre cosa

Un padre es consumido por un replicante y dos larvas más esperan a su mujer y a un hijo que no acaba de entender la situación.

Un extraño paraíso

Dos humanos descubren un planeta donde vive una atractiva mujer de una raza evolucionada que les ofrece la vida eterna.

Tony y los escarabajos

Tony va a jugar con sus amigos de la especie pas-udati pero los humanos van perdiendo la guerra y los escarabajos les odian.

Nul-O

Los Nul-O son una raza de seres totalmente racionales que quieren llevar el universo a su estado primigenio y destruir la vida.

Servir al amo

Un empleado de Correos encuentra un robot casi destruido y le ayuda a repararse para que le cuente por qué fueron exterminados en la guerra.

Pieza de colección

Una exposición sobre el siglo XX es una puerta temporal que permite viajar a un investigador y escapar de su mundo.

Los reptadores

Por culpa de la radiación de un laboratorio, todos los bebés nacen deformes en un pueblo, son reptadores que construyen ciudades subterráneas y comen hierba.

Campaña publicitaria

Un empleado de Ganímedes estresado con su trabajo recibe la visita de un robot Araucad que intenta venderse a sí mismo.

La estratagema

Encerrada la humanidad extraterrestre en una base y asediada por los terranos, comienzan a aparecer traidores entre los sitiados.

Sobre la desolada Tierra

Silvia se marcha con los dioses demasiado pronto y desea volver para estar con su novio Rick, aunque eso traerá consecuencias.

Foster, estás muerto

Mike Foster pertenece a una familia que no tiene un refugio antibombas. El pequeño se siente menos que los demás por ello y quiere obligar a su padre a comprar uno.

La paga del duplicador

La humanidad depende de unos extraterrestres viejos que duplican las cosas cotidianas porque ellos han olvidado cómo fabricarlas.

Veterano de guerra

Venus y Marte quieren la independencia de la Tierra pero ésta no se la concede y ellos quieren ir a la lucha. Entonces aparece David Unger, un veterano de una guerra que aún no ha sucedido y que ha visto cómo la Tierra es destruida y los humanos aniquilados.

La barrera de cromo

Los puristas luchan contra los naturalistas en una guerra sin cuartel que pretende acabar con la halitosis, el sudor, la calvicie y el sarro. Pero Don Walsh aún no ha elegido bando.

Desajuste

Los P.Q. son un peligro porque crean ilusiones de su mente en el mundo real. Pero la Agencia de Mujeres, inmune, los elimina, aunque no discrimina entre quienes pueden serlo.
Un mundo de talentos

Las colonias de Próxima III están formadas por mutantes precog que permiten a algunos humanos vivir, pero sus descendientes no son como esperaban.

Cura a mi hija, mutante

Después de la guerra, sólo hay comunas protegidas por cápsulas y en el exterior viven grupos de personas con poderes que son rechazados por los dirigentes porque están cansados de que la gente les consulte olvidando su sistema médico.


Es un libro imprescindible para todos los amantes de la Ciencia Ficción. No sólo por obras magistrales como "Campaña Publicitaria" o "Peculiaridades de los ojos", que dejan al lector preguntándose qué está pasando con nuestro mundo y aterrorizándose de que algún día pueda suceder algo como lo que se describe. Es fundamental porque cualquiera que se diga lector de este género ?o amante- debe haber leído a K. Dick. Y leerle no es sólo ver Blade Runner y decir que sabes de qué va el libro. El momento de encuentro íntimo con los relatos de Dick se produce cuando una hoja con la impresión de sus cuentos te roza la mano y los ojos se detienen y saborean todas y cada una de las letras impresas. Además de una experiencia sensorial, K. Dick es un ejercicio de inteligencia que arrastra al desprevenido lector a dudas existenciales a través de una literatura sencilla, amena y con gancho. Todo el movimiento ciberpunk está resumido en sus páginas y representado con gran maestría por uno de los grandes de la literatura universal.

Y no tengo nada más que decir en mi defensa, señor juez.

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jueves, junio 28, 2007

Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos. Philip K Dick.

Dubitativo elogio de la locura



Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos. Philip K. Dick 1928-1982, de Emmanuel Carrère

La leyenda de Philip K. Dick no hace nada más que crecer. Convertido definitivamente en uno de los iconos visibles del género con las nuevas adaptaciones cinematográficas de su obra y amparado por la edición íntegra de sus novelas en Minotauro (¿para cuándo el resto de los cuentos?), quizá uno de los factores que contribuyen más al culto creciente hacia su trabajo es, sin embargo, la naturaleza del personaje Dick. Todos hemos leído acerca de él, de cómo (según John Brunner) tomaba anfetaminas literalmente a puñados, de sus extrañas convicciones religiosas y su carácter errático.

Esta biografía agradará a los seguidores más superficiales del escritor (como yo mismo: por mucho que me interesen sus creaciones, el creador suele ser un tipo decepcionante, y ya no pierdo tiempo en profundizar en casi nada), al añadir datos que salen del conocimiento común. Sé, sin embargo, que a sus aficionados más devotos, el trabajo de Carrère les ha parecido decepcionante. Porque Carrère, en gran parte de la obra, navega a dos aguas de una forma poco clara. Diríase que pretende hacer una especie de novela sobre Dick ?que es un personaje muy justamente novelesco?, pero la reviste en todo momento de biografía. Ofrece demasiadas conclusiones propias, rellena huecos de momentos poco claros a su antojo y desarrolla una compleja teoría sobre la relación de Dick con su propia obra, convirtiendo varias novelas, en particular Los tres estigmas de Palmer Eldritch y Ubik, en jalones de la progresiva locura del autor, en una suerte de preludio de su Exégesis (la monumental obra final de su vida: 8.000 folios de delirios religiosos de diferentes grados de coherencia que nadie parece haber leído en su integridad). Porque, digámoslo claramente, el Dick presentado por Carrère es un chiflado sin paliativos, y no por ingerir drogas, sino prácticamente de nacimiento. Todo ello contrasta en cierta medida con trabajos de gente que lo conoció en persona, como su albacea Paul Williams.

Tampoco está del todo clara la posición del biógrafo acerca de su personaje. En algún momento comenta el amor que sintió en su adolescencia por su obra, y los resúmenes que hace de las novelas más destacadas demuestran un profundo conocimiento y una notable comprensión de los trabajos de Dick. Por otra parte, Carrère no puede evitar un notable distanciamiento hacia un protagonista que da la sensación de que fue disgustándole más y más a medida que lo conocía. Un tipo ególatra, vanidoso, inseguro, voluble, cobarde, hipocondríaco, adictivo, insolente, contradictorio, conservador, cruel, desquiciado y desquiciante. Todo lo cual contrasta con su aparente facilidad para hacer amigos o sumar esposas. En cuanto a su talento, Carrère comenta en varias ocasiones la pobreza de su estilo, pero admite en él tácitamente su condición de algo así como visionario, capaz de iluminar rincones oscuros de la psique humana y de esa conveniencia consensuada que llamamos «realidad».

El objetivo principal del libro es meterse en la psique de Dick, comprender esa mente alterada y los mecanismos que desencadenaron sus sucesivas paranoias y contraparanoias, por muy absurdas que resultasen. Algunas de ellas, sin embargo, resultan tan definitivamente estrafalarias ?como los periodos en los que creyó compartir su mente con un cristiano del año 70, o con el personaje de Valis, Amacaballo Fat?, que Carrère es incapaz de dar un razonamiento consecuente al desarrollo de esos procesos mentales.

El libro aclara algunos puntos ?o, al menos, presenta algunas teorías? interesantes. Destaca el retrato de su infancia, de una madre opresiva en su propia liberalidad «tontiprogre», y del extraño periodo freak en que compartió casa con una pandilla de drogadictos setenteros; las dos etapas quizá clave en el progresivo deterioro de la mente de Dick. Busca liquidar las leyendas de la relación de Dick con la droga, y especifica sus adicciones en un abuso de medicamentos que comenzó desde la niñez. Señala, en cambio, su actitud disparatada ante las mujeres, ante las que actuaba como un acosador persistente y temerario.

Carrere, además, escribe con ese estilo aséptico y a la vez comprensivo que convierte en formidable su otro libro publicado en España, El adversario. Aquí, sin embargo, la mayor extensión y la complejidad del personaje Dick le hace imposible un éxito similar. Con todos los defectos mencionados, Yo estoy vivo?es una lectura interesante y que consigue renovar el apetito por leer a Dick.

Julián Díez
publicado originalmente en revista Gigamesh

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sábado, mayo 19, 2007

Philip K. Dick, la lucha constante entre humanos y androides

JAVIER MEMBA - El Mundo 18/11/2001

La fascinación que sus escenarios -siempre visiones futuristas y desoladas de Los Ángeles- y propuestas -con frecuencia humanos en lucha con androides o ficciones de su propia experiencia- ejercen sobre el lector, hacen que éste olvide la tremenda angustia que inspiró todas las páginas de Philip K. Dick. Eternamente en lucha con "los seres invisibles", fueron éstos los que llevaron a la tumba en 1982, cuando el cine descubría la hermosura guardada en las novelas y relatos de un autor que bien podemos considerar fundamental, puestos a hablar de la ciencia ficción de la segunda mitad del siglo XX.

Nacido en Chicago en 1928, Dick publicó su primera novela -Lotería Solar- en 1952. Ni que decir tiene que no era la primera que escribía, pero sí fue, por el contrario, su primera obra maestra. Ambientada en un mundo dominado por la estricta lógica de los números, donde la máxima autoridad -el presidente Leon Cartwright- es designada mediante el sistema de lotería al que alude el título, lo tratado en ella era la experiencia de un hombre -Ted Benteley- que, sin saberlo, ha sido contratado para asesinar a Cartwright. El complejo sistema telepático que protege al presidente, proporcionará a Dick la mejor coartada para dar rienda suelta a todas sus paranoias.

Desequilibrios psíquicos

En efecto, dominado siempre por sus falsos perseguidores, en su vasta bibliografía -46 libros escritos en apenas 30 años (1950-1980)-, sus desequilibrios psíquicos le inspiraron en la misma medida obras maestras y obras menores. Como bien apunta John Clute en su Enciclopedia de la Ciencia Ficción, no es oro todo lo que reluce en la producción de nuestro autor. Publicadas en gran medida con posterioridad a su muerte, mientras el cine le adaptaba en títulos como "Blade Runner" (1982) o "Desafío total" (1990), en las novelas de Dick incluso se suceden los argumentos realistas con las ficciones de la ciencia.

Gozando del favor de los editores merced al éxito de 'Lotería solar', en los años siguientes nuestro autor publica con el mismo frenesí que escribe. Cuando en 1962 obtiene el Premio Hugo, uno de los más prestigiosos en lo que a ciencia ficción se refiere, su bibliografía está integrada por nueve títulos. Diríase que el maestro -pues, no obstante esas obras menores, Dick lo era- busca la redención a su locura en la literatura. "Nada nuevo", estimará el lector versado en autores malditos, heterodoxos y alucinados. La novedad de Dick, a diferencia del resto de los escritores de los que hemos tenido oportunidad de dar cuenta en esta misma serie de artículos, radica en el género al que adscribe sus visiones. Así, concibe máquinas homicidas como la araña policial de "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?" (1968), título que con el correr del tiempo inspiraría a Ridley Scott la ya citada Blade Runner.

La experiencia onírica

Con anterioridad (1965), el novelista ha publicado otra de sus obras maestras: "Los tres enigmas de Palmer Eldritch", una historia que versa sobre un empresario que comercializa un producto que sustituye la realidad por terribles pesadillas. La clara influencia de las drogas psicotrópicas que se registra en el texto nos lleva a pensar que Dick, como tantos desequilibrados que a la sazón intentan recuperar el equilibrio en base a las terapias propuestas por la psiquiatría alternativa, experimenta con alucinógenos. Fuera como fuese, el tema de la experiencia onírica convertida en un terrible trasunto de la realidad será una constante en la producción de nuestro novelista.

Entre delirios, divorcios y cambios de domicilio, es decir: lo normal en alguien que se cree perseguido por sus propios fantasmas, en 1974 se le concede el Premio J. W. Campbell por "Fluyan mis lágrimas, dijo el policía". Pero la gloria literaria no consigue redimirle: Philip K. Dick muere en 1982 dejando tras de sí un buen número de novelas inéditas. Los editores se pelearán por ellas. Será entonces, entre sus publicaciones póstumas, cuando los lectores descubran títulos como "Gather Yourselves Together", "The Broken Bubble" o "Humpty Dumpty in Oakland". Escritos todos ellos en los años 50, vienen a demostrarnos que la primera vocación de su autor fue realista. Sí señor, como apunta Clute, Philip K. Dick quiso ser un autor de análisis desquiciados de la vida moderna. Fue el poco interés que despertaron sus ficciones realistas entre los editores lo que llevó al futuro para retratar algunas de las grandes miserias de nuestros días. Evocando las últimas palabras de Batty, el más famoso de los androides que Dick imaginara, podemos decir que todo ello fueron lágrimas en medio de la lluvia.

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miércoles, mayo 09, 2007

Las ficciones verdaderas de un genio llamado Philip K. Dick

una charla sobre ?simulacro y realidad politica?

Pablo Capanna, Luis Pestarini, Ana María Shua, Carlos Gardini y Marcial Souto debatieron, con la coordinación de Gabriel Guralnik, sobre la vigencia del escritor estadounidense.


Por Silvina Friera
Además de sospechar sistemáticamente de la realidad en la que viven, sus personajes no encajan en la sociedad. ?¿Qué es lo real? ¿Somos productos de una estafa??, preguntó Gabriel Guralnik a Ana María Shua durante la charla Philip K. Dick: Simulacro y realidad política, de la que participaron Pablo Capanna, Luis Pestarini, Carlos Gardini y Marcial Souto. ?Lo que me maravilla es la solidez del universo que construye a partir de la conciencia de sus personajes?, dijo Shua, y recordó que en El hombre en el castillo el escritor norteamericano sugiere una ucronía sobre el mundo resultante en el caso de que Alemania y sus aliados hubieran ganado la Segunda Guerra Mundial. ?Hay un personaje que no aparece, pero se lo nombra, que está escribiendo una novela ?agregó la escritora?. Es un juego de cajas chinas en el que pone en jaque la percepción de nuestra realidad al plantear si nuestros sueños son más o menos reales que la vigilia.?

Sobre la vigencia de la obra del escritor norteamericano, Capanna señaló que ?cada día canta mejor? porque el mundo se está volviendo más dickiano. ?Dick empezó a desconfiar de todo, al punto de que en una conferencia llegó a dudar de que las personas que lo escuchaban fueran reales o androides?, aseguró el autor de Idios Cosmos y El sentido de la ciencia ficción, entre otros. Después de repasar algunos títulos de Dick, como La penúltima verdad (escrita en 1964), magnífica anticipación de temas como la guerra psicológica, la manipulación mediática y los abusos de poder, Capanna subrayó que encontró ficciones dickianas leyendo los diarios. ?Los empleados del Indec gritan que no les creamos, que todo es mentira?, ejemplificó, sobre los cuestionados índices de medición del organismo. ?Estamos tan acostumbrados a las ficciones que sería mejor leer novelas que leer los diarios?, ironizó. Shua mencionó la manipulación informativa en el caso de la Guerra de Malvinas y Capanna remató: ?Claro, íbamos ganando hasta el último momento?.

Gardini confesó que su vínculo con Dick no es tan claro como el que tuvo con otros escritores. ?Entraba y salía de mi vida, quizá porque con él no se puede tener una relación estable ?planteó el autor de El libro de las voces?. La sensación que me deja su obra es el título de una de sus novelas, Time pawn, el tiempo fuera de quicio, desencajado, dislocado.? Gardini leyó un texto en el que Dick sostenía que creaba universos de tal manera que no se derrumbaran dos días después porque eso era lo que esperaban sus editores. ?Pero me gustan los universos que se desmoronan. El orden y la estabilidad no son siempre buenos en la sociedad?. Pestarini, editor de la revista Cuasar, optó por hablar sobre el tópico de los androides. ?La ciencia ficción los convirtió en meros robots, en herramientas tecnológicas, pero Dick les dio connotaciones antropológicas y filosóficas. Para él los androides son simulacros de los hombres?, explicó el editor. ?Lo que plantea Dick es la imposibilidad del hombre de descubrir la diferencia entre realidad y fantasía y qué es lo que caracteriza al hombre?, opinó el editor.

A los 14 años, Souto descubrió que había otra manera de mirar el mundo gracias a la ciencia ficción. ?Estudié inglés para leer la ciencia ficción que no se había traducido?, precisó el escritor, traductor y editor de la revista Péndulo y de la colección Minotauro. En una convención de ciencia ficción, en Estados Unidos, Souto conoció a Dick. ?Estaba caminando por un pasillo del hotel y Dick me preguntó si conocía a Roger Zelazny, el autor de El señor de la luz, candidato a recibir un premio en esa convención. Lo estaba buscando para proponerle terminar una novela, Deus Irae, que no podía terminar porque había tenido un intento de suicidio y estaba con un tratamiento que lo hacía adormecerse?, contó Souto. ?Dick ha llegado más lejos que la mayoría ?reflexionó el escritor?. Era como los pintores ingenuos: decía la verdad sin filtros, como los niños y los locos. Dick y Ballard son dos extremos que permiten comprender el mundo en el que, lamentablemente, vivimos?.

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